Para la depresión y la diabetes, médicos prescriben visitar un museo de arte.

Esta iniciativa busca hacer del arte la medicina del siglo XXI. 

Museo Nacional de Arte (México) / Instagram

La relación entre el arte y la salud no es evidente en un primer momento. Solemos pensar al arte a la luz de la creatividad y de la intelectualidad, de la apreciación y la cultura. La salud, por el contrario, la asociamos a diversos elementos relacionados con el cuerpo: la alimentación, el ejercicio físico, el metabolismo y el envejecimiento, etc. Y dado que en Occidente estamos habituados a separar mente y cuerpo, parece difícil pensar que una actividad “intelectual” como crear o apreciar una obra artística tenga efectos en nuestra salud corporal.

Sin embargo, dado que dicha división entre la mente y el cuerpo es en realidad falsa (ambos forman parte de un mismo sistema y son expresión de una misma corriente de vida), es posible que el arte también pueda sanarnos y, en general, contribuir a nuestro estado de bienestar. Después de todo, si hacemos algo que nos place, nuestro cuerpo reacciona favorablemente. En el aspecto químico, liberando hormonas y neurotransmisores vinculados a las sensaciones de felicidad, recompensa y satisfacción. En el sentido anímico, la actividad que nutre nuestro espíritu, que nos cultiva y amplía nuestros horizontes, nos ayuda a entender de la vida de otra manera, acaso mejor o con mayor precisión, quizá con más belleza.

Bajo esa perspectiva, un grupo de médicos en Canadá comenzarán a prescribir visitas a museos de arte a los pacientes que padezcan depresión, diabetes y algunas otras enfermedades de tipo crónico.

Este proyecto nació como una colaboración entre la organización Médicos Francófonos de Canadá y el Museo de Bellas Artes de Montreal. Los médicos decidieron participar e impulsarlo porque están convencidos de que el arte mejora significativamente la calidad de vida de una persona, pero sobre todo, porque existe un fundamento científico para esta práctica.

Hélène Boyer, vicepresidenta de la organización, destacó los resultados que se han obtenido en investigaciones relacionadas con la terapia de arte, en las cuales se han medido los niveles de las hormonas responsables de nuestro bienestar mientras se está en contacto con una obra de arte: visitar un museo puede liberar tanta serotonina y cortisol como realizar ejercicio físico.

El proyecto comenzará el 1o de noviembre próximo. En su etapa inicial, los médicos podrán prescribir hasta 50 visitas anuales al Museo de Bellas Artes de Montreal a igual número de pacientes. A su vez, cada receta da derecho de admisión al museo a dos adultos acompañados de dos niños de menos de 17 años (con lo cual se favorece la apreciación artística como un ejercicio colectivo).

Por sus cualidades, esta iniciativa lleva también a pensar de otra manera la salud y la cura de una enfermedad. Quizá, como parece sugerirse, para sanar a veces lo único que necesitamos es apreciar lo bello que hay en el mundo y las mayores obras que ha sido capaz de realizar el ser humano.

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