Las tradiciones religiosas que han explorado el mundo de los sueños ofrecen interesantes perspectivas para que las neurociencias conozcan los comportamientos neuronales asociados a estas experiencias, particularmente las relacionadas con el sueño lúcido, plantea una nueva investigación.
Los sueños comenzaron a estudiarse científicamente en el siglo pasado, pero varias religiones han destacado la importancia los sueños en sus doctrinas durante mucho más tiempo.
Para la biología, el sueño es la base de numerosas funciones fisiológicas y psicológicas, como la reparación de los tejidos, el crecimiento, la consolidación de la memoria y el aprendizaje.
Mientras dormimos, frecuentemente soñamos: experimentamos imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones que nos ayudan a fortalecer la memoria y el aprendizaje.
Los sueños más elaborados contienen escenas, personajes, escenarios y objetos y generalmente se producen en la llamada fase REM, que ocurre en el último tramo del ciclo del sueño.
De todas las experiencias oníricas, la más significativa es la conocida como sueño lúcido (LD), durante el cual nos damos cuenta de que estamos soñando.
Durante el sueño lúcido, la persona no solo puede controlarse a sí misma y a sus actos, sino también intervenir a voluntad en el ambiente, los personajes y el desarrollo de su sueño. Incluso se cree que la experiencia cercana a la muerte sería un sueño lúcido.
¿Hay algo más?
Para la filosofía, las experiencias oníricas siempre han tenido un significado más profundo: sin el sueño, el ser humano nunca se habría sentido incitado a un análisis del mundo, decía Nietzsche.
El filósofo alemán consideraba también que en los sueños se encuentra, probablemente, el origen de los mitos y de las creencias religiosas.
Las religiones también han encontrado fuente de inspiración en los sueños, tal como se recoge en una investigación desarrollada en la Universidad Federal de Rio Grande do Norte, en Brasil, cuyos resultados se publican en la revista Frontiers in Psychology.
Esta investigación revisó cómo cada una de las principales religiones ha interpretado los sueños a lo largo de la historia, tanto el LD como otros estados conscientes que se producen mientras dormimos.
Destaca que los manuscritos hindúes, que datan de hace más de 2.000 años, dividen la conciencia en la vigilia, el sueño (incluido el LD) y el sueño profundo.
También que, en la tradición budista, los monjes tibetanos practican el «Dream Yoga», una técnica de meditación que instruye a los soñadores a reconocer el sueño, superar todos los miedos cuando están lúcidos y a controlar el contenido onírico.
Asimismo, señala que, en las sagradas escrituras islámicas, el LD se considera un estado mental de gran valor y una forma especial para que los iniciados alcancen experiencias místicas.
Recuerda también que el teólogo cristiano Agustín de Hipona (354–430 d. C.) mencionaba al LD como una especie de anticipo de la otra vida, cuando el alma se separa del cuerpo.
Y que, en el siglo diecinueve, algunas ramas de la religión espiritista sostienen que el LD precede a las experiencias extracorporales durante el sueño.
Campo para las neurociencias
Lo primero que observó esta investigación fue que, mientras los monoteísmos abrahámicos (judaísmo, cristianismo e islam) reconocen los sueños como una forma de comunicarse con Dios para comprender el presente y predecir el futuro, las religiones tradicionales hindúes (budismo e hinduismo) están más comprometidas en cultivar la autoconsciencia, por lo que desarrollaron técnicas específicas para inducir el LD y presenciar el sueño, explican los investigadores en su artículo.
Al analizar esta panorámica entre religiones y sueños, los investigadores consideran que las enseñanzas de las tradiciones religiosas de todo el mundo ofrecen ideas importantes para los científicos que desean comprender la gama completa de la fenomenología del LD, tal como ha surgido a lo largo de la historia.
De todas las experiencias oníricas estudiadas, los científicos llaman la atención sobre la conveniencia de investigar, desde el lado de las neurociencias, las prácticas de yoga del sueño tibetano, que presenta el conocimiento disponible directamente desde la consciencia por debajo del nivel del yo convencional.
Piensan que mediante la electroencefalografía (EEG), que registra la actividad bioeléctrica cerebral en condiciones basales de reposo, en vigilia o sueño, se podrá comprender mejor la dinámica neuronal de estos estados.
Esta estrategia permitiría abordar cada una de las cuatro prácticas de visualización de este yoga tibetano: los sueños ordinarios (tanto lúcidos como no lúcidos), los sueños de claridad (tanto lúcidos como no lúcidos) y los sueños de luz clara (solo aparecen como LD), y obtener así la comprensión de sus firmas neuronales.
Añaden que esta investigación permitiría comprender mejor de qué manera las prácticas relacionadas con el LD pueden influir en la neuroplasticidad, así como si pueden funcionar como una técnica de mitigación para los estados de ansiedad y depresión, o si puede ser una herramienta útil en las sociedades modernas para desarrollar una mejor estabilidad emocional.