Los países fríos aprovechan su clima para liderar los centros de datos

En Islandia cada vez hay más instalaciones para dar servicio a la supercomputación, al minado de criptomonedas y a los sistemas de ‘blockchain’. Su escasa necesidad de refrigeración es una gran ventaja, pero los grupos ecologistas critican el derroche de recursos, y la logística es complicada.

Verne Global

El extremo suroeste de Islandia está formado por una árida península volcánica llamada Reykjanesskagi. Es el hogar de las ciudades gemelas de Keflavik y Njardvik, que suman alrededor de 19.000 habitantes, y el principal aeropuerto del país.

A las afueras de los poblados hay un complejo de edificios revestidos de metal que pertenecen a la empresa de TI Advania. Cada uno tiene aproximadamente el tamaño de una piscina olímpica. Hace menos de tres años solo había tres. En abril de 2018, subieron a ocho, y hoy la cifra ya llega a diez, con uno más en construcción.

Este auge empresarial se debe, en parte, a algo que los islandeses no suelen celebrar: sus condiciones climáticas. La vida en esta isla del Atlántico Norte suele ser fría, con niebla y mucho viento, aunque las heladas fuertes no son frecuentes. La temperatura media anual en la capital, Reikiavik, es de alrededor de 5 °C, e incluso cuando empieza el calor del verano, el mercurio no suele subir más allá de los 20 °C. Islandia se ha dado cuenta de que, aunque este clima puede ser peor para tomar el sol en la playa, es muy favorable para una industria en particular: los datos.

Cada uno de los edificios de Advania en Reykjanesskagi es un gran centro de datos, hogar de miles de ordenadores. Están constantemente calculando, procesando instrucciones, transmitiendo información y minando nuevos bitcoins. Este tipo de instalaciones generan muchísimo calor y necesitan refrigeración constante, lo que generalmente requeriría un consumo energético considerable. Sin embargo, en Islandia, los centros de datos no necesitan sistemas de refrigeración de alta potencia para la moderación del calor: en su lugar, solo pueden dejar entrar el aire fresco subártico. Este tipo de enfriamiento natural permite reducir los costes.

Verne Global afirma que Islandia es el único lugar del mundo donde un centro de datos puede operar con energía 100% sostenible. / Verne Global

La explosión de los centros de datos

El resultado es que la industria de centros de datos de Islandia se ha expandido rápidamente en los últimos años, liderada por tres compañías que dominan el mercado local. Advania principalmente alquila espacio a los mineros de Bitcoin. Verne Global, fundada en 2012, trabaja para satisfacer las necesidades de supercomputación de clientes como BMW, que ha utilizado la potencia de procesamiento islandesa para cálculos complejos como simulaciones de choques. La tercera compañía, Etix Everywhere Borealis, da servicio a clientes que utilizan la tecnología de cadena de bloques (blockchain), así como a clientes de supercomputación.

Para medir cuán rápido ha crecido esta industria en el país se puede analizar el acelerado avances de las construcciones. Pero hay otros indicadores, como la cantidad de energía que consume el país. Los centros de datos gastan muchísima energía, y el año pasado el uso de electricidad en los grandes centros de datos de Islandia aumentó más del doble. En 2019 se espera que aumente nuevamente, en casi un 50 %.

Y hay otra forma más de medirlo: esta industria ya representa una parte considerable de la economía islandesa. Un informe de KPMG afirma que, en 2016, antes de que el auge actual realmente se afianzara, el sector los centros de datos ya había aportado cerca del 1 % al PIB del país. Aunque no hay cifras claras sobre su estado actual, la reciente expansión debe haber aumentado aún más su peso en la economía nacional.

Este rápido crecimiento se debe a una combinación de factores, incluido el clima tan favorable, los precios competitivos de su electricidad y el acceso a fuentes de energía renovables, explica el gerente de proyectos de Invest in Iceland, Einar Hansen Tómasson, una asociación público-privada creada para promover las inversiones extranjeras en Islandia.

Y el país está tratando de preservar ese impulso. Invest in Iceland usa un eslogan promocional que sugiere que Islandia representa la “ubicación más fresca para los centros de datos”. No obstante, el enfriamiento natural de los centros de datos no es un invento islandés y hay competencia en otros países nórdicos. Facebook, por ejemplo, abrió un centro de datos con refrigeración natural en el norte de Suecia en 2013. Otros gigantes tecnológicos, como Google y Apple, también han decidido construir sus propios centros de datos en otros países nórdicos. La Agencia Danesa de Energía predice que en el período de 2017 a 2030, los nuevos centros de datos representarán el 85 % del aumento del uso de electricidad en el sector empresarial de Dinamarca.

