Un cometa arcoíris con el corazón esponjoso
September 7, 2020 El Universo , NoticiasEl lugar donde descansa el módulo de aterrizaje de Rosetta en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko desvela nuevos datos sobre el interior de este objeto en forma de patito de goma que orbita nuestro Sol: una fachada dura que esconde un corazón permeable.
Un estudio reciente sugiere que el interior del cometa es más poroso que el material exterior. Los resultados confirman que la radiación solar ha modificado significativamente la superficie del cometa durante su viaje por el espacio entre las órbitas de Júpiter y la Tierra. El calor del Sol provoca la expulsión de material, que luego vuelve a caer sobre la superficie.
Todo es cuestión de ubicación. Esa fue la clave del instrumento radar de Rosetta y su módulo de aterrizaje Philae, diseñado para sondear el núcleo del cometa. El experimento CONSERT incluía dos antenas que se enviaban señales precisas entre sí. No obstante, cuando se le perdió la pista a Philae tras su acometizaje en noviembre de 2014, los científicos tuvieron que trabajar con valores estimados.
Philae funcionó durante más de dos días en la superficie: 63 horas, para ser exactos.
“Conseguimos acotar la región en que debía hallarse el módulo de aterrizaje con un margen de unos 150 metros. Y el lugar donde realmente se posó se encontraba en esa área”, explica Wlodek Kofman, investigador principal emérito de CONSERT.
Hubo que esperar dos años para descubrir dónde estaba Philae. En septiembre de 2016 se vio la posición exacta de aterrizador, dentro del área identificada previamente por CONSERT.
Los modelos 3D precisos del cometa con Philae “nos permitieron revisar las mediciones y mejorar nuestro análisis de su interior”, señala Wlodek.
El gráfico muestra la señal que conecta el instrumento CONSERT de Philae, posado en el cometa, al montado a bordo de Rosetta. Su forma de abanico es el resultado del desplazamiento de Rosetta por su órbita, mientras que los colores marcan el recorrido de las señales a lo largo de la órbita.
La imagen inferior muestra con mayor detalle las señales mientras se propagaban por dentro del cometa desde Philae hasta los puntos donde lo abandonaban camino al orbitador. Las curvas son el resultado de la proyección de su recorrido por la superficie abrupta del cometa.
Los colores azulados indica trayectos de menor profundidad (tan solo unos centímetros), mientras que los tonos más rojizos representan señales que penetraron más allá de los 100 metros de profundidad.
El tiempo que la señal tardó en llegar de un radar al otro nos ofrece información sobre el núcleo del cometa, como su porosidad o composición. El equipo descubrió que los rayos se propagaban a distintas velocidades, lo que daba cuenta de las distintas densidades en el interior.
Aunque el debate sigue abierto, Wlodek cree que esto “apunta en gran medida a que el interior menos denso ha conservado su naturaleza inmaculada”. Considerados los objetos más primitivos de nuestro vecindario cósmico, los cometas podrían guardar en su interior valiosas claves sobre la formación de nuestro sistema solar.