Los curiosos nombres que estuvo a punto de tener los que hoy conocemos como “automóvil”
November 11, 2021 El Mundo , NoticiasEl coche, automóvil o carro forma parte de nuestro día a día desde hace más de un siglo. Pero quizás nunca nos hayamos preguntado si siempre llevó ese nombre. Resulta que los primeros vehículos de cuatro ruedas recibían otras denominaciones en las épocas antiguas, algunas realmente espantosas.
Cuando comenzaron a fabricarse los primeros coches, cada empresa tenía una forma distinta de llamar a ese revolucionario artilugio. Y si lo analizamos bien, tiene sentido. Pues cada invento masivo ha tenido un nombre genérico, pero no al principio, y para eso tienen que pasar varios años.
Y si además echamos una mirada a la historia, nos encontramos con que el nombre ‘automóvil’ fue bastante repudiado en su momento por los medios. Una edición de 1897 de The New York Times catalogaba uno de los modelos como un “vagón mecánico conocido por el horroroso nombre de automóvil” que, como ya sabemos, había llegado para quedarse.
No obstante, si lo pensamos bien, automóvil no suena tan horroroso. Entonces lo que realmente habría que preguntarse es: ¿cuáles eran los otros nombres?
Los nombres de las primeras patentes
Quizá el de Oliver Evans era uno de los más raros. En 1792 este ingeniero estadounidense hizo el trámite de patente para registrar en Philadelphia un prototipo que, en teoría, era un auto con forma de bote. El nombre de este dispositivo anfibio de cuatro ruedas era Oruktor Amphibolos. Fue el primer vehículo autopropulsado, y aunque su ingeniería era bastante primitiva tenía la capacidad de girar y atracar en los muelles de la ciudad. Sin embargo, la idea de Evans no próspero y se olvidó rápidamente.
Y si bien el de George Selden no era tan extraño como Oruktor, tampoco era muy original. En 1879 este abogado de patentes registró en Nueva York el apelativo “Road Machine” (Maquina de camino), pero el inconveniente es que Selden no inventó absolutamente nada, más bien era un hombre de negocios con una astucia inflable que lo hizo recolectar mucho dinero por las regalías provenientes de la industria automotriz.
Pero fue Henry Ford quien acabó con el imperio de regalías de Selden cuando en 1904 decidió imponer una demanda en su contra. El juez sabiamente decidió que si el astuto abogado quería conservar la patente, entonces tenía que fabricar su propia máquina. Y como su campo eran las leyes y no la industria automotriz, fracasó en el intento. Ya para 1911 la patente expiró y los fabricantes pudieron construir sus modelos sin tener que pagarle un dineral.
Pero mientras la pugna entre Ford y Selden se estaba dando, los fabricantes de bicicletas Charles y Frank Duryea hicieron realidad la aspiración de ampliar su negocio y en 1895 presentaron un modelo al que llamaron “Motor wagons” (Vagones a motor). Fue el primer prototipo que se vendió masivamente en Estados Unidos, luego de que uno de sus creadores, Frank Duryea, participara en la primera carrera de automóviles, alcanzando una velocidad increíble para la época, 11,7 km/h, y un vertiginoso aumento de su popularidad. Y en uno de estos ejemplares fue que se registró el primer accidente con coches de la historia.
Por otro lado, en 1896, Henry Ford patentó el cuadriciclo, que era su propia versión del coche que conocemos actualmente. Por suerte ese nombre no le gustó al público y quedó enterrado en los libros de historia.
Así los denominaba la prensa
Después de tantos nombres, cada uno más peculiar que el otro, seguía sin haber una posición sólida sobre cómo debían llamarse todos los prototipos que seguían inventándose, así que los periodistas comenzaron a inventarlos para poder hablar sobre ellos en los periódicos de ese entonces. Algunos son:
- Autobaine
- Autokenetic
- Autometon
- Automotor horse
- Buggyaut
- Diamote
- Horseless carriage
- Mocole
- Motor carriage
- Motorig
- Motor-vique
- Oleo locomotive
- Truckle
El término “Automóvil”
Seguramente te estás preguntando cómo fue que llegó a llamarse automóvil. Curiosamente fue un pintor e ingeniero italiano llamado Martini que, muchos siglos antes de que se construyera el primer modelo de este medio de transporte, dibujó los bocetos de un carruaje autopropulsado e hizo una elección de palabras en latín para nombrarlo: auto y mobilis, que significan autopropulsado.
¿Y cómo llegó a imponerse ese nombre sobre los otros tantos que se fueron ideando durante los siglos? Básicamente el artículo que publicó el New York Times tuvo el efecto contrario. Aunque aseguraron que su nombre era “horroroso”, a los lectores les recordaba otra denominación que también se popularizó, “car” (carro), que provenía del celta carrus. Dando un repaso por la historia hay que aceptar que tuvimos suerte de no estar conduciendo hoy algún Autometon o Mocole por las calles.