Las cosquillas de las ratas desvelan la zona del cerebro implicada en la risa y el juego

El descubrimiento serviría para tratar la depresión, que afecta a personas que no pueden jugar.

Las cosquillas desvelan la zona del cerebro de las ratas implicada en la risa y el juego. / NATALIE GLOVELI.

¿Qué parte del cerebro controla la risa y el juego? Los investigadores han hecho cosquillas a las ratas para averiguarlo y descubrieron que se trata de la así llamada sustancia gris periacueductal, que es esencial para el juego y la risa.

Un equipo de investigación ha desvelado los resultados de un estudio que identifica una estructura en el cerebro de las ratas llamada sustancia gris periacueductal que es esencial para el juego y la risa.

En los humanos, la sustancia gris periacueductal (PAG) es un conjunto de neuronas situadas alrededor del acueducto de Silvio (mesencéfalo) que se encarga, entre otras funciones, de la modulación del dolor. Es un sistema analgésico fisiológico endógeno mediado por opioides.

Entorno simulado

Para estudiar los comportamientos lúdicos en los animales, los científicos deben ser capaces de simular de forma auténtica entornos propicios para el juego en el laboratorio.

Los animales como las ratas tienen menos tendencia a jugar si están ansiosos o restringidos, y hay pocos datos sobre la actividad cerebral de las ratas que son libres de jugar.

Después de conseguir que las ratas se sintieran cómodas con un compañero humano, les hicieron cosquillas bajo condiciones controladas, y luego midieron los chillidos y la actividad cerebral de las ratas.

El equipo de científicos que ha desarrollado esta investigación asegura en la revista Neuron que la estructura cerebral de las ratas llamada sustancia gris periacueductal es la que regula el juego y la risa en estos roedores.

Juego cerebral

“Sabemos que las vocalizaciones como la risa son muy importantes en el juego, lo que apoyó la idea de que hay algún tipo de señal de organización en el cerebro que regula este comportamiento”, dice el autor principal Michael Brecht, un neurocientífico de la Universidad Humboldt de Berlín, en un comunicado. “Por ejemplo, los niños comprueban si hay risa cuando juegan a pelearse entre ellos. Si su compañero de juego deja de reírse, dejan de pelearse”.

El juego es uno de los tipos de comportamiento menos entendidos, y los científicos actualmente no conocen las vías neuronales que controlan la ludicidad de los humanos u otros animales.

Para saber más sobre la neurociencia del juego, estos investigadores se aseguraron primero de que las ratas que estudiaban fueran libres de moverse durante todo el experimento. Además, les dieron unos días para que se acostumbraran a su nuevo entorno.

Juegos y cosquillas

Una vez que las ratas se sintieron cómodas, los investigadores jugaron con ellas al juego de “persigue la mano” y les hicieron cosquillas en sus espaldas y barrigas.

Las ratas no se ríen como los humanos, pero cuando se divierten, emiten chillidos con un tono agudo que los humanos no pueden oír. Los investigadores monitorizaron este sonido para asegurarse de que las ratas se lo estaban pasando bien.

Al observar la actividad cerebral de estos animales, los investigadores encontraron fuertes respuestas neuronales, tanto al cosquilleo como al juego en la columna lateral de la sustancia gris periacueductal, o PAG.

Si esta parte del cerebro se inhibía, las ratas dejaban de participar tanto en el juego y no reían tan a menudo. Por otro lado, si las ratas se ponían en un entorno desconocido que estaba diseñado para provocar ansiedad, dejaban de reírse, y las células sensibles al cosquilleo y al juego en la columna lateral del PAG disminuían su actividad.

Lucha y huida

En roedores, el PAG se encuentra también en el mesencéfalo, y se sabe desde hace tiempo que controla las vocalizaciones y la respuesta de lucha o huida.

El juego físico también puede provocar una respuesta de lucha o huida, lo que podría ser una explicación del papel del PAG en el juego.

Investigaciones anteriores han demostrado que la ludicidad persiste incluso si la corteza, que controla la consciencia, no se desarrolla, lo que sugiere que el juego es un comportamiento más instintivo.

En el caso de los humanos, comprender mejor este circuito puede ayudar a los médicos a mejorar su conocimiento de la depresión, ya que las personas que realmente necesitan ayuda son las que no pueden jugar.

Referencia

Play and tickling responses map to the lateral columns of the rat periaqueductal gray. Natalie Gloveli et al. Neuron,  July 28, 2023. DOI:https://doi.org/10.1016/j.neuron.2023.06.018

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