En los países nórdicos, los datos están creciendo rápidamente. Dinamarca predice que los centros de datos representarán el 85 % del aumento del uso de electricidad en el país para 2030. / Verne Global

Más dinero, más problemas

Las empresas de centros de datos de Islandia se promocionan como limpias: al fin y al cabo, prácticamente toda la electricidad del país procede de fuentes renovables como la energía geotérmica e hidroeléctrica.

Pero la imagen de Islandia como una tierra de energía verde se ido enturbiando en los últimos años. Bajo el sistema de la Unión Europea (que se parece a los programas de compensación de emisiones de carbono), los productores islandeses de energía han estado vendiendo certificados de energía verde a clientes de energía en otras partes de Europa. Esto permite a los clientes extranjeros llamar a su electricidad renovable aunque no lo sea, porque están compensando la producción islandesa.

Sin embargo, un informe de 2016 comisionado por el Gobierno islandés advirtió que, con el tiempo, las ventas de certificados de energía mal controlados podrían provocar una doble contabilización, ya que tanto las compensaciones extranjeras como las compañías locales reclaman la misma energía renovable. Esto crearía problemas para las empresas islandesas que promocionan sus productos y servicios como 100 % limpios.

Los defensores de la industria de los centros de datos lo ven de manera diferente. Einar Hansen Tómasson de Invest in Iceland destaca que, a pesar de la exportación de los certificados verdes, la electricidad producida en Islandia sigue siendo renovable. Su red de energía no tiene conexiones con otros países, por lo que cuando se exportan los certificados, explica, la energía “no va a ningún lado”.

Pero, los certificados no son los únicos que están causando problemas. Recientemente, la industria ha recibido críticas de grupos ecologistas que consideran que minar criptomonedas es un derroche de los recursos del país. “La energía de Islandia no es infinita”, lamenta el escritor local y ambientalista Andri Snaer Magnaso, quien se ha posicionado abiertamente en contra de la industria Bitcoin. En su opinión, la energía disponible debe reservarse para cargar coches eléctricos, por ejemplo. Pero el director comercial de Advania Data Centers, Gísli Kr. Katrínarson, asegura que en Islandia la energía se utiliza de una manera “extremadamente responsable”.

Pero aunque los centros de datos islandeses consigan superar todos estos obstáculos, hay otro factor que podría amenazar su éxito a largo plazo: la conectividad.

La conectividad de los centros de datos ha sido un problema en Islandia. Un importante conducto hacia Groenlandia y Canadá se ha roto varias veces en los últimos años. / Verne Global

Separada de las principales economías europeas por más de 800 kilómetros de océano, Islandia solo tiene tres conexiones submarinas de datos con el resto del mundo, una cifra que podría no ser suficiente si el país aspira a convertirse en líder del mercado. De hecho, uno de los cables, Greenland Connect, que conecta al país con América del Norte, se rompió en diciembre pasado, lo que le dejó solo dos cables disponibles.

Según un informe del Gobierno de 2018, las estrategias para mejorar la competitividad de Islandia podrían incluir la creación de más conexiones, el estímulo de la competencia y la bajada de precios. (Los preparativos para un cuarto cable, que probablemente se conectará a Irlanda o a Reino Unido, están actualmente en curso). Hasta entonces, las empresas que dependen de una gran capacidad informática y también de una rápida transferencia de datos, pueden optar por invertir en otros lugares.

Aun así, los científicos de datos y los mineros de criptomonedas siguen desesperados por tener más capacidad, así que las empresas de centros de datos islandesas están construyendo cada vez más. Este año, Etix Everywhere Borealis completó el primer gran centro de datos fuera de la región suroeste de Islandia. La compañía abrió un centro de aproximadamente más de 12 kilómetros cuadrados en la aldea de Blonduos, en la costa norte, cuya población es inferior a los 1.000 habitantes. La instalación estuvo completa menos de un año después de que empezaran las obras.

En una comunidad tan pequeña, donde los residentes han dependido históricamente de la agricultura y la pesca, el impacto positivo de dicha inversión es “prácticamente indescriptible”, subraya el alcalde de Blonduos, Valdimar O. Hermannsson. La afluencia de dinero les permite crear empleos y construir nuevos hogares. Incluso hay planes para construir muchas más instalaciones en un terreno más grande. Pero para que esto suceda, la ciudad requerirá lo mismo que la industria de centros de datos de Islandia en general: más demanda, más clientes y más energía.

MIT