Salvar especies en peligro de extinción con tecnología para estudiar estrellas
April 7, 2018 El Mundo , NoticiasLas cámaras termales equipadas en un dron detectan a los animales por el calor que emiten.
Proteger a los animales amenazados sin molestarlos. Es el objetivo de un equipo de investigadores que está aprovechando la tecnología que utilizan los astrónomos para espiar día y noche desde el cielo a especies codiciadas por los cazadores furtivos o que se encuentran en peligro por otras causas.
El mismo software usado para investigar estrellas ha sido incorporado a drones que barren grandes áreas naturales, algunas de difícil acceso, en las que vive la fauna salvaje. El proyecto, que acaba de ser presentado durante la Semana Europea de la Astronomía, el Espacio y la Ciencia que se celebra en Liverpool, combina algoritmos de inteligencia artificial (aprendizaje de máquinas o machine learning) con herramientas de detección astronómica y el software libre Astropy.
Según explica Claire Burke, investigadora de la Universidad John Moores de Liverpool (LJMU) y responsable del proyecto, con las cámaras termales infrarrojas pueden ver fácilmente a los animales gracias al calor que emiten sus cuerpos, a cualquier hora del día, e incluso si están camuflados en su entorno o están tapados por un árbol. Ese calor que generamos los humanos y los animales es captado por esas cámaras de la misma forma que hacen con las estrellas y las galaxias en el espacio.
El uso de cámaras termales infrarrojas para detectar animales no es algo nuevo, pues otros investigadores y organizaciones ecologistas las suelen utilizar. “La mayor ventaja de nuestra iniciativa es que por primera vez seremos capaces de monitorizar adecuadamente a los animales y detectar a los cazadores furtivos con un sistema autónomo”, dice Burke a EL MUNDO.
Normalmente, explica, los sobrevuelos duran unos 20 minutos y el dron puede ser configurado para que esté en el aire hasta una hora, aunque esto depende de las condiciones meteorológicas. La humedad es su principal obstáculo pues cuando la temperatura del suelo es similar con la del animal que están intentando detectar se complica el avistamiento.
Primero, el programa tuvo que aprender a distinguir a los animales en distintos tipos de entornos. Lo entrenaron en Reino Unido, en concreto en el Zoo de Chester y el Safari Knowsley de Liverpool. Las primeras pruebas de campo se realizaron en Sudáfrica en septiembre del año pasado, donde fotografió a los rinocerontes que ilustran este artículo. También hicieron pruebas con jirafas.
Pero su principal reto en Sudáfrica fue detectar al conejo ribereño (Bunolagus monticularis), considerado uno de los mamíferos más amenazados del mundo. Como es difícil divisarlo debido a su pequeño tamaño, el dron voló a sólo 20 metros de altura, logrando localizar cinco asentamientos de estos animales. “Para animales más grandes, como los orangutanes, normalmente volamos el dron a una altura de entre 50 y 100 metros para no molestarles mucho”, señala la científica.
“En Sudáfrica trabajamos estrechamente con la organización Endangered Wildlife Trust (EWT), que se mostraron entusiasmados sobre el uso de nuestro sistema para ahuyentar a los furtivos y poder monitorizar a las poblaciones de animales vulnerables tanto en zonas de caza como en zonas agrícolas”, afirma Burke, que espera colaborar con otros países africanos, aunque en su agenda para este año no tienen previsto volver a trabajar en este continente.
En mayo realizarán la siguiente prueba. Viajarán a Malasia para contar orangutanes y a México para buscar monos araña. En junio su objetivo serán los delfines de río de Brasil.
Esta iniciativa es un ejemplo de lo que se hace en un campo nuevo que se denomina astroecología y que combina los conocimientos de esas dos áreas para proteger el medio ambiente.
Tras doctorarse en Astrofísica y hacer un postdoc sobre la evolución de las galaxias más masivas, Burke se trasladó a la Oficina Meteorológica británica (Met Office) para investigar el impacto del cambio climático en fenómenos meteorológicos extremos. El año pasado regresó a Liverpool para trabajar en astroecología. Su labor se centra en aplicar técnicas usadas en astrofísica para monitorizar de forma automática la vida salvaje e intentar detener a los cazadores furtivos, que con frecuencia actúan de noche. También estudia el impacto del cambio climático en las especies que monitorizan.