Un mapa de 98.000 avistamientos ovni expone un claro patrón geográfico
February 29, 2024 Misterios , NoticiasUn estudio realizado por investigadores de la Universidad de Utah clasifica más de 98.000 avistamientos recogidos por el Gobierno de EEUU.
Un nuevo análisis geográfico de ovnis de más de 98 000 avistamientos incluidos en un nuevo estudio científico de Utah revela puntos calientes concentrados principalmente en la parte occidental y noreste de los Estados Unidos. Los avistamientos, tomados de los datos del Centro Nacional de Investigación de Ovnis, muestran un patrón claro que desafía la idea de que pueden ser causados por factores psicológicos o sociológicos. Por eso, aseguran los investigadores, es fundamental que todos estos fenómenos se estudien a fondo para poder identificar amenazas para la seguridad nacional de los EEUU.
Según Richard Medina, profesor asociado de Geografía en la Universidad de Utah y autor principal del estudio, “el oeste de los EEUU tiene una relación histórica con los FANI” (fenómenos aéreos no identificados). Está el Área 51 en Nevada, Roswell en Nuevo México y el Rancho Skinwalker en la cuenca de Uinta, así como actividad militar del campo de pruebas de Dugway, en Utah. Según Medina, además de esos entornos geográficos, “hay una sólida comunidad al aire libre que se recrea en tierras públicas durante todo el año. La gente está fuera y mirando hacia el cielo”.
El artículo científico, publicado en la revista revisada por pares Scientific Reports de la editorial Nature, contiene un análisis detallado de los factores que contribuyen a estos avistamientos de ovnis. Los investigadores analizaron dos condiciones principales para cada condado de los EEUU: el potencial de vista del cielo —que incluye la contaminación lumínica del área, la cubierta de nubes y la cubierta del dosel de los árboles— y el potencial de que haya objetos presentes en el cielo, como la proximidad a aeropuertos y a instalaciones militares.
Este extenso análisis concluyó que la mayoría de los avistamientos fueron, de hecho, en el oeste americano y son atribuibles a la geografía física de la región, caracterizada por espacios abiertos y cielos oscuros. Estas condiciones —combinadas con el tráfico aéreo y la actividad militar— indican que los puntos calientes de los informes de avistamientos tienen relaciones creíbles con objetos reales que se detectan, aunque no se conozca su naturaleza.
Amenaza para la seguridad de EEUU
El estudio identificó zonas con un bajo número de informes (puntos fríos) y un alto número de informes (puntos calientes) de forma relativa, por cada 10.000 personas por condado. Estos hallazgos, especialmente los puntos calientes pronunciados en el oeste y el noreste y los puntos fríos en las llanuras centrales y el sureste, apoyaron la hipótesis general de que la visibilidad y la oportunidad influyen significativamente en la frecuencia de los avistamientos.
“La idea es que, si tienes la oportunidad de ver algo, entonces es más probable que vayas a ver fenómenos inexplicables en el cielo”, dice Medina. También indica una mayor complejidad en la explicación de estos avistamientos a medida que nuestros cielos se llenan de más tecnología que nunca.
El estudio presenta claramente un patrón espacial determinado. “Si los datos fueran completamente inválidos debido a alguna causa psicológica y sociológica, entonces no habría un patrón espacial. Pero lo hay”, afirma el estudio, desafiando la idea de que los avistamientos de ovnis son simplemente el resultado de la histeria masiva o el contagio social.
Al examinar la distribución espacial de los informes y su relación con el entorno local, el estudio proporciona un contexto geográfico que puede ayudar a resolver o comprender los avistamientos civiles y militares. “Hay muchos factores que pueden contribuir al informe de objetos anómalos”, dice Simon Brewer, profesor asociado de Geografía en la Universidad de Utah y coautor del estudio. Este análisis geográfico de los avistamientos de ovnis, asegura, marca un paso significativo hacia la desmitificación de los fenómenos y la posible identificación de objetos verdaderamente anómalos que podrían representar una amenaza legítima para la seguridad norteamericana.
Lógicamente, esto no indica que estemos hablando de naves espaciales de otros sistemas estelares, sino sencillamente de objetos voladores que podrían ser aeronaves secretas de EEUU, tecnología enemiga o tecnología desconocida no terrestre.
Esa es precisamente la pregunta crucial en el estudio: ¿qué está viendo realmente la gente? La dificultad para responder a esta pregunta, según los investigadores, pone de relieve la importancia de considerar cualquier incertidumbre como una amenaza potencial para la seguridad nacional de los EEUU.
El método científico
Una de las reflexiones de los autores es que, tradicionalmente, el mundo académico ha huido de la investigación de los UAP debido al estigma asociado con los manidos ‘platillos voladores y los invasores espaciales’. Pero esto ha cambiado desde que el Pentágono y el Congreso dieran la voz de alarma en un espacio global cada vez más incierto.
Sean Kirkpatrick —coautor del estudio y profesor asistente adjunto de física en la Universidad de Georgia— afirma que “el Gobierno de los Estados Unidos, el ejército, la inteligencia y las agencias civiles, necesita entender lo que hay en los dominios operativos para garantizar la seguridad de la nación y su gente”. Según Kirkpatrick, “los ‘desconocidos’ son inaceptables en esta era de sensores omnipresentes y disponibilidad de datos. La comunidad científica tiene la responsabilidad de investigar y educar”.
Kirkpatrick fue el primer director de la AARO, la Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios del Pentágono, una agencia creada en 2022 a instancias del congreso norteamericano a raíz de la filtración de múltiples informes militares sobre naves no identificadas en aire y mar. AARO, afirma la agencia, es “un equipo de expertos liderando los esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos para abordar los fenómenos anómalos no identificados (UAP) utilizando un marco científico riguroso y un enfoque basado en datos.”