Un grupo de científicos del Instituto Salk de Estados Unidos ha descubierto patrones de ondas neuronales en el cerebro despierto que mejoran la capacidad visual y hacen posible la detección de objetos que de otra manera pasarían desapercibidos. Según un comunicado, se trata de ondas cerebrales “viajeras” dedicadas a recopilar información visual que posteriormente es empleada en el reconocimiento de objetos difíciles de percibir.
Muchas veces hemos pasado por una situación en la cual buscamos desesperadamente algo perdido por una innumerable cantidad de lugares, pero finalmente lo encontramos más cerca de lo pensado, casi frente a nuestros ojos. La ciencia parece haber encontrado una explicación a este fenómeno: son las ondas cerebrales “viajeras” las que nos permiten hallar lo perdido y que previamente no habíamos detectado.
Bajo la dirección del profesor John Reynolds, los científicos estadounidenses han hallado mecanismos neuronales subyacentes a la percepción de los objetos, que se manifiestan como ondas cerebrales “viajeras” y van recopilando información, para que posteriormente el área visual del cerebro la utilice cuando sea necesario ver un poco más allá de lo evidente.
El trabajo, que ha sido publicado en la revista Nature, combinó grabaciones en la corteza visual con técnicas informáticas de vanguardia, para poder detectar las ondas cerebrales implicadas en este proceso y describir su actividad. Los resultados son claros: cuando el objetivo visual se encuentra alineado a las ondas cerebrales “viajeras”, se incrementan considerablemente las posibilidades de ver aquello que parecía oculto en una primera mirada.
Percepción visual consciente
Los especialistas registraron la actividad de las neuronas en la corteza visual, un área del cerebro que contiene un mapa completo de la información relacionada con el mundo visual y espacial. El registro se realizó mientras los participantes apreciaban un objetivo en pantalla en el umbral de visibilidad, o sea que solamente podían verlo durante la mitad del tiempo de duración de la prueba.
Al comprobar que la percepción del objetivo no se relacionaba con cambios o variaciones en el mismo, concluyeron que la causa era algún tipo de modificación en los patrones neuronales en el cerebro de los participantes. Descubrieron que la capacidad del cerebro para reconocer el objetivo estaba atada a la ubicación de las ondas cerebrales “viajeras”. Cuando las mismas se alineaban con el estímulo, el observador podía detectar el objetivo más fácilmente.
Los científicos describieron a estas ondas como una actividad eléctrica espontánea que viaja y se propaga por el cerebro, recibiendo la estimulación de neuronas locales cuando es necesario potenciar la percepción visual. Es en ese momento de integración entre el estímulo y las ondas cerebrales cuando se hace posible la ampliación de la sensibilidad perceptiva.
En futuras investigaciones, los expertos buscarán determinar si las ondas viajeras se encuentran coordinadas en diferentes regiones del cerebro dedicadas a la visión, e incluso si participan de una especie de mecanismo holístico de percepción consciente, en el cual el cerebro funciona como un todo.