Por qué todavía no hemos contactado civilizaciones extraterrestres

Ese interrogante es el que intenta develar un estudio de astrobiología impulsado por investigadores del Observatorio de Córdoba de la UNC y la Universidad Católica de Córdoba.

Desde tiempos inmemoriales, la pregunta sobre si los seres humanos están solos en el universo ha permanecido abierta. Distintas hipótesis han ofrecido respuestas, pero ninguna ha podido ser verificada aún. Si acaso existieran civilizaciones en planetas distantes, ¿qué probabilidades habría de establecer algún contacto con ellas?.

Un estudio reciente del Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC) y la Universidad Católica de Córdoba (UCC) evaluó más de 150 mil simulaciones, que incluyeron 5204 escenarios posibles, con el propósito de determinar, en un análisis probabilístico, qué parámetros deberían cumplirse para favorecer una comunicación con seres inteligentes extraterrestres.

Recurrieron para ello a un método estadístico de simulaciones denominado “Montecarlo”. La metodología consiste en generar una gran cantidad de escenarios (conjuntos de parámetros a los que se les van asignando distintos valores), y realizar con ellos simulaciones numéricas.

Con esa herramienta estimaron la probabilidad de contactos causales con otras civilizaciones, siempre dentro de la Vía Láctea. Concluyeron que la ausencia de detección de señales inteligentes extraterrestres podría explicarse en función de fenómenos astrofísicos, las grandes distancias en la galaxia y la vida limitada de las civilizaciones, por lo que no sería raro que en un período de tiempo corto –como por ejemplo, 100 años– no haya detecciones.

En todas las alternativas analizadas, las posibilidades de comunicación son bajas, excepto para un escenario donde la galaxia está densamente poblada y las civilizaciones son muy antiguas. Esas chances aumentan significativamente a medida que crece el número de civilizaciones activas, si la mismas ya hubieran descubierto o desarrollado la tecnología necesaria.

Cabe destacar que si bien en la investigación se piensa el problema en términos de civilizaciones, lo que en realidad analiza son contactos causales restringidos entre nodos.

El estudio fue realizado por por Marcelo Lares y Luciana Gramajo, ambos del Observatorio Astronómico de Córdoba, y José Funes, de la Universidad Católica de Córdoba.

En rigor, el estudio no realiza ninguna suposición sobre el origen o la evolución de la vida inteligente extraterrestre. Es un experimento teórico que consiste en estimar la probabilidad de contacto entre ellos, si su distribución en el tiempo y espacio fuera de cierta forma.

En este esquema, la evolución tecnológica juega un papel fundamental, ya que en función de los avances actuales es posible inferir que cualquier comunicación dentro de la galaxia se realizaría mediante ondas electromagnéticas, es decir, ondas de radio. No obstante, esto podría cambiar en el futuro, con el desarrollo de nuevas tecnologías.

Así, por ejemplo, si la Vía Láctea estuviera poblada de civilizaciones con un desarrollo equivalente al que poseía la Tierra hace diez mil años, la comunicación sería imposible. Simplemente carecerían de la tecnología necesaria para entablar cualquier contacto entre ellas.

Otra variable crucial es la densidad poblacional de los nodos y las distancias que los separan entre sí. Para comprender esto hay que considerar que la Vía Láctea tiene una extensión de 100 mil años luz. Si existieran dos civilizaciones en los márgenes opuestos, cualquier señal demoraría 200 mil años en ir de una a otra y retornar.

“Uno de los problemas al plantear las posibilidades de comunicación entre civilizaciones inteligentes, es que tanto el mensaje como el canal de comunicación deben buscarse sin un acuerdo previo. Es posible que existan dos entidades que utilizan diferentes tecnologías y entonces el contacto no sucederá”, explica Lares, investigador del OAC y autor principal del trabajo publicado.

“Otra posibilidad es que la diferencia entre sus tecnologías se deba al grado de avance. Por ejemplo, si llegara un mensaje a través de ondas gravitacionales –esto es muy especulativo, pero sirve para ilustrar la idea–, solo podríamos detectarlo una vez que contemos con esa tecnología, que fue adquirida mucho después que la tecnología para detectar ondas de radio”, completa Lares.

Según explica el astrónomo, el relevamiento del cielo y la búsqueda de las nuevas tecnologías se irá dando de manera independiente, con lo cual quizás en un futuro se consigan nuevos canales de comunicación.

“Otra idea personal, es que a pesar de que la probabilidad de éxito sea muy baja, el ‘premio’ es muy alto y podría tener un impacto muy fuerte en nuestra civilización. Por lo que en este caso, conviene intentar.” completa el astrónomo.

Otros mundos, Tierra, Humanidad y Espacio Remoto (OTHER) es un laboratorio de ideas que propone un enfoque multidisciplinar en la búsqueda de otros mundos habitados. Es un grupo conformado por investigadores en astronomía, biología, teología y filosofía, entre otras disciplinas.

Entre los temas que aborda, se encuentra la discusión sobre el impacto que tendría un eventual descubrimiento de una civilización extraterrestre en la concepción filosófica, social y religiosa de nuestra propia civilización. Para ello, revisan conceptos acerca de la naturaleza, la vida, la inteligencia y la espiritualidad, al tiempo que consideran las posibles escalas y alcance de las civilizaciones en la Vía Láctea.

Una de las principales propuestas que plantea la comunidad de búsqueda de vida extraterrestre es la exploración de nuevas estrategias de exploración, alternativas al tradicional enfoque de la radioastronomía.

Ello requiere comprender la situación en las que nos encontramos en cuanto a las limitaciones tecnológicas y físicas, y tratar de cuantificar las probabilidades de éxito inherentes a cada estrategia.

Una de las líneas de trabajo que derivaron de estas discusiones es la que utiliza métodos numéricos y modelos estadísticos para analizar diferentes escenarios de las redes de comunicación en la galaxia.

DICYT