Se llama ‘Maggie’, mide casi 4.000 años luz y es el mayor objeto nunca visto en nuestra galaxia
January 11, 2022 El Universo , NoticiasUn equipo de investigadores del Instituto Max Planck para la Astronomía, en Heidelberg, acaba de hacer público el descubrimiento del mayor objeto nunca observado en la Vía Láctea: una estilizada nube de gas de 3.900 años luz de largo y cerca de 150 años luz de ancho.
La gigantesca estructura se encuentra a unos 55.000 años luz de nosotros, y multiplica por cinco el tamaño de las mayores nubes de gas conocidas hasta el momento, ninguna mayor a 800 años luz. Los científicos han bautizado el objeto como ‘Maggie’ en referencia al río Magdalena, el más largo de Colombia. El hallazgo se ha publicado en ‘Astronomy & Astrophysics’.
Los astrónomos localizaron el filamento de gas mientras buscaban objetos situados fuera del plano principal de la galaxia, el disco aplanado que contiene la mayor parte del material de la Vía Láctea. Al estar fuera de ese plano y debido a sus dimensiones, Maggie fue relativamente sencilla de detectar.
«Todavía no sabemos exactamente cómo llegó allí -explica Jonas Syed, primer firmante del artículo-. Pero el filamento se extiende unos 1.600 años luz por debajo del plano de la Vía Láctea». Gracias a su relativo aislamiento, el equipo pudo calcular cómo se mueve el gas en el interior de la nube, y descubrieron que lo hace todo a la misma velocidad y en la misma dirección, lo que confirmó que se trata de una estructura única y no de varias nubes una al lado de otra.
«Maggie ya era reconocible en evaluaciones anteriores de los datos -explica por su parte Juan Soler, que fue el astrónomo que primero detectó a Maggie-. Pero sólo el estudio actual prueba más allá de toda duda que se trata de una estructura coherente».
Una forma única de hidrógeno
Maggie, además, no solo es mucho más grande que otras nubes de gas, sino que también está hecho de una forma única de hidrógeno. Este gas, el más abundante del Universo, puede, de hecho, presentarse en dos formas diferentes: hidrógeno atómico, que es solo un átomo de hidrógeno no enlazado; e hidrógeno molecular, H2, que consta de dos átomos de hidrógeno unidos entre sí. La mayoría de las nubes de hidrógeno en el espacio consisten en hidrógeno molecular. Pero Maggie está compuesta por un 92% de hidrógeno atómico, lo que la hace particularmente interesante para los investigadores.
La mayoría de las estrellas, en efecto, se forman a partir de nubes de hidrógeno molecular que llegan a ser lo suficientemente densas como para colapsar bajo la fuerza de la gravedad y dar lugar a nuevos soles. Pero los investigadores sospechan que muchas de estas nubes de hidrógeno molecular podrían haber estado formadas por hidrógeno atómico en el pasado, aunque no tienen forma de explicar cómo las nubes atómicas pueden llegar a transformarse en nubes moleculares. Ahí radica, precisamente, uno de los principales misterios aún sin resolver en torno a la formación de estrellas.
En el caso de Maggie, solo alrededor del 8% del hidrógeno es molecular, y parece estar concentrado únicamente en ciertos puntos a lo largo de la nube. Por lo tanto, los investigadores sospechan que podría estar en proceso de convertirse en una o más nubes de gas molecular. El equipo espera que futuros estudios puedan aportar más datos para averiguar si efectivamente es así.
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