Un estudio confirma que la fecundación sin espermatozoides (ROSI) no supone ningún riesgo para la salud de los futuros niños
August 15, 2018 Noticias , TecnologíaLa técnica de fecundación sin espermatozoides, Round Spermatid Injection (ROSI), no supone ningún riesgo para la salud de los nacidos, según un estudio realizado por un grupo de investigadores y médicos japoneses y estadounidenses, liderados por los doctores Atsushi Tanaka y Ryuzo Yanagimachi, que no encontraron ninguna diferencia significativa en el desarrollo físico y cognitivo entre los niños nacidos gracias a la técnica ROSI y un grupo de control formado por los niños concebidos de forma natural.
El estudio, publicado en la revista Fertility and Sterility, publicación oficial de la Sociedad Americana de la Medicina Reproductiva, ofrece un informe detallado de la evolución de 90 niños concebidos por la tecnología ROSI, desde el nacimiento hasta la edad de 2 años, respecto a un grupo de control de niños concebidos de forma natural.
La tecnología de la fecundación sin espermatozoides, ROSI, utilizando espermátidas redondas, fue desarrollada por el doctor Jan Tesarik, actual director de la Clínica MARGen de Granada, y la doctora Carmen Mendoza de la Universidad de Granada (presidenta de la Fundación MARGen Mendoza-Tesarik) (España). El primer nacimiento de un niño sano concebido mediante esta técnica en el mundo fue publicado en el año 1995 en la prestigiosa revista estadounidense New England Journal of Medicine.
Sin embargo, el número de niños nacidos con esta tecnología era bajo y dejaba una puerta abierta a varios tipos de dudas sobre posibles riesgos de anomalías y enfermedades relacionadas con este procedimiento. En este sentido, un año después del primer nacimiento fruto de la utilización de ROSI, sus autores, los doctores Jan Tesarik y Carmen Mendoza, publicaron en la revista Molecular Human Reproduction una advertencia sobre un posible riesgo de anomalías de la impronta genómica, relacionado con el uso de las células inmaduras, en lugar de los espermatozoides.
“Los resultados de la encuesta son muy reconfortantes -afirma el doctor Jan Tesarik- ya que no se encontraron diferencias significativas, y ninguno de los 90 niños estudiados presentó enfermedades causadas por anomalías de la impronta genómica, tales como los síndromes Prader-Willi, Angelman o Wiskott-Aldrich”.
Según Tesarik, “el único problema persistente de la tecnología ROSI es su baja eficacia en términos de niños nacidos por tentativa. El equipo japonés necesitó 2.657 tentativas de ROSI, realizadas con las espermátidas de 721 hombres (algunas tentativas fueron repetidas), para alcanzar el nacimiento de los 90 niños analizados. De acuerdo con estos datos, la probabilidad del nacimiento de un niño por una sola tentativa de ROSI es de sólo 3,3%. Si calculamos la probabilidad acumulativa de alcanzar un nacimiento después de varias tentativas repetidas, siempre utilizando los datos del grupo japonés, llegamos a la cifra de 12,5%”.
Sin embargo y a pesar de estos bajos niveles de éxito, estudio señala que el 95% de las parejas en esta situación, atendidas en la clínica Saint Mother Obstetrics and Gynecology de la ciudad japonesa de Fukuoka, donde se realizó el conjunto de las tentativas de ROSI, prefirieron esta tecnología antes del recurso a la fecundación con esperma de donante.
“Una de las causas principales de la baja eficacia de ROSI es el daño que sufre el ADN de una gran parte de las espermátidas bloqueadas en su desarrollo”, explica Tesarik. “En 1999 -añade- dimos a conocer, a través de la revista Fertility and Sterility, un nuevo método, basado en el cultivo del tejido testicular in vitro en presencia de altas concentraciones de diferentes hormonas, para seleccionar espermátidas con el ADN menos dañado, que mejoraba la calidad de los embriones resultantes de la tecnología ROSI. Mediante ROSI y con espermátidas seleccionadas por el previo cultivo in vitro, conseguimos el nacimiento de 17 niños, todos sanos y normales, después de tan solo 118 tentativas, con una probabilidad de éxito por tentativa del 14,4%, y algunos de estos niños ya han cumplido los 10 años.”
Según Tesarik, las posibles mejoras de ROSI hay que buscarlas en el refinamiento de los métodos de selección de las espermátidas “sanas”, pero también en el desarrollo de métodos más eficaces de la misma técnica ROSI, en particular la correcta activación de los óvulos inyectados, como subrayan los autores japoneses.
Para el doctor Tesarik, lo más importante es que los nuevos resultados confirman que la tecnología ROSI no implica riesgos importantes para la salud de los niños nacidos, y esto es una información alentadora. “Es probable que existan más niños en todo el mundo nacidos gracias a esta tecnología”, concluye “nosotros hemos enviado nuestros propios resultados al foro abierto por la revista Fertility and Sterility e invitamos al resto de clínicas a compartir su experiencia con ROSI con el objetivo de mejorar su eficacia y reconfirmar la seguridad de este tratamiento de infertilidad masculina”.