¿Podríamos frenar las consecuencias del envejecimiento en el cerebro?

El funcionamiento de los vasos linfáticos en el cerebro podría estar relacionado con enfermedades degenerativas como el alzhéimer.

El cerebro humano es una de las primeras víctimas que sufren los estragos del paso del tiempo. Al envejecer, nuestro cerebro reduce su peso y tamaño hasta en un 15%, provocando un deterioro de las funciones cognitivas, la memoria y la capacidad de aprendizaje. El envejecimiento del cerebro está asociado también a enfermedades neurodegenerativas, pérdidas de memoria o demencia. Una nueva investigación señala que el desarrollo de estas enfermedades, como el alzhéimer, o la disminución de la capacidad cognitiva provocada por el paso del tiempo están relacionados con el envejecimiento de los vasos que conectan el cerebro y el sistema inmunológico.

El equipo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia, al profundizar en esta conexión, ha conseguido incrementar significativamente la capacidad de aprender y recordar en ratones ancianos tras mejorar el funcionamiento de sus vasos linfáticos. Si se continuara con esta línea de investigación, se podrían desarrollar nuevas formas con las que tratar o prevenir la enfermedad de Alzheimer, las pérdidas de memoria asociadas con la edad y otras enfermedades neurodegenerativas. El líder de la investigación es el Doctor Jonathan Kipnis, el neurocientífico responsable del descubrimiento en 2015 de los vasos linfáticos que rodean el cerebro. A pesar de la relevancia que este hecho tuvo, Kipnis ha declarado que su último estudio es el más importante hasta la fecha. “Cuando consigues que ratones envejecidos naturalmente aprendan y recuerden es muy emocionante”, ha declarado. “Somos muy optimistas con la posibilidad de vivir muchos años sin desarrollar enfermedades como el alzhéimer”.

El proceso de limpieza del cerebro

Los vasos linfáticos del cerebro, que se creía que no existían hasta su descubrimiento, parecen jugar un papel muy importante en el proceso de autolimpieza del cerebro. El trabajo llevado a cabo por los investigadores proporciona la visión más completa que se tiene hasta ahora de la finalidad de esos vasos y su aportación en el correcto funcionamiento del cerebro y su envejecimiento.

Kipnis, director del Center for Brain Inmunology and Glia (BIG), y su equipo utilizaron un compuesto que aumentaba el flujo de desechos del cerebro a los nódulos linfáticos del cuello en los ratones envejecidos. Estos, como parte del sistema inmunológico, filtraron y drenaron las sustancias de desecho del cerebro y ese mejor funcionamiento tuvo un efecto directo en la habilidad de aprender y recordar de los ratones. Esta ha sido la primera vez que se han mejorado las capacidades cognitivas de los ratones a través de la vasculatura linfática que rodea el cerebro. Los resultados obtenidos señalan que la obstrucción de los vasos en ratones provocaba la acumulación de placas amiloides dañinas, las cuales suelen estar relacionadas con el alzhéimer y cuya acumulación aún no ha sido explicada.

“Si hablamos de personas con alzhéimer, el 98% de los casos no vienen dados por una predisposición familiar, por lo que sería importante saber qué aspectos del cerebro se ven afectados y provocan estas enfermedades”, ha declarado el investigador Sandro Da Mesquita. El siguiente paso del equipo es averiguar qué cambios ocurren en el cerebro humano envejecido para poder desarrollar un tratamiento concreto que trate las enfermedades relacionadas con el envejecimiento.

Tratar o prevenir

El equipo de Kipnis pretende desarrollar un medicamento que mejore el funcionamiento de los vasos linfáticos y señalan la importancia de desarrollar un método que permita determinar cómo funciona la vasculatura linfática meníngea en las personas. Afirman que la mejor forma de tratar la enfermedad de Alzheimer es combinar la reparación de la vasculatura linfática con otros procesos, e incluso que esta nueva información podría hacer que se retomaran tratamientos previos que habían sido descartados. “Revertir el alzhéimer será difícil, pero tal vez podamos retrasar sus síntomas manteniendo la funcionalidad de la vasculatura lifática”, concluye Kipnis.

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