Una gigantesca tormenta en Neptuno cambia bruscamente de dirección y los astrónomos no saben por qué

Se trata de un enorme huracán de más de 7.000 km de diámetro que se comporta de un modo nunca visto hasta ahora.

En la imagen, la tormenta de Neptuno, mayor que el océano Atlántico – NASA, ESA, STScI, M.H. Wong (University of California, Berkeley), and L.A. Sromovsky and P.M. Fry / University of Wisconsin-Madison

Una oscura y enorme tormenta que los astrónomos llevaban años observando en Neptuno acaba de hacer algo desconcertante: contra todo pronóstico, ha cambiado bruscamente de dirección, maniobra gracias a la que, además, ha conseguido evitar una muerte segura.

El sistema tormentoso fue observado por primera vez por el Telescopio Espacial Hubble en 2018. Un año después, el vórtice empezó a derivar hacia el sur, dirigiéndose hacia el ecuador del planeta gigante, el mismo comportamiento observado en tormentas anteriores.

Por lo general, estas manchas oscuras en Neptuno duran algunos años antes de disolverse y desaparecer. Sin embargo, esta tormenta en concreto hizo algo completamente distinto. De repente, detuvo su avance hacia el sur y dio media vuelta para volver a dirigirse al norte. Al mismo tiempo, los astrónomos pudieron ver cómo surgía una segunda mancha, más pequeña, en el planeta. Los investigadores creen que puede tratarse de un fragmento del vórtice original que se dividió y empezó a alejarse por su cuenta.

«Estamos entusiasmados con estas observaciones —afirma Michael H. Wong en un comunicado hecho público por la NASA—, porque este fragmento oscuro más pequeño es potencialmente parte del proceso de interrupción del avance de la mancha oscura. Este es un proceso que nunca se había observado antes. Hemos visto algunas otras manchas oscuras desvaneciéndose hasta desaparecer, pero nunca nada como esto».

Una tormenta mayor que el Atlántico

De hecho, aunque el Hubble lleva ya 30 años rastreando tormentas en Neptuno, nunca hasta ahora había observado un comportamiento atmosférico tan sorprendente.

La tormenta, que es mayor que el Océano Atlantico (tiene 7.403 km de diámetro), es la cuarta más oscura de las que el Hubble ha rastreado desde 1993. Estas tormentas son sistemas de alta presión que giran en el sentido de las agujas del reloj (al revés que en la Tierra, donde los huracanes son sistemas de baja presión que giran en sentido contrario a las agujas del reloj), debido a la rotación del planeta.

Normalmente, a medida que esas tormentas derivan hacia el ecuador de Neptuno, el efecto Coriolis (que las mantiene estables) empieza a debilitarse hasta que la tormenta se desintegra. Sin embargo, y a diferencia de las demás, esta gran tormenta no llegó hasta esa «zona de muerte».

«Fue realmente emocionante —asegura Wong— ver a ese huracán actuar como se supone que debe hacerlo, hasta que de repente se detuvo y retrocedió. Fue muy sorprendente».

Otro punto oscuro

La detección de la segunda tormenta, más pequeña, surgida del vórtice mayor también resultó sorprendente. Los astrónomos se refieren a ella como «punto oscuro junior», aunque su tamaño, 6.276 km, también es considerable. Con todo, los investigadores no han conseguido probar que, efectivamente, la tormenta más pequeña se separó de la grande. Según Wong, si realmente fue así, eso bastaría para explicar el súbito cambio de dirección. Si no, habrá que buscar otra explicación.

La gran tormenta es, sin duda, la mejor estudiada hasta ahora en Neptuno. Cuando el Hubble la descubrió en 2018, alrededor del vórtice había tres otras nubes brillantes, que desaparecieron cuando el vórtice empezó su marcha hacia el sur.

Lo cierto es que las tormentas de Neptuno guardan aún una buena parte de sus secretos. Descubrirlos es, precisamente, el objetivo del programa Outer Planet Atmospheres Legacy (OPAL) de la NASA. Y ahora, los astrónomos se han encontrado con un misterio más para resolver.

ABC