Un superordenador determinará si “bloquear al Sol” para enfriar la Tierra es una buena idea
July 11, 2023 El Mundo , NoticiasPermitirá estudiar los efectos de la geoingeniería solar, un polémico enfoque para “enfriar” el planeta al redirigir los rayos del Sol.
Un nuevo superordenador está ayudando a los científicos a determinar si la inyección de aerosoles bloqueadores del Sol creados por el ser humano en la estratosfera también alteraría las tormentas eléctricas y las lluvias, más allá de los efectos benéficos que pueda tener para “enfriar” al planeta cuando esto sea imprescindible.
La posibilidad de “bloquear al Sol” mediante aerosoles inyectados en la atmósfera terrestre y así evitar un calentamiento excesivo del planeta es un proyecto que genera fuertes polémicas entre la comunidad científica y los sectores gubernamentales: ahora, un superordenador con una elevada velocidad de procesamiento analizará todas las variables relacionadas e indicará si se trata de una buena idea o debe descartarse.
El nuevo superordenador dedicado a la investigación del clima se denomina Derecho y comenzó a operar este mes en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos (NCAR). Al ser tres veces y media más rápido que la máquina empleada anteriormente en el NCAR, el nuevo equipo informático puede ejecutar modelos más detallados para mostrar cómo los cambios regionales en las lluvias pueden ser causados por la liberación de aerosoles, aumentando la comprensión de los científicos sobre los riesgos de la geoingeniería solar.
Una posible solución con muchos riesgos
Vale recordar que la geoingeniería solar plantea la posibilidad de “inyectar” partículas altamente reflectantes de un material específico, como por ejemplo el azufre, en la estratosfera, una de las capas de la atmósfera terrestre, para desviar la luz del Sol y así enfriar el planeta. Esta medida insume distintos riesgos, pero podría ser la única alternativa para que la Tierra siga siendo habitable si las temperaturas continúan en aumento al ritmo actual.
En ese sentido, un estudio publicado en 2020 predice que sobre 2050 el 19 por ciento de la superficie terrestre, que cobija a 3.500 millones de personas, alcanzará temperaturas que actualmente se registran únicamente en el desierto del Sahara, concretamente 7,5 grados Celsius por encima de la media global, si no se lleva adelante a tiempo un cambio en la gestión de la crisis climática mundial.
“Para comprender los impactos específicos de la geoingeniería solar sobre las tormentas eléctricas, por ejemplo, requerimos el uso de modelos de muy alta resolución que se puedan ejecutar durante muchos años. Este superordenador más veloz permitirá más simulaciones en marcos de tiempo más largos y con una resolución más alta de lo que podemos lograr actualmente”, indicó a E&E News Kristen Rasmussen, científica de la Universidad Estatal de Colorado, según reproduce Scientific American en un reciente artículo.
Preocupación en todo el mundo
La puesta en marcha de los trabajos con el nuevo superordenador coincide con la publicación de un informe de la administración Biden, que marca un apoyo del gobierno estadounidense para investigar la geoingeniería solar como una forma de detener el aumento de las temperaturas globales.
Al informe de la Casa Blanca se suma una carta abierta de más de 60 científicos destacados, que piden más investigación sobre la llamada modificación de la radiación solar, un método que podría alterar los sistemas naturales de la Tierra. En tanto, la Unión Europea también emitió una declaración pidiendo una evaluación internacional de los riesgos relacionados con la geoingeniería solar.
La UE advirtió que estas tecnologías introducen nuevos riesgos para las personas y los ecosistemas, además de incrementar potencialmente los desequilibrios de poder entre las naciones, generando conflictos y planteando una gran cantidad de cuestiones éticas, legales y políticas que no pueden soslayarse.
Debido a esto, Rasmussen consideró en el mismo artículo citado anteriormente que la geoingeniería solar debería ser considerada únicamente como “un último recurso”, ya que pequeños cambios en la composición de la atmósfera podrían generar grandes impactos no solo en los patrones de lluvia, sino también en todos los ecosistemas del planeta, incluidas las comunidades humanas.