Por qué amor no significa lo mismo en turco que en español
December 20, 2019 El Mundo , NoticiasEl significado de las emociones puede diferir en todo el mundo, según una nueva investigación de casi 2.500 idiomas.
La palabra somalí para miedo es «cabsi». En tagalo, «takot». En islandés, «ótti». Amor, por ejemplo, se traduce al turco como «sevgi» y al húngaro como «szerelem». ¿Pero estas traducciones comunican la misma experiencia humana? ¿Tienen el mismo significado? Investigadores de psicología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, en colaboración con científicos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y la Universidad Nacional de Australia, han estudiado 2.474 idiomas hablados de todo el mundo y han descubierto que la forma en que los humanos conceptualizan emociones como la ira, el miedo, la alegría o la tristeza puede diferir entre hablantes de diferentes idiomas.
Para abordar el estudio, el más grande de su tipo, los investigadores utilizaron una muestra global de idiomas (base de dato Clics) para construir y analizar grandes redes de colexificación, un fenómeno que ocurre cuando una palabra tiene más de un significado en un idioma. La mayoría de las veces, sucede porque los hablantes de un idioma ven dos conceptos como similares. Por ejemplo, los rusos usan la palabra «ruka» para describir tanto la mano como el brazo. En este estudio, los investigadores se preguntaron si los idiomas colexificaban las emociones y, de ser así, qué emociones se consideraban similares y distintas.
Sorpresa y esperanza
El equipo descubrió que los idiomas describen las emociones de manera diferente en todo el mundo. Por ejemplo, algunos idiomas ven el dolor como algo similar al miedo y la ansiedad, mientras que otros lo ven como algo similar al arrepentimiento.
Estas redes de colexificación de emociones variaron significativamente, lo que sugiere que las palabras que expresan emociones pueden variar en significado entre idiomas. Por ejemplo, en las lenguas austronesias (más de un millar que se distribuyen entre la isla de Madagascar, el archipiélago malayo y Oceanía), «sorpresa» está estrechamente asociada con «miedo», mientras que las lenguas tai-kadai del sudeste asiático la relacionan con los conceptos «esperanza» y «querer».
«La emoción ‘sorpresa’ es particularmente útil para comprender este estudio», dice Joshua Conrad Jackson, de UNC-Chapel Hill y autor principal del estudio que publica la revista «Science». «Dado que una familia de idiomas tiene asociaciones negativas con la palabra y otra tiene asociaciones positivas, se puede imaginar cómo los hablantes de estos diferentes idiomas podrían responder a las personas que saltan desde detrás de los muebles o desde un cuarto oscuro y gritan ‘¡sorpresa!’».
El equipo también descubrió que la forma en que las culturas expresan las emociones está vinculada a la geografía. Los grupos de idiomas ubicados más cerca uno del otro comparten visiones más similares de emoción en comparación con los grupos de idiomas lejanos. «Esta diferencia es probable debido al contacto histórico y las comunicaciones entre los grupos cercanos, lo que ha llevado a una mayor comprensión compartida de las emociones», explica Jackson.
Feliz versus arrepentido
Independientemente de la geografía, todos los idiomas distinguen las emociones principalmente en función de si son agradables o desagradables de experimentar, y si implican niveles bajos o altos de excitación. Por ejemplo, pocos idiomas ven la emoción de tristeza de baja excitación como similar a la emoción de ira de alta excitación, y pocos idiomas ven la emoción agradable de «feliz» como similar a la emoción desagradable de «arrepentimiento».
Esto sugiere que hay elementos universales de la experiencia emocional que pueden provenir de la evolución biológica. «En una muestra tan diversa, me sorprendió ver cómo universalmente los idiomas distinguían las emociones agradables de las emociones desagradables», reconoce el investigador.
Además de estos hallazgos, el proyecto muestra cómo las colexificaciones pueden ilustrar asociaciones semánticas en diferentes culturas. «Estas grandes redes asociativas no solo nos ayudarán a estudiar cómo los humanos dan sentido a diferentes conceptos, sino que también pueden arrojar luz sobre las diferencias culturales en esta creación de significado», afirma Kristen Lindquist, autora principal. «Los psicólogos han estudiado durante mucho tiempo cómo los humanos entienden sus mundos, y los futuros investigadores podrán aplicar nuestro método para estudiar la comprensión de diferentes tipos de conceptos».