Los genes del sexto sentido

Aunque cuando se menciona el “sexto sentido” a menudo es en un contexto sobre supuestos poderes de percepción sobrenaturales o sobre sentidos verdaderos que sí poseen algunos animales pero no el ser humano, o simplemente sobre el poder de la intuición humana, lo cierto es que sí poseemos una habilidad sensorial que podría calificarse como nuestro sexto sentido.

Diferentes poblaciones de cuerpos celulares de neuronas sensoriales en un ganglio de la raíz dorsal (derecha) y sus axones en la médula espinal (izquierda): Las células en verde detectan información propioceptiva, mientras que las células en rojo captan información térmica y táctil. / Stephan Dietrich / Zampieri Lab / Max Delbrück Center

Se trata de la propiocepción. Esta facultad nos permite conocer la posición de las partes de nuestro cuerpo sin necesidad de mirarlas ni de palparlas. Gracias a la propiocepción, podemos tocarnos la nariz con un dedo y llevarnos una taza de café a los labios en medio de una oscuridad total que no deja ver nada. La propiocepción también nos permite poner un pie delante del otro para caminar sin tener que mirarlos.

La propiocepción es posible gracias a neuronas sensoriales especiales en nuestros músculos y articulaciones. Sin ellas, el cerebro no sabría lo que hace el resto de nuestro cuerpo. Las personas sin propiocepción no pueden ejecutar movimientos coordinados.

Un equipo que incluye a Niccolò Zampieri y Stephan Dietrich, del Centro Max Delbrück de Medicina Molecular, dependiente de la Asociación Helmholtz, en Alemania, ha estudiado los marcadores moleculares de las células implicadas en este sexto sentido, a fin de entender mejor cómo funcionan. Y ha conseguido describirlos bastante detalladamente.

Lo descubierto debería ayudar a los investigadores a comprender mejor cómo funcionan las neuronas sensoriales propioceptivas.

Los cuerpos celulares de las neuronas sensoriales propioceptivas están situados en los ganglios de la raíz dorsal de la médula espinal. Están conectadas mediante largas fibras nerviosas a estructuras adscritas a los músculos y a los tendones que registran constantemente el estiramiento y la tensión en todos los músculos del cuerpo. Las neuronas sensoriales propioceptivas envían esta información al sistema nervioso central, donde se utiliza para controlar la actividad de las neuronas motoras para que podamos realizar movimientos de manera controlada.

Las conexiones precisas son cruciales. Un prerrequisito para que el sexto sentido funcione bien es que las neuronas sensoriales propioceptivas se conecten con precisión a los diferentes músculos de nuestro cuerpo.

Sin embargo, casi nada se sabía sobre los programas moleculares que permiten estas conexiones precisas y hacen posible en las neuronas sensoriales propioceptivas estas conexiones específicas para cada músculo.

Este es el motivo principal por el que Zampieri y sus colegas se propusieron buscar marcadores moleculares capaces de diferenciar a las neuronas sensoriales propioceptivas dependiendo de si están vinculadas a músculos abdominales, o a los de la espalda o de las extremidades, en ratas.

El equipo investigó qué genes de las neuronas sensoriales propioceptivas de los músculos abdominales, de la espalda y de las extremidades se leen y traducen en ARN. Y encontraron genes característicos de las neuronas sensoriales propioceptivas conectadas a cada grupo muscular.

Lo descubierto seguramente ayudará fabricar mejores neuroprótesis que permitan a las personas con lesión de médula espinal ejecutar a voluntad movimientos de partes de su cuerpo.

El estudio se titula “Molecular identity of proprioceptor subtypes innervating different muscle groups in mice”. Y se ha publicado en la revista académica Nature Communications.

NCYT