Primera prueba de defensa planetaria: «Todo apunta a que el asteroide se ha movido»

Más esférico de lo esperado, Dimorphos resultó ser un objetivo ideal para la nave DART de la NASA.

Imágenes del impacto de la misión DART en Dimorphos / ASI / NASA

Más de dos mil personas acudieron el lunes a las 07:14 p.m., a la sede del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Maryland (EE.UU.) con ánimo festivo para presenciar en gigantescas pantallas colocadas al aire libre la primera prueba de defensa planetaria en la Historia de la humanidad. Y no quedaron decepcionados. Todos los presentes, la mayoría investigadores y sus familias, estallaron en aplausos, saltos y gritos cuando una sonda de la NASA llamada DART (dardo), comparable en tamaño a un gran electrodoméstico, lograba impactar contra el asteroide Dimorphos, de 160 metros de diámetro y luna de otro más grande, Didymos, de 800 metros.

Aunque el sistema doble, situado a once millones de kilómetros de la Tierra, no supone ningún peligro, fue elegido porque resultaba idóneo para probar el ‘impacto cinético’, la estrategia considerada por la agencia espacial como la más efectiva para desviar una roca que sea una amenaza real en el futuro.

Aún habrá que esperar días o semanas para confirmar que Dimorphos ha sido desplazado de su órbita, pero las imágenes proporcionadas horas más tarde por diferentes observatorios terrestres y por Licia, el cubesat italiano que acompaña a DART, parecen indicar que así ha sido. Para la NASA el impacto ya es «un éxito» en sí mismo.

«Es que entrañaba una gran dificultad», explica Isabel Herreros, investigadora del Centro de Astrobiología (CAB-CSIC-INTA), que siguió en directo el impacto desde el APL con «muchos nervios y tensión» ante lo que iba a suceder. Era la primera vez que se hacía algo semejante, con un blanco móvil realmente pequeño y lejano, pero DART consiguió dar en la diana. «La sonda navegó de forma autónoma durante sus últimas (cuatro) horas y distinguió correctamente cuál de los dos asteroides, que están muy juntos, era su objetivo», señala.

El acercamiento, que pudo seguirse prácticamente en directo gracias a la cámara Draco a bordo de DART, permitió ver, por primera vez, a la pareja de asteroides.

Una esfera, por suerte

«Hemos descubierto que Didymos es más alargado de lo que esperábamos. Por el contrario, Dimorphos es mucho más esférico. Ha sido una sorpresa», señala Herreros. Y una suerte, porque el pequeño asteroide, una pila de escombros, ha resultado ser un objetivo ideal, aún mejor de lo que esperaban los investigadores. «Al ser esférico, la nave ha podido elegir con más facilidad el punto de impacto y evitar efectos indeseados», dice.

Además, el hecho de que no muestre cráteres en su superficie rocosa sugiere que Dimorphos está formado por un material poco cohesionado, que se mueve y renueva su aspecto con el tiempo. «Eso significa que el impacto puede haber provocado la eyección de una gran cantidad de material, lo cual habrá permitido modificar en cierta medida la trayectoria de la roca», señala Herreros. Varias imágenes proporcionadas por observatorios terrestres, en los que se aprecia una gran cantidad de material eyectado, parecen confirmar la teoría.

Todos estos datos hacen que los investigadores se sientan optimistas. «Todavía no se puede asegurar, pero tenemos buenas expectativas con respecto a los resultados del impacto. Esperamos que el impulso haya movido al asteroide hacia la órbita interna a la que queríamos desviarlo», confía.

Para confirmarlo habrá que esperar días, quizás semanas, hasta que las imágenes de los diferentes observatorios en todo el mundo hayan sido procesadas y cotejadas. En cuanto a la formación o no de un cráter en la superficie de Dimorphos, es posible que Licia lo haya captado, pero no se sabrá con seguridad hasta 2026, cuando la misión Hera de la Agencia Espacial Europa (ESA) vaya a inspeccionar el sistema.

Para José María Madiedo, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), la misión ha supuesto «un salto enorme en la defensa planetaria. En 65 millones de años desde que se extinguieron los dinosaurios (por las consecuencias del impacto de un meteorito en lo que ahora es el Yucatán, en México) hasta ahora no habíamos avanzado mucho en saber cómo defendernos de un asteroide. Si los dinosaurios no pudieron hacer nada, nosotros tampoco habíamos desarrollado herramientas para tratar de evitarlo. Ahora ya hemos ensayado una técnica que nos puede ayudar a hacer frente a una catástrofe de este tipo. Esto supone un cambio radical».

Visitas inquietantes

A su juicio, el esfuerzo y el gasto que supone esta misión «merecen la pena. Vemos este tipo de catástrofes como algo muy lejano, de ciencia ficción, pero no es así. El impacto del cometa Shoemaker Levi 9, de un kilómetro de diámetro, contra el planeta Júpiter en 1994 nos abrió las ojos. A partir de ahí nos lo tomamos mucho más en serio».

Además, no hace falta remontarse a los dinosaurios. La Tierra ha tenido visitas inquietantes más recientemente, como el evento Tunguska en 1908, una explosión que arrasó 2.000 km cuadrados de bosques en Siberia; o la roca de 20 metros que estalló en los Urales en 2013 provocando multitud de heridos y edificios dañados.

ABC