¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando perdemos peso?

Esta es realmente una pregunta sobre cómo nuestros cuerpos almacenan y usan la energía que necesitamos para funcionar.

¿Qué ocurre cuando perdemos peso? En realidad, se trata de una pregunta que conduce a conocer cómo nuestros cuerpos almacenan y usan la energía que necesitamos para funcionar.

Por lo general, todos almacenamos energía en las células grasas distribuidas por todo el cuerpo. Algunas se encuentran en el abdomen alrededor de los órganos (grasa visceral) y otras debajo de la piel (grasa subcutánea). Unas cantidades menores de grasa también se sitúan en el tejido muscular. También, tenemos reservas más pequeñas de energía almacenadas en el hígado, los músculos y el cerebro en forma de glucógeno. El glucógeno es la forma almacenada de glucosa, el azúcar que es la principal fuente de energía del cuerpo.

Gastamos energía todo el tiempo, ya sea corriendo, comiendo o durmiendo. La energía que empleamos en reposo (para bombear la sangre, digerir los alimentos, regular la temperatura, reparar las células, respirar o pensar) es nuestro metabolismo basal, la energía mínima requerida para mantener las funciones biológicas básicas del cuerpo. Por eso, si tenemos sobrepeso, es porque acumulamos más energía de la que usamos. De hecho, el dichoso  aumento alrededor de nuestros vientres es una combinación de la acumulada grasa visceral profunda y la grasa subcutánea más superficial.

Cuando consumimos la energía mientras hacemos ejercicio intenso u otra actividad física, el glucógeno en nuestros músculos es el primero que se usa. El hígado libera glucógeno para ayudar a la actividad muscular y para regular los niveles de glucosa en la sangre. Después de unos 30 a 60 minutos de ejercicio aeróbico, el cuerpo comienza a quemar la grasa.

Si ingerimos menos energía de la que el cuerpo necesita en general para mantenerse, como cuando se practica una dieta, entonces el cuerpo recurre más a menudo a las reservas de grasa para obtener la energíaA medida que el cuerpo metaboliza la grasa, las moléculas de ácidos grasos se liberan en el torrente sanguíneo y se van al corazón, a los pulmones y a los músculos, que las separan y usan la energía almacenada en sus compuestos químicos. Los kilos que perdemos son básicamente los subproductos de ese proceso. Se expulsan en forma de agua, cuando sudamos y orinamos, y dióxido de carbono, cuando exhalamos. De hecho, los pulmones son el principal órgano destructor de grasa.

El cuerpo usa la energía para llevar a cabo los procesos básicos habituales en reposo (metabolismo basal) y para la actividad física que realizamos, que se considera el metabolismo activo.

El aumento de la masa muscular puede ayudar a quemar más calorías, porque los músculos requieren más energía para desarrollarse y mantenerse que la grasa. Esto puede impulsar el metabolismo basal y explica cómo el levantamiento de pesas y otros tipos de entrenamiento de fuerza cambian de manera significativa la composición del cuerpo. Hay que tener en cuenta que, si restringimos la ingesta de alimentos de manera drástica, el metabolismo se ajustará y usará menos calorías para las funciones básicas; el cuerpo también comenzará a descomponer los músculos para obtener la energía, lo que a su vez ralentizará el metabolismo. Teniendo en cuenta la química equilibrada de nuestro cuerpo, si intentas encontrar un atajo para la pérdida de peso, hay unas probabilidades muy altas de que el resultado sea contraproducente.

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