Ante todo, es necesario entender cuál es la diferencia entre el canto y otros sonidos producidos por los animales.
“Todos los cantos son sonidos, pero no todos los sonidos son cantos”, dijo a Live Science (LS) Brian Farrell, profesor de biología en la Universidad de Harvard que se dedica parcialmente al estudio de los sonidos de los animales en la naturaleza.
Según Farrell, el canto implica también cierto grado de composición, algo relacionado con una capacidad de improvisar. Los animales que cantan a menudo lo aprenden de sus padres, en lugar de sencillamente nacer con la habilidad. Se cree que este aprendizaje flexible es lo que sostiene la capacidad de improvisar, explicó el científico.
La definición de canto es, sin embargo, bastante subjetiva. De manera general, se puede considerar canto “un cierto subconjunto de señales animales que nos suenan muy musicales”, dijo Charles Snowdon, primatólogo y profesor emérito de psicología en la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU), quien estudia la comunicación entre los animales y la relación de ellos con la música.
Los artistas de la naturaleza
El murciélago de cola libre (Tadarida brasiliensis), por ejemplo, es un animal con un canto bastante peculiar. Los machos de esta especie intentan atraer la atención de las hembras durante la temporada de apareamiento con una aguda melodía; tan aguda que los humanos necesitan un equipo de audio especial para escucharla.
Cuando el animal del sexo masculino logra finalmente captar el interés de una pareja potencial, rápidamente cambia su canto e incorpora una variedad de secuencias. Lo hace, aparentemente, para mantener a la hembra intrigada el tiempo suficiente para que comience el apareamiento.
“Los murciélagos pueden reorganizar rápidamente estas secuencias para descubrir lo que le gusta a la hembra: un verdadero caso de improvisación bajo presión”, detalló LS.
Ya los gibones tienen habilidades vocales capaces de desafiar a los humanos por el título de mejores cantantes del mundo de los primates. Si bien no todas las especies de gibones cantan, las que lo hacen “producen arias complejas que suelen intercalar gritos largos y agudos con ráfagas de sonido más breves”, sostiene LS. Estos mecanismos vocales también se observan en los cantantes de ópera.
El tipo de canto de un gibón depende del contexto. Al alertar de la presencia de un depredador, por ejemplo, utilizan una disposición única de sonidos que no se escuchan en los cantos regulares. Las parejas de estos animales, además, son conocidos por cantar a dúo, algo que se cree que podría fortalecer los lazos sociales y demarcar el territorio para evitar que lo invadan otras parejas.
Los ratones centroamericanos Scotinomys teguina también cantan apasionadamente a sus compañeros. Lo más curioso, sin embargo, es que al cantar en dúo, los ratones nunca se interrumpen el uno al otro.
“Cada ratón hace una pausa durante una fracción de segundo después de que su compañero ha terminado antes de que comience su propio canto”, subrayó LS.
La mayor parte de los sonidos que producen estos ratones, así como los murciélagos de cola libre, no son audibles para los humanos. Pero el chirrido de ritmo rápido que emiten pueden contener hasta 100 notas distintas.
Al hablar de animales que cantan es imposible no mencionar las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae). Su melodía es tan bella que, en 1970, el biólogo estadounidense Roger Payne realizó las primeras grabaciones de estos cantos en vinilo y las distribuyó ampliamente. Las canciones de las yubartas causaron un impacto tan grande que impulsaron un movimiento de proporciones globales contra la caza de ballenas en la época.
Las grabaciones de Payne también mostraron, por primera vez, que el canto de las ballenas se componía de motivos distintivos y repetidos. Desde entonces, se descubrió que las manadas de jorobadas tienen un canto único, el cual puede usarse para identificarlas. Hoy se sabe también que otras especies de ballenas, incluidas las orcas (Orcinus orca) y las belugas (Delphinapterus leucas), también cantan.