«Máquina de lectura de Fiske»: Un lector de libros portátil en 1920
November 1, 2018 Noticias , TecnologíaBásicamente cualquier cosa con una pantalla en estos días puede servir como lector de libros digitales. El Kindle sigue dominando a un mercado cada vez más exigente, y la oferta literaria es en verdad impresionante. Sin embargo, un inventor llamado Bradley A. Fiske exploró en 1920 las raíces del lector digital moderno con su «máquina de lectura», un dispositivo que además de optimizar la portabilidad de los textos, también buscaba reducir drásticamente los costos de impresión y distribución.
La versión más reciente y económica del Amazon Kindle cuesta 80 euros. En lo personal creo que podría tener un precio más accesible, pero no hay quejas mayores entre sus usuarios al respecto. Ninguno de sus competidores directos ha logrado ubicarse a un nivel similar, y como alternativa surgen el smartphone (con pantallas más grandes) y la tablet tradicional, independientemente de sus limitaciones. Ahora, todos en el fondo sabemos que esto no empezó con el Kindle. La solución de Amazon dio en el clavo y es la primera opción de la lista, pero si deseamos explorar los orígenes de los lectores de libros, hay que viajar muy atrás. Casi cien años, para ser más precisos.
La máquina de lectura de Fiske
La máquina de lectura de Fiske es una creación del inventor y contraalmirante de la armada estadounidense Bradley Allen Fiske. Entre sus patentes se destacan un sistema de ignición para torpedos, indicadores de dirección y velocidad, telescopios y torretas motorizadas, pero su máquina de lectura era definitivamente algo especial. Medía cerca de 16 centímetros de largo por 4.75 centímetros de ancho, y pesaba 155 gramos. La máquina poseía una lente con aumento de 10x en la parte superior, y un blindaje que cubría el ojo izquierdo para disminuir el cansancio. Los textos miniaturizados que se cargaban en la máquina eran creados usando una técnica similar a la del fotograbado, y divididos en cuatro columnas. El usuario sólo tenía que avanzar el texto, y ajustar la lente cuando fuera necesario.
Uno de los objetivos de la máquina de lectura de Fiske era revolucionar la distribución y comercialización de libros. Al reducir de manera tan contundente el tamaño de los textos, Fiske imaginó una drástica caída en los costos del papel, la tinta, y todos los materiales asociados a la imprenta tradicional. Los depósitos podrían multiplicar el número de copias disponibles, y el transporte por vía aérea sería mucho más rentable. Los libros y las revistas dejarían de arrastrar precios prohibitivos, y más gente accedería a esas fuentes de conocimiento y entretenimiento. Lamentablemente, el lector de Fiske no ganó la tracción esperada, pero creo que tenía la mente y el corazón en el lugar correcto. ¿Qué piensas?