Para vivir en el espacio exterior tenemos que pagar un gran tributo: perder parte de nuestra vista. Esta es la razón

Los riesgos a largo plazo de vivir en el espacio incluyen pérdida ósea o la debilidad muscular, solo por nombrar algunos efectos secundarios nocivos, por lo que dejar atrás la gravedad ciertamente tiene sus obstáculos.

Algunos de estos obstáculos potenciales ya se han estudiado ampliamente o se están investigando actualmente, pero investigadores de MUSC Health han encontrado un área de espacio importante pero desatendida que debe estudiarse más a fondo: el cerebro y el efecto de la gravedad en la vista.

Síndrome neuroocular asociado a los vuelos espaciales

En un estudio reciente publicado en JAMA Network Open, los investigadores han analizado el llamado síndrome neuroocular asociado a los vuelos espaciales (SANS) y han comparado los escáneres cerebrales antes y después del vuelo espacial.

Cuanto más tiempo permanecen los astronautas en el espacio, más informan sobre visión borrosa y problemas de visión cuando regresan a la Tierra. Por ello llevan incluso gafas adicionales cuando van al espacio. Afecta al 70 % de los astronautas.

Con SANS, los astronautas regresan a la tierra con agudeza visual alterada. Los glóbulos de sus ojos se aplanan, partes de sus retinas muestran heridas y sus discos ópticos se hinchan. Algunos astronautas se recuperan de estos cambios en unas pocas semanas, mientras que otros pueden tardar meses o incluso años. También hay algunos que nunca se recuperan por completo.

La NASA ha considerado a SANS como una de sus principales prioridades de investigación, según los autores de este estudio, y los resultados del mismo hacen avanzar esa investigación al proporcionar información sobre lo que le sucede al cerebro y la vista en el espacio. Gran parte de la investigación se centra en la pérdida de masa muscular en el espacio, pero rara vez se centra en el cerebro de forma específica.

Más adelante, Roberts y Rosenberg, los autores principales del estudio, analizarán las formas en que los SANS pueden diferir entre los géneros. Sin poder realizar una resonancia magnética en el espacio, Roberts dice que es difícil precisar cuándo ocurre exactamente el cambio en los senos venosos durales (podría ser durante el despegue del vuelo, en el espacio o mientras se aclimata a la tierra al regresar), por lo que también está investigando una máquina de resonancia magnética móvil para realizar exploraciones en el espacio para comprender mejor cómo se desarrolla la afección.

Xataka