Resuelto el misterio de la montaña solitaria en Ceres

Científicos encuentran los «fantasmas» de la presencia de 22 volcanes de hielo en la historia del planeta enano.

El criovolcán Ahuna Mons / NASA / JPL-Caltech / UCLA / Max Planck Institute for Solar System Studies / German Aerospace Center / IDA / Planetary Science Institute

Cuando la sonda Dawn de la NASA llegó al planeta enano Ceres en 2015, los científicos descubrieron la existencia de un criovolcán, que arroja agua y hielo en lugar de magma, al que llamaron Ahuna Mons. Se trata de una montaña de 4 kilómetros de altura relativamente joven, formada hace 200 millones de años. Aunque ya no está en erupción, lo estuvo en un pasado reciente. Pero lo que más llamó la atención de los científicos era su soledad. No había rastro de ningún otro volcán más en ese pequeño mundo congelado y redondo de 965 kilómetros situado en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. ¿Por qué? ¿Dónde se habían metido el resto de montañas?

La juventud y la soledad de Ahuna Mons presentaban un misterio. Parecía poco probable que Ceres hubiera estado dormido durante eones y de repente estallara en un solo lugar. Pero si otros volcanes helados se habían levantado sobre su superficie en épocas pasadas, no parecía quedar restos de los mismos.

¿Seguro? Un equipo de la Universidad de Arizona se propuso encontrar a los «fantasmas» de Ceres. Y cree haber dado con ellos, según explica en la revista «Nature Astronomy». En un artículo publicado el año pasado, los investigadores teorizaron que la evidencia de volcanes más antiguos en el planeta enano había sido borrada con el tiempo por un proceso natural llamado «relajación viscosa». Los materiales viscosos, como la miel o la arcilla, pueden comenzar como una mancha espesa, pero el peso de la mancha hace que rezume en una forma más plana con el tiempo.

«Las rocas no hacen eso bajo temperaturas y escalas de tiempo normales, pero el hielo sí lo hace», explica el científico planetario Michael Sori, responsable del estudio.

Debido a que Ceres está hecho de roca y hielo, Sori siguió la teoría de que las formaciones en el planeta enano fluyen y se mueven por su propio peso, de forma similar a como se mueven los glaciares en la Tierra. La composición y la temperatura de las formaciones afectarían a la rapidez con que se desploman en el paisaje circundante. Cuanto más hielo hay en una formación, más rápido fluye; cuanto menor es la temperatura, más lento lo hará.

Aunque Ceres nunca supera los -34ºC, la temperatura varía en toda su superficie. Los polos de Ceres son lo suficientemente fríos como para que las montañas de hielo permanezcan a lo largo del tiempo, pero no ocurre lo mismo en el ecuador.

Las simulaciones por computadora mostraron que la teoría de Sori era viable. Los modelos de criovolcanes en los polos de Ceres permanecieron congelados en su lugar por la eternidad. En otras latitudes del planeta enano, los volcanes comenzaron una vida alta y empinada, pero se hicieron más cortos, más anchos y más redondeados con el paso del tiempo.

Para demostrar que las simulaciones de computadora se habían desarrollado en la realidad, Sori revisó las observaciones topográficas de la nave espacial Dawn, en órbita alrededor de Ceres, para encontrar accidentes geográficos que coincidieran con los modelos.

22 volcanes de hielo

A lo largo de 2,5 millones de kilómetros cuadrados en la superficie de Ceres, Sori y su equipo encontraron 22 montañas, incluida Ahuna Mons, que se parecían exactamente a las predicciones de la simulación. «La parte realmente emocionante que nos hizo pensar que esto podría ser real es que encontramos una sola montaña en el polo», afirma Sori. Aunque es vieja y está maltratada por los impactos, la montaña polar, apodada Yamor Mons, tiene la misma forma general que Ahuna Mons. Es cinco veces más ancha que alta, una relación que se acentúa en montañas que se encuentran en otros lugares del planeta enano.

El equipo de Sori también descubrió que cada 50 millones de años se forma un volcán en Ceres. Esto equivale a un promedio de 10.000 metros cúbicos de material criovolcánico cada año, suficiente para llenar una sala de cine o cuatro piscinas olímpicas. Esta es mucha menos actividad volcánica que lo que se ve en la Tierra, donde los volcanes rocosos generan unos 700 millones de metros cúbicos de material en un año.

Además de ser menos productivas, las erupciones volcánicas en Ceres son más suaves que las de la Tierra. En lugar de erupciones explosivas, los criovolcanes crean el equivalente helado de una cúpula de lava: el criomagma, una mezcla salada de rocas, hielo y otros elementos volátiles como el amoníaco, sale del volcán y se congela en la superficie. La mayoría de los criovolcanes alguna vez poderosos en Ceres probablemente se formaron de esta manera antes de que se apaciguaran.

Las causas de las erupciones criovolcánicas en Ceres aún son un misterio, pero las investigaciones futuras podrían dar respuestas, ya que los signos de los volcanes helados se han detectado en otros cuerpos del sistema solar a medida que las sondas los sobrevuelan. Ceres es el primer cuerpo criovolcánico en el que una misión ha estado en órbita, pero Europa y Encelado, lunas de Júpiter y Saturno, son candidatas para el criovulcanismo, como también lo son Plutón y su luna Caronte. Europa es de especial interés porque se cree que tiene océanos líquidos atrapados debajo de una gruesa capa de hielo, que algunos científicos creen que está salpicada de volcanes de hielo. «Puede haber similitudes entre Europa y Ceres, pero tenemos que enviar la próxima misión allí antes de que podamos decirlo con certeza», apunta Sori.

ABC