Los extraños perros cantores reaparecen en la naturaleza 50 años después

Estos antiquísimos canes de Nueva Guinea, que se consideraban casi extintos, son capaces de emitir sonidos armónicos que recuerdan al canto de la ballenas.

Hace miles de años, cuando los seres humanos todavía nos dedicábamos a cazar y recolectar frutos sin un lugar fijo al que llamar hogar, algunos lobos -quizás los más curiosos, amigables o hambrientos- se nos acercaron para no abandonarnos jamás. Sus descendientes son los perros de múltiples razas que hoy nos acompañan, producto de nuestras necesidades y caprichos. Sin embargo, algunos cánidos se han mantenido de forma muy similar a cómo eran sus primeros antepasados tras separarse de los lobos. Es el caso de los dingos australianos y de otra curiosa especie, el perro cantor de Nueva Guinea, que se creía prácticamente extinta en estado salvaje desde hace 5o años. Ahora, un grupo de científicos confirma en la revista PNAS que esos extraños canes, capaces de emitir sonidos únicos que recuerdan por su armonía al canto de los lobos o las ballenas, siguen vivos en la naturaleza, aislados en las montañas.

La última vez que un perro cantor de Nueva Guinea fue visto en estado salvaje fue en la década de 1970. Después, los nativos han informado de numerosos avistamientos, pero sin verificación científica. En 2012, un guía de ecoturismo que llevaba a un cliente a las montañas de Papúa Occidental fotografió a un perro en una zona remota. No fue hasta 2016 que quince ejemplares fueron localizados y fotografiados cerca de Grasberg, la mina de oro más grande del mundo. Se creía que esos sigilosos animales eran perros salvajes de las tierras altas, considerada otra especie aún más rara y antigua con la que se suponía los perros cantores estaban emparentados. Dos años más tarde, los científicos pudieron recoger muestras biológicas de tres de ellos para extraer su ADN.

Ese material genético fue comparado con el de los perros cantores que están en cautividad, de los que solo hay unos 200 o 300 ejemplares. La sorpresa fue mayúscula cuando los investigadores comprobaron que, a pesar de los diferentes nombres, se trataba de la misma especie.

«La prueba real proviene de los estudios nucleares que muestran que, a nivel de ADN, el perro salvaje de las tierras altas de Indonesia coincide con el de los perros cantores cautivos, lo que quiere decir que este no está extinto en la naturaleza», señala Elaine Ostrander, autora principal del estudio e investigadora en el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (NHGRI), parte de los Institutos Nacionales de Salud, la Universidad Cenderawasih en Indonesia y otros centros académicos. «En el árbol de la vida, esto los hace mucho más relacionados entre sí que las razas modernas como el pastor alemán o el bassett hound», dice James McIntyre, coautor del estudio.

Sin embargo, como explican los investigadores, los perros salvajes y los que están en cautividad no tienen genomas exactamente idénticos debido a su separación física durante varias décadas y la endogamia entre los perros cantores de Nueva Guinea cautivos. Precisamente, el descubrimiento puede ayudar a generar una verdadera población de perros cantores, preservando la raza original.

@Ana Dianto

Aullidos inquietantes

Esta preservación resulta muy interesante para los científicos, ya que, como explica Ostrander, estos animales, del tamaño de un perro mediano, se separaron del resto de perros domésticos modernos mucho antes de que se definieran las razas y pueden representar «algunas de las formas más antiguas que adoptaron los perros cuando se separaron de sus antepasados los lobos».

Estos animales no solo arrojan luz sobre la evolución de los canes. Son capaces de producir sonidos agradables y armónicos con calidad tonal que podrían decirnos algo sobre las vocalizaciones humanas. «Exhiben aullidos tonales inquietantes, con modulaciones frecuentes dramáticas que no son características de ningún otro cánido. Los grupos a veces aúllan en armonías bien definidas», describe McIntyre. Para Ostrander, «sería interesante usar la secuencia de ADN para identificar los genes que lo controlan y ver qué hacen los mismos genes en los humanos».

ABC