Markus Gabriel: «El nuevo Facebook es heroína mental. Habría que prohibirlo»

El pensador alemán cree que hace falta una revolución espiritual que dé paso a una sociedad más ética.

Markus Gabriel, en el congreso del CINET celebrado en el palacio de los Golfines, en Cáceres / Alfonso Polo Haccart

A sus 41 años Markus Gabriel quizás ya no pueda ser considerado el ‘enfant terrible’ de la filosofía alemana, pero es igualmente brillante y provocador. Director del Centro Internacional de Filosofía en Bonn, lidera el llamado Nuevo Realismo y realiza sugerentes afirmaciones como que el mundo no existe o que el individuo es algo diferente a su cerebro, ideas que dan título a sus libros superventas. El lunes visitará Madrid como asesor del nuevo Centro Internacional de Neurociencia y Ética (CINET), creado por la Fundación Tatiana Pérez de Gúzman el Bueno. Habla nueve idiomas, incluido el perfecto español con ligero acento germano con el que respondió a esta entrevista por teléfono. Reflexiona sobre el cerebro y lo que nos hace humanos, pero no se resiste a comentar la actualidad desde su particular punto de vista. Incluso aprovecha para criticar a Angela Merkel y advertir contra los gigantes tecnológicos.

—¿Qué aporta un filósofo en un comité de neurociencia?

—El paradigma que reduce el organismo humano a procesos neuronales elementales está equivocado. Lo que llamamos cerebro es demasiado complejo. Necesitamos una revisión del conocimiento científico general para poner en el centro al ser humano en cuanto animal espiritual.

—Usted dice: «Yo no soy mi cerebro». ¿Qué somos entonces?

—Somos animales pensantes. Y la animalidad humana es una parte del espíritu, y no al revés. El cerebro es una parte de una estructura más grande que tiene una dimensión espiritual.

—Muchos afirman lo contrario, que la espiritualidad reside en algún rincón del cerebro.

—Esa idea es falsa. Ahora estoy escuchando su voz, viendo la sala en la que me encuentro… este hecho que está fuera de mí es parte de lo que soy. En todo caso, el espíritu es más grande que mi cuerpo. Los filósofos de la tradición alemana desde Hegel hasta Habermas lo llaman espíritu objetivo. No es algo misterioso.

—¿Esa espiritualidad tiene que ver con lo religioso?

—Esa es otra cuestión, la de si el espíritu humano forma parte de otro más grande, un espíritu absoluto. Yo ni niego ni afirmo que exista. No sabemos que Dios no exista.

—La conciencia inmaterial, ¿es lo que nos hace diferentes?

—Exacto. Y podemos explicar la espiritualidad gracias a las humanidades, pero no con los métodos de la Física. La Física no explica los sueños o a Cervantes. Nadie explica el amor de pareja. La realidad no esta unificada en un gran todo. La fantasía de la metafísica es el error más grave de la historia de la humanidad. Y es reciente, solo tiene unos 2.000 años.

«Hemos vuelto a consumir como locos. Pero la gente no podrá más y regresaremos a un ritmo más lento»

—En el futuro, ¿podremos poner nuestro cerebro en una máquina y seguir siendo nosotros mismos?

—Esa es una pregunta muy importante para la neuroética, pero será imposible. El cerebro es necesariamente parte de un organismo. Sin contexto biológico, no sobrevive. Es importante entender que el cerebro es como un animal dentro de un animal. Está vivo. Un cerebro muerto no hace nada. Y para que un cerebro siga viviendo necesita un cuerpo.

—¿Tendrán las inteligencias artificiales algún tipo de conciencia?

—No. Mi tesis es la del externalismo biológico: la conciencia está conectada a condiciones biológicas. Solo los entes animales piensan.

—Dijo que saldríamos mejores de la pandemia. Año y medio después, ¿todavía lo cree?

—Sí. Hemos hecho un ejercicio muy complejo de solidaridad y progreso moral. Las vacunas han sido un gran avance y casi toda la población ha adquirido alguna idea, a veces confusa, de cómo funciona el saber científico. Lo que necesitamos ahora es una nueva Ilustración que combine el saber epidemiológico y biológico con las humanidades. Es importante, como se vio en la burocracia del confinamiento. En España se ha discutido mucho sobre su legalidad. Pero creo que resolvieron muy bien la situación en comparación con Alemania. Otra cosa positiva es que ya no tenemos el populismo de Trump. Ni a Merkel, y eso para mí es un progreso moral. Era muy antieuropea y poco solidaria, muy de ‘Alemania first’.

—Pero cometemos los mismos errores. Han vuelto los atascos, las aglomeraciones…

—El mismo fenómeno se da en Alemania. Consumimos como locos. Yo también. Queremos viajar, gastar… Pero la situación más lenta tenía sus ventajas. Por eso predigo que la gente ya no podrá más y que en los próximos meses veremos la vuelta a un ritmo más lento.

«Regalar un iPhone a un hijo en Navidad es anticristiano. Implica violencia hacia otros niños»

—En plena Cumbre del Clima, ¿nos preocupa más que no llegue el iPhone nuevo para Navidad?

—Tenemos que darnos cuenta de que dar un nuevo iPhone a nuestros niños implica una violencia respecto a otros niños en otros lugares del planeta. Regalar un iPhone para Navidad es anticristiano. Tenemos que renunciar a las tentaciones, en este caso, estadounidenses. El consumismo brutal está destruyendo la capacidad de la humanidad de sobrevivir. Y creo que esto ya está claro en el nivel cognitivo de la mayoría de la gente. Ahora lo que necesitamos es una revolución espiritual, para que nos adaptemos a lo que ya sabemos.

—Defiende el Nuevo Realismo. Las cosas son como son y no un producto de nuestra mente.

—Eso es. Ni siquiera la mente es una proyección de la mente.

—Sin embargo, hay proyectos como Meta, de Facebook, que nos quieren hacer vivir en un mundo virtual.

—Meta es un sistema extremadamente deshumanizante e inmoral. Es una droga, una ideología, una máquina de propaganda pura. Todavía peor que Facebook y Twitter, que ya son un gran problema porque sin ellos no tendríamos estas teorías de la conspiración, los antivacunas… Meta va a crear problemas todavía más grandes que el populismo de Trump y Bolsonaro. Por eso creo que tenemos que prohibirlo.

—¿Hasta ese punto?

—Para mí es una decisión ética. También prohibimos la heroína. Y Meta es una especie de heroína mental.

—Le dirán que va en contra de las libertades.

—En Alemania tenemos muchas discusiones sobre la propaganda de ‘Russia Today’. ¿Por qué aceptamos la de California? No veo esto como una restricción de mi libertad como tampoco lo es que no pueda comprar heroína en Madrid.

—Tiene dos hijas. ¿Ser padre ha cambiado su visión del mundo?

—Completamente. Por eso escribo libros de ética y filosofía política. Para mejorar la situación socioeconómica de todos los niños. Lo que he entendido gracias a mis hijas es el valor absoluto de la dignidad humana. Un ser humano, en ningún momento, ni siquiera dentro de la madre, es meramente un animal. Siempre es inteligente y espiritual. En el caso de mis hijas, son más brillantes que yo. Y eso me encanta. La de 6 años hace incluso más filosofía.

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