“Papá, he descubierto una supernova”
December 11, 2018 El Universo , NoticiasUn niño español de 9 años se convierte en la persona más joven en descubrir una supernova.
Las manos de Diego Fernández Ortiz, de 9 años, se posan con decisión en el telescopio como si fuese el timón de un barco. El nuevo mundo que ha conquistado está mucho más lejos que la otra orilla del océano. Ha descubierto desde Moscú una supernova en la constelación del Pez Volador, conocida también como Volans, con ayuda de imágenes captadas por el telescopio australiano T31.
Diego, que vive en Moscú porque su padre está destinado ahí, habla ruso y español perfectamente y tiene la mirada curiosa y prudente de cualquier niño estudioso de su edad. Sólo que el día que en casa le regañen por haber perdido un guante, podrá decir que a cambio encontró una explosión estelar que produce destellos de luz muy intensos (pueden durar desde varias semanas a varios meses) y que provoca la expulsión de las capas externas de la estrella por medio de fuertes ondas de choque acompañadas de elementos pesados. Eso es, en pocas palabras, una supernova.
Le empezó a picar el gusanillo de la astronomía a los tres años, cuando vio con su padre un documental sobre la ciencia que estudia los cuerpos celestes del universo. En clase, en el barrio e incluso en la televisión rusa ya conocen a este precoz astrónomo como el más joven descubridor de una supernova, pues el récord anterior lo tenían otros chavales de 10 años. El hallazgo se produjo el pasado 1 de diciembre y tuvo como coautores a los alumnos rusos Kiril Ionov, Ivan Spasich y Denis Vdovin, de 13, 12 y 14 años, respectivamente.
Taller de astronomía
Forman parte del la decena de chavales que acuden al taller de astronomía del centro educativo extraescolar Donskoi. Su profesor de astronomía, Denis Denisenko, encargó a sus pupilos examinar un sector del cielo de la constelación del Pez Volador. Los pequeños manejan el telescopio australiano en el portátil del maestro. El ingenio técnico de las antípodas tiene un diámetro del espejo 20 pulgadas.
Diego se fijó que había un punto brillante que no figuraba en la imágenes anteriores y de inmediato comenzaron las comprobaciones. “Primero me pareció que era un defecto del ordenador. Resulta que era una supernova”, explica a EL MUNDO este pequeño moscovita español natural de Cieza (Murcia). Allí acude en vacaciones a ‘excursiones astronómicas’ a 18 kilómetros del centro urbano (para evitar la contaminación lumínica) de la mano de la Asociación Astro. Lo acompaña su hermana pequeña, Andrea, que ya tiene buen ojo para ver estrellas fugaces.
Desgraciadamente en Moscú las estrellas hay que verlas en foto. “Hay demasiada luminosidad, las nubes tapan y dan mucha luz para el telescopio por las luces de las casas, los coches”, explica sin aire doctoral.
“Papá he descubierto una supernova”, le dijo a su progenitor cuando fue ha buscarlo al centro. Tiene magnitud 17.1 y recibió el nombre PSN-DNTTM y quedó registrada en el catálogo como 2018jgq. “Ahora me conoce todo el cole, incluso el director”, recuerda Diego sorprendido. Hasta la pastelera del barrio lo reconoció tras verlo en la tele: es el chico de las estrellas.
Su profesor, Denis Denisenko, lleva tres años guiándole por las galaxias desde esas cuatro paredes. Orgulloso de su discípulo, abre los ojos como platos cada vez que recuerda aquel 1 de diciembre en el que fueron los primeros en retratar un rincón del universo: “Cuando lo comprobamos, vimos que no había sido descubierta todavía”, recuerdan compartiendo pupitre. “En cada descubrimiento hay una parte de suerte, pero también hay una parte merecida“, dice Denisenko, que es astrónomo de la Universidad Estatal de Moscú. Diego, que cumplirá 10 años el 25 de diciembre, ya tiene planes para el futuro: “Ahora quiero encontrar un agujero negro, aunque es más difícil”.