Los polinesios contactaron con los nativos americanos antes que los europeos

Un gran estudio genético sugiere que las dos poblaciones se mezclaron una vez en el año 1200 dC en las islas del Pacífico.

Ilustración de un individuo polinesio cuyas raíces genéticas se remontan a diversas regiones del Pacífico y las Américas / Ruben Ramos-Mendoza

En 1947, una expedición dirigida por el explorador noruego Thor Heyerdahl zarpó de las costas de Perú en una balsa de madera llamada «Kon-Tiki» para probar una atrevida teoría. Heyerdahl estaba convencido de que pobladores procedentes de Sudamérica podrían haber llegado hasta las islas de la Polinesia ya en tiempos precolombinos. La tripulación navegó durante 101 días en un viaje de 7.000 kilómetros hasta llegar a las islas del Pacífico, demostrando que la idea no era en absoluto descabellada. De esta forma, Heyerdahl desafiaba la hipótesis más aceptada en la época, que suponía que esa remota zona del mundo había sido poblada solo por viajeros de Asia. A pesar de su hazaña, sus teorías fueron criticadas por la mayoría de los expertos.

Ahora, un equipo internacional de investigadores puede haber puesto punto final a esta controversia, dando la razón a Heyerdahl, gracias a un amplio estudio genético en el que se han recolectado datos del ADN de más de 800 indígenas vivos de América y la Polinesia francesa. Por primera vez, los científicos han encontrado firmas genéticas comunes que revelan el contacto entre los dos pueblos antes de la llegada de los europeos a Sudamérica. Ese encuentro pudo suceder solo una vez, alrededor del año 1200 d.C. en el este de la Polinesia entre los isleños y un grupo estrechamente relacionado con los indígenas de la actual costa de Colombia. El nuevo estudio, publicado esta semana en la revista «Nature», pone de relieve que la Isla de Pascua no fue el primer punto de contacto, como se ha sugerido en algunos informes anteriores.

De la batata al ADN

La posibilidad de contactos prehistóricos entre polinesios y nativos americanos ha sido muy debatida. Uno de los argumentos en su defensa ha sido un tubérculo: la batata. Esta planta de origen americano tiene una larga historia de cultivo en el este de la Polinesia. Además, la palabra para decir batata en los idiomas polinesios parece estar relacionada con la palabra utilizada por los indígenas de los Andes. En la Isla de Pascua hay evidencias de antiguos campos de batatas y otras pruebas de intercambio cultural: extraordinaria mampostería antigua y un culto específico al hombre pájaro, todas características en común con América del sur.

Estatuas Moai en el sitio Rano Raraku en Isla de Pascua / Javier Blanco

Alguno investigadores han recurrido a la genética de la batata, con la esperanza de demostrar que las papas domesticadas de América del Sur y Polinesia eran genéticamente iguales. Pero no han conseguido confirmar la propagación mediada por el ser humano. Otros estudios han analizado ADN antiguo de huesos pertenecientes a nativos americanos y polinesios. Las muestras antiguas a menudo se degradan, así que estos estudios tampoco pudieron proporcionar evidencia suficiente de que las dos poblaciones compartieron un momento de la historia.

En general, los detractores de estos encuentros han considerado todas estas pruebas poco concluyentes, aduciendo que se trataba solo de conjeturas y que los dos grupos estaban separados por miles de millas de océano abierto.

Pero el nuevo estudio va mucho más allá, al ser el primero en aportar sólidas pruebas genéticas. Los investigadores visitaron las comunidades indígenas para explicar sus propósitos, evaluar el interés en la participación y solicitar el consentimiento. Luego, recolectaron muestras de saliva de 807 participantes en 17 islas polinesias y 15 grupos de nativos americanos a lo largo de la costa del Pacífico de las Américas desde México hasta Chile, realizando análisis genéticos para buscar fragmentos de ADN que son característicos de cada población y segmentos que son «idénticos por descendencia», lo que significa que se heredan del mismo antepasado hace muchas generaciones.

«Encontramos segmentos idénticos por descendencia nativa americana en varias islas polinesias», afirma Alexander Ioannidis, investigador postdoctoral en la Universidad de Stanford y coautor principal del estudio. «Fue una evidencia concluyente de que hubo un solo evento de contacto compartido», afirma. En otras palabras, los polinesios y los nativos americanos se conocieron en un momento de la historia, y durante ese tiempo las personas de las dos culturas tuvieron niños con su ADN.

Encuentro en las Marquesas del Sur

Los análisis estadísticos confirmaron que el evento ocurrió en la Edad Media, alrededor del año 1200 d.C., que es «alrededor del tiempo en que estas islas fueron originalmente colonizadas por polinesios nativos», apunta Ioannidis. Utilizando métodos computacionales, el equipo localizó la fuente del ADN de los nativos americanos en la actual Colombia.

Estudios genómicos anteriores se han centrado en el contacto en la Isla de Pascua, porque es la isla polinesia habitada más cercana a América del Sur. Sin embargo, el nuevo estudio respalda la idea de que el primer contacto fue en uno de los archipiélagos del este de Polinesia (como las Marquesas del Sur), según lo propuesto por Thor Heyerdahl. Estos hallazgos sugieren que el contacto ocurrió antes de lo que se pensaba anteriormente y se extendió a través de múltiples islas en Polinesia, lo que sugiere que los nativos americanos tuvieron una influencia genética y cultural en Polinesia durante más de cinco siglos antes de la llegada de los europeos a la región.

«Si piensas en cómo se cuenta la historia para este período de tiempo, casi siempre es una historia de conquista europea, y nunca escuchas realmente de todos los demás», razona Ioannidis. «Creo que nuestro trabajo ayuda a contar esas historias no contadas, lo que resulta realmente emocionante».

ABC