¿Las malas personas llegan más lejos en la vida?

Los individuos crueles, manipuladores, fríos y conflictivos no lo tienen más fácil para hacerse con el poder en sus puestos de trabajo porque no pueden formar relaciones positivas con los demás.

¿Diría que algún compañero de trabajo es especialmente frío, despiadado, conflictivo o manipulador? Quizás esto le consuele: según un estudio que se acaba de publicar en «Proceedings of the National Academy of Sciences», estas personas no lo tienen más fácil para escalar en el puesto de trabajo. Ésta es al menos la conclusión de un estudio que ha recopilado 14 años de historia laboral de 457 personas, desde la universidad hasta los puestos de trabajo.

«Me sorprendió la consistencia de los hallazgos», ha dicho Cameron Anderson, coautor del estudio e investigador de la Escuela de Negocios Haas, en la Universidad de Berkeley (Estados Unidos), en un comunicado. «Ser antipático no le dio ventaja a ninguna persona en la competencia por el poder, incluso en los entornos más fuertemente competitivos».

Los investigadores llevaron a cabo dos estudios diferentes con una selección de estudiantes de máster y de carrera universitaria. En el primero hicieron análisis de personalidad que definieron sus rasgos en base a cinco dimensiones fundamentales (apertura a experiencias, consciencia, extraversión, neuroticismo y complacencia), entre otras cosas. Además de eso, 14 años después hicieron otro análisis para evaluar el nivel de poder y de jerarquía alcanzado por esos antiguos estudiantes en sus puestos de trabajo. Al mismo tiempo, evaluaron el ambiente de sus organizaciones y las opiniones de sus compañeros.

Ser malo no es tan bueno

Gracias a todo esto, observaron que aquellos con personalidades más egoístas, engañosas y agresivas no habían tenido más facilidad para amasar poder que aquellos con rasgos más próximos a la generosidad, fiabilidad y simpatía. Por eso, concluyeron que ser egoísta no proporciona ninguna ventaja particular.

¿Por qué? Según Cameron Anderson, aunque las personas más egoístas pueden beneficiarse de su poder de intimidación y de su aproximación agresiva, tienen más difícil establecer amistades y relaciones favorables y eso acaba echando por tierra sus ambiciones. Por otro lado, las personas más extrovertidas tienen más facilidad para avanzar en sus organizaciones, gracias a su sociabilidad, energía y asertividad.

Sin embargo, en opinión de este investigador, «la mala noticia es que las organizaciones colocan a las personas desagradables y agradables en puestos de responsabilidad con la misma frecuencia». Es decir, ser egoísta o no serlo tiene la misma repercusión a efectos de escalar en la jerarquía. Sin embargo, «cuando los abusones están en el poder, pueden provocar serios daños en sus organizaciones», según este investigador.

El peligro de los abusones

Por eso, Anderson ha recomendado a los responsables evitar a personas agresivas y maquiavélicas en favor de las más sociables y simpáticas. «Los cretinos que están en posiciones de poder son abusivos, miran por sus propios intereses, crean entornos corruptos y provocan que sus organizaciones fracasen. Además, sirven como un modelo de toxicidad».

Tal como han definido los autores de este estudio, la «antipatía» es una característica que resume la tendencia de algunas personas a ser «conflictivas, frías, despiadadas y egoístas». Esto lleva a estos individuos a ser «hostiles y abusivos hacia otras personas, a mentir y manipular otros en su propio beneficio y a ignorar las preocupaciones o el bienestar de los demás».

¿Ocurre algo similar en el mundo de la política? Tal como ha discutido Cameron Anderson, no necesariamente, porque la dinámica del poder en las organizacones políticas tiene sus propias peculiaridades. No obstante, sí que ha explicado que hay algunos paralelismos: «Tener un repertorio de alianzas fuertes es generalmente importante para el poder en todas las áreas de la vida», ha comentado. «Los políticos antipáticos deberían tener más dificultades para mantener las alianzas necesarias a causa de su comportamiento tóxico».

ABC