Según la ciencia, los cachorros saben potenciar su ternura

Atención a todos los amantes de los perros, el material que se expone a continuación puede dañar su sensibilidad. Un nuevo estudio realizado por un grupo de psicólogos de la Universidad de Florida explica que los cachorros alcanzan la “ternura máxima” entre las seis y las ocho semanas de edad. ¿Qué ocurre después?

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Tres teóricos del Departamento de Psicología de la Universidad de Florida trabajaron durante años con perros domesticados. En su estudio, publicado en la revista Anthrozoös, partieron de la importancia que tiene que el perro sea un descendiente del lobo alterado por el propio ser humano.

A diferencia de los cachorros de lobo, criados por sus ambos padres hasta su segundo año de vida, los perros suelen ser abandonados por sus madres después de las ocho semanas de edad.

Esto marca la principal desigualdad entre una especie y otra. Los perros tienen que sobrevivir sin madre y sin hogar a partir de los dos o tres meses de edad. Solo el 10% suele superar con vida este evento. Pero, ¿cómo pueden sobrevivir sin cuidado?

Según el estudio realizado por los tres psicólogos Nadie Chersini, Nathan J. Hall y Clive D. L. Wynne, si los cachorros son lo suficientemente cute pueden “engañar” al ser humano para que los adopten.

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Dado que los cachorros se ven sin hogar con tan solo dos meses, su evolución ha seguido un camino hacia una meta muy concreta: el chantaje emocional al hombre. Otro estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America sugiere que algunos rasgos de los perros se han desarrollado para provocar una respuesta emocional en los seres humanos.

El estudio plantea la siguiente hipótesis: «La domesticación transformó la anatomía de los músculos faciales de los perros, específicamente para que tuvieran comunicación facial con los humanos».

En realidad, son los perros los que domestican a los humanos

Los autores de este estudio examinaron una gran muestra de perros domésticos y lobos en libertad para comparar los músculos faciales de ambas especies. Para su sorpresa, descubrieron que los primeros cuentan con un músculo que les facilitaba levantar las cejas.

Sin embargo, los lobos carecían de esa característica. Los investigadores afirman: “Este rasgo hace que sus ojos parezcan más grandes, más infantiles y, potencialmente, más atractivos para los humanos».

Y continúan: «Esta elevación interior de las cejas también se asemeja a un movimiento facial que los humanos hacen cuando están tristes, lo que provoca una respuesta de cuidado y atención por parte de los dueños».

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