Los científicos publican el primer análisis de la extraordinaria muestra extraída del asteroide Ryugu

Los seguidores de los temas del espacio saben bien que hace un año y medio recibimos una muestra muy especial. En 2014 la nave espacial japonesa Hayabusa-2 dejo se dirigió al asteroide Ryugu ubicado a más de 300 millones de kilómetros para arrancar parte de él y traerlas hasta la Tierra. Con estas muestras se esperaba aprender más sobre el origen de la vida y la formación de nuestro sistema solar.

Científicos de la Agencia Espacial Japonesa viajaron al interior de Australia para recuperar la cápsula que contenía piezas recogidas de la superficie de un asteroide a gran velocidad por la nave Hayabusa2 en diciembre de 2020. / JAXA

Hace 4600 millones de años se formó el Sistema Solar, nuestro Sol y los planetas de su alrededor, los restos se juntaron formando cometas, meteoros y asteroides. Lo que Hayabusa-2 recolectó fue parte de uno de ellos, ¡una verdadera reliquia del Universo! Esto es un «guau» a lo lejos que hemos llegado.

Cuando se formó el asteroide Ryugu, en lo que hoy es el Sistema Solar todo lo que existía era una gigantesca nube de gas en rotación. La roca es similar a una clase de meteoritos conocidos como «condritas carbonosas de tipo Ivuna». Estas rocas tienen una composición química similar a la que medimos del sol y se cree que se remontan a los inicios del sistema solar, hace aproximadamente cuatro mil quinientos millones de años, antes de la formación del sol, la luna y la Tierra.

Las muestras consisten predominantemente en minerales formados en fluido acuoso en un planetesimal padre. Tienen una composición química que se asemeja más a la fotosfera del Sol que otras muestras naturales. Cuando los restos de ese gas se expandieron en un disco y se enfriaron, se transformaron en rocas, que aún hoy flotan alrededor del sistema solar; parece que Ryugu puede ser una de ellas.

También se sospecha que los fragmentos muestran signos de haber estado empapados de agua en algún momento. «Hay que imaginarse un agregado de hielo y polvo flotando en el espacio, que se convirtió en una gigantesca bola de barro cuando el hielo se fundió por la energía nuclear procedente de la desintegración de elementos radiactivos que estaban presentes en el asteroide cuando se formó», dijo en un comunicado el geoquímico Nicolas Dauphas, uno de los tres de la Universidad de Investigadores de Chicago que trabajaron con un equipo internacional de científicos liderado por Japón para analizar los fragmentos.

¿Qué respuestas proporciona sobre el origen de la vida? El análisis detectó más de 20 tipos de aminoácidos en muestras que la sonda espacial japonesa Hayabusa-2 trajo a la Tierra. Esto es algo que se sospechaba desde hace muchos años, pero nunca se había aportado evidencia de que los compuestos orgánicos existen en asteroides en el espacio. Los estudios anteriores se basaban en astroides que impactaron a nuestro planeta.

«Probar que los aminoácidos existen en la subsuperficie de los asteroides aumenta la probabilidad de que los compuestos hayan llegado a la Tierra desde el espacio», dijo a Kyodo News, Kensei Kobayashi, profesor emérito de astrobiología en la Universidad Nacional de Yokohama.

Esto podría significar que es probable que los aminoácidos se encuentren en otros planetas y satélites naturales, lo que sugiere que «la vida podría haber nacido en más lugares del universo de lo que se pensaba», añadió Kobayashi. No solo respalda la idea de que la vida en la Tierra tenga origen extraterrestre, sino que sugiere que la vida en realidad puede ser mucho más común de lo que pensamos. Si los componentes de la vida están regados en el espacio, al igual que para nosotros, en algún lugar también podría desarrollarse y evolucionar.

Los primeros resultados son emocionantes, pero es apenas el comienzo. Surgirán muchos estudios más e incluso están pensando en compartir las muestras con otros países para su análisis, similar a lo que se hizo con las muestras recogidas durante las misiones Apollo.

Los hallazgos se publican en Science.

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