Qué es el maternés y por qué es bueno que lo emplees cuando hablas a tus hijos
February 4, 2020 Bienestar , NoticiasEste estilo de habla exagerada llama la atención del bebé y le ayuda a desarrollar el lenguaje y «conversar»
Padres y madres de prácticamente todo el mundo, con independencia del idioma que hablen, utilizan un estilo muy reconocible para hablar a sus bebés. Casi sin pensarlo, exageran el tono, de forma algo musical a veces, y emplean palabras sencillas y repetitivas. Es el maternés, un estilo de habla que llama la atención del pequeño y que, como han confirmado varios estudios, le ayuda mejorar sus habilidades lingüísticas más allá de los primeros balbuceos.
Un nuevo trabajo del Instituto de Aprendizaje y Ciencias del Cerebro (I-LABS), de la Universidad de Washington reafirma los beneficios del maternés incluso a más largo plazo de lo que se conocía, a los 18 meses, al tiempo que sugiere que se puede enseñar. Los progenitores se animan a practicarlo más si han sido previamente entrenados para ello, lo que viene especialmente bien a aquellos que se sienten «tontorrones» con el estilo.
«Hace tiempo que sabemos que el uso del maternés se asocia con mejores resultados en el lenguaje», dice Patricia Kuhl, codirectora de I-LABS y profesora de ciencias del habla y la audición. «Creemos que funciona porque es un gancho social para el cerebro del bebé: su tono alto y su ritmo más lento son socialmente atractivos e invitan al bebé a responder».
El maternés no es lo que a menudo se llama «baby talk», que generalmente es una mezcla de sonidos tontos y palabras sin sentido. En cambio, este estilo es un discurso completamente gramatical que involucra palabras reales, vocales alargadas y tonos de voz exagerados. Según los autores, hablado directamente al niño, suena feliz y comprometido, y ayuda a los bebés a sintonizar socialmente con sus padres y responder, aunque solo sea a través del balbuceo.
Turnos de conversación
En un estudio anterior, los investigadores de I-LABS rastrearon el uso de parentese entre adultos y sus bebés de 6 meses, y descubrieron que los bebés cuyos padres participaron en sesiones de entrenamiento balbucearon más y produjeron más palabras a los 14 meses que los bebés cuyos padres no aprendían la técnica.
El nuevo trabajo, publicado en la revista PNAS, se centra en los resultados en el habla del niño hasta los 18 meses. Para evaluar la producción del lenguaje infantil, todas las familias en el estudio recibieron una grabadora liviana, que el niño llevaba en un chaleco especialmente diseñado durante cuatro fines de semana separados a las edades de 6, 10, 14 y 18 meses. El dispositivo grabó tanto el discurso de los padres como el de los bebés durante dos días consecutivos, de modo que los investigadores pudieron medir el uso de los «turnos de conversación» (intercambios verbales de ida y vuelta) entre padres e hijos, así como la producción del lenguaje infantil, ya sea balbuceo o palabras reales.
Cien palabras de promedio
Las 48 familias asignadas aleatoriamente para recibir entrenamiento aprendieron estrategias de comunicación específicas, cómo hablar directamente con el niño e involucrarlo en turnos de conversación. Los resultados muestran que el entrenamiento hizo efecto. Entre los 14 y los 18 meses, las familias entrenadas mostraron un salto drástico en la conversación por turnos y las vocalizaciones de los niños. Los hijos de padres entrenados produjeron palabras reales, como «plátano» o «leche», con casi el doble de frecuencia que los niños cuyos padres estaban en el grupo de control. Los pequeños de familias entrenadas decían unas 100 palabras como promedio, en comparación con las 60 de los bebés del grupo de control.
Y estos beneficios podrían extenderse en el tiempo. «Sabemos que las habilidades del lenguaje en la infancia predicen etapas posteriores en el desarrollo del lenguaje, por lo que estas mejoras (tempranas) podrían tener efectos en cascada en el desarrollo del habla con el tiempo», explica Naja Ferjan Ramírez, profesora asistente de lingüística de la UW.
Como dice Kuhl, «el lenguaje evolucionó para facilitar las habilidades de comunicación social que son esenciales para la supervivencia de la especie. En este estudio, observamos de primera mano cómo el lenguaje y el compromiso social de los padres pueden promover los primeros susurros del bebé, que se convierten en palabras y luego en oraciones: educar a los infantes en el arte de la comunicación humana».