Se ‘hiberna’ SETI@home, uno de los proyectos más conocidos de búsqueda de civilizaciones extraterrestres

Después de más de 20 años en funcionamiento, el abuelo de los proyectos de computación distribuida cierra sus puertas. El programa SETI (Búsqueda de Inteligencias Extraterrestres) pierde uno de sus proyectos más emblemáticos.

SETI@home fue uno de los primeros proyectos científicos que involucraron al ciudadano de a pie en su desarrollo; era la prehistoria de lo que hoy se conoce como ciencia ciudadana. Para ello te descargabas un programa con el que tu ordenador, en los tiempos muertos en los que no lo utilizabas, se dedicaba a buscar patrones en las señales recibidas por el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico) durante su operación cotidiana. La idea subyacente era muy simple: si de forma habitual nos dedicamos a observar los objetos celestes en el rango de las ondas de radio -que es una de las formas más sencillas y baratas de comunicación interestelar- ¿no es posible que por casualidad se ‘cuele’ alguna emisión de una civilización extraterrestre y no nos demos cuenta porque estamos atentos a otra cosa? Si es así, para localizarla solo se necesitamos un ordenador muy potente que sea capaz de analizar la gran cantidad de información que se recibe. O mejor todavía, muchos ordenadores domésticos dedicados a esa tarea: SETI@Home se convirtió, de este modo, en el tercer proyecto más importante de computación distribuida dedicado a asuntos celestes.

El proyecto comenzó en 1999 y la acogida por parte de la población fue impresionante: solo dos años más tarde de su lanzamiento había realizado un total de mil millones de operaciones de coma flotante, algo fue reconocido en el Libro Guiness de los Récords de 2008 como el mayor cómputo realizado en la historia. Pero a pesar de los millones de seguidores, el próximo 31 de marzo el proyecto, dirigido desde la Universidad de Berkeley, echa la persiana. Las razones, según declaran sus responsables en la web del proyecto, son dos: uno, que “hemos analizado todos los datos que necesitamos por ahora”, y dos que “es mucho trabajo para nosotros gestionar el procesamiento distribuido de datos. Tenemos que centrarnos en completar el análisis de los resultados que ya tenemos”, y escribir un artículo con ellos.

SETI@home cierra sus puertas sin haber detectado una señal de origen extraterrestre

Para entender la decisión hay que tener en cuenta varias cosas. La primera es que mantener SETI@Home cuesta, como mínimo, medio millón de dólares anuales, y alguien los tiene que pagar. Segunda, que hay muchos datos que necesitan de un análisis fino y para ello se necesita tiempo personal y de computación que no se tiene si hay que seguir manteniendo y gestionando el proyecto. Y tercero, cuando nació no había muchos proyectos de este estilo, pero con los años la ciencia ciudadana ha ido creciendo y todos los nuevos proyectos necesitan de los mismos limitados recursos de que dispone SETI@home en el Berkeley Open Infrastructure for Network Computing, donde está alojado. Y a los nuevos hay que darles una oportunidad, la misma que ha tenido SETI@home durante más de veinte años.

Y esto es clave: ¿Qué otro proyecto científico que haya durado más de dos décadas no ha producido ni un solo resultado? Ninguno. De hecho, todo el programa de búsqueda de inteligencias extraterrestres, en todas sus formas, es único en su clase: no hay una ciencia sólida detrás de él, solo la esperanza de que sea cierto lo que sus defensores afirman. Desde que comenzó a mediados del siglo XX el programa SETI no ha aportado ninguna prueba, ni siquiera circunstancial, de que existan esas supuestas civilizaciones extraterrestres. Sus defensores responden con un conocido dicho: ausencia de pruebas no es prueba de ausencia. Y es cierto pero, ¿en qué se diferencia entonces SETI de otros campos que rozan, cuando menos, lo pseudocientífico, como la percepción extrasensorial o el espiritismo? En ambos casos tampoco hay una ciencia sólida que los respalde y tras más de un siglo de investigación sus defensores no han podido probar la existencia de esos fenómenos más allá de una duda razonable. ¿O es que pensar que hay civilizaciones extraterrestres en el universo mandando señales por el espacio es una idea menos ‘colorista’ que creer que hay fantasmas pululando por los castillos de Escocia?

Muy Interesante