Ya podemos borrar nuestros malos recuerdos

Tal vez, al tratar de olvidar, estábamos haciendo lo contrario de lo que deberíamos, según un nuevo estudio.

Wilhelmina Cornelia Van Der Zwan / EyeEm / Getty Images

Nuestra voluntad se vuelve floja cuando tratamos de bloquear esos pensamientos más angustiosos o ignorar hechos del pasado. ¿Y si estuviésemos haciendo lo contrario de lo que deberíamos para borrar la memoria? Un nuevo estudio dirigido por científicos en Texas sugiere que el acto de olvidar intencionadamente está relacionado con un mayor compromiso cerebral con la información. Es decir, deberíamos enfocarnos en aquello que realmente tratamos de eliminar de nuestra memoria.

“Un nivel moderado de actividad cerebral es crítico para este mecanismo de olvido”, explica una de sus autoras, la psicóloga Tracy Wang de la Universidad de Texas en Austin. El trabajo, publicado en Journal of Neuroscience, muestra que tratar de olvidar de forma activa los recuerdos no deseados evita que el cerebro se sobrecargue y permite dar una respuesta adaptativa a los recuerdos traumáticos que, hasta ahora, desencadenaban actitudes negativas, según otro de los investigadores, Jarrod Lewis-Peacock.

La clave está en la corteza temporal ventral

Décadas de investigación han demostrado que tenemos la capacidad de olvidar de forma voluntaria, pero hasta ahora se desconocía qué mecanismo usa el cerebro para lograrlo. En este nuevo estudio, los investigadores monitorearon la llamada corteza temporal ventral, una zona del cerebro que nos ayuda a procesar y clasificar los estímulos visuales, mediante imágenes de resonancia magnética funcional.

Su primer hallazgo fue descubrir que el acto de olvidar requiere mayor energía que recordar. “Las imágenes seguidas de una instrucción de olvido provocaron niveles más altos de procesamiento en la corteza temporal ventral que las seguidas por una instrucción de recordar”, explican los investigadores. Pero borrar imágenes específicas durante un experimento en laboratorio dista mucho de tratar de eliminar un recuerdo doloroso o traumático sufrido en el mundo real. El estudio sugiere, sin embargo, que el proceso podría ser similar y seguir desarrollando esta idea podría suponer un beneficio para las personas que no saben cómo superar un acontecimiento vital.

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