Las armas biológicas más mortíferas de la historia
January 16, 2020 El Mundo , NoticiasTularemia, ántrax, botulismo, virus variola… repasamos estas armas diseñadas para tener efectos devastadores.
Un arma biológica es cualquier tipo de agente infeccioso, como un virus, una bacteria o una toxina que se usa de forma intencionada para infligir daños corporales a personas, animales o la propia naturaleza.
Pueden emplearse para provocar bajas masivas, trastornos sociales, pérdidas económicas y problemas ambientales y una vez liberadas, son muy difíciles de manejar debido a que son agentes infecciosos que se extienden sin control y no únicamente bajo el área objetivo.
Son armas silenciosas y letales y no pertenecen a la etapa más moderna de nuestra historia. Sino que este bioterrorismo usando microorganismos o muestras infectadas para causar terror y pánico comenzó hace mucho, cuando los hititas enviaron carneros infectados a sus enemigos, alrededor del 1400 a.C.
Sin embargo, según consta en un estudio publicado en la revista Clinical Microbiology and Infection, aparte de algunos eventos raros y bien documentados, suele ser bastante complicado para los historiadores y microbiólogos diferenciar las epidemias naturales de los supuestos ataques biológicos. Por varios motivos: existe poca información disponible en épocas anteriores a la microbiología moderna; la verdad puede haber sido manipulada por razones normalmente políticas; y el paso del tiempo también puede haber distorsionado la realidad del pasado.
La influencia de la política sobre la distorsión de la realidad mediante el uso de agentes infecciosos como arma, quedó muy claro en el llamado accidente de Sverdlovsk, que fue atribuido inicialmente por las autoridades a un brote natural transmitido por los alimentos y, posteriormente, trece años después, reconocido oficialmente como arma militar del ejército. Es solo uno de los ejemplos más destacados que podemos encontrar en nuestra historia reciente.
Como hemos comentado, las armas biológicas pueden ser difíciles de controlar o incluso predecir, si estamos, por ejemplo, en medio de un campo de batalla, ya que existe un riesgo sustancial de que las tropas de ambos ambos acaben afectadas.
Debido a que los organismos vivos pueden ser impredecibles y muy resistentes, las bioarmas son potencialmente devastadoras a escala mundial y han sido prohibidas a nivel mundial en virtud de numerosos tratados. A pesar de los tratados y las leyes internacionales, la capacidad de la humanidad para encontrar formas innovadoras de matarse mutuamente es una realidad.
¿Cuáles han sido las armas biológicas más letales? Las repasamos a continuación.
Sin duda una de las más conocidas. La bacteria Bacillus anthracis, que causa el ántrax, es uno de los agentes más mortales que ha sido empleado como arma biológica. De hecho, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los EE. UU. lo clasifican como un agente de Categoría A, lo que representa un riesgo significativo para la seguridad de la población, pues las esporas de ántrax duran mucho tiempo en el medio ambiente.
Esta bioarma se ha utilizado durante aproximadamente un siglo mezclado con polvos, aerosoles, alimentos y agua. Como las esporas son invisibles, inodoras e insípidas resultan un arma de lo más efectivo. En 2001, se enviaron cartas con ántrax en polvo a través del sistema postal de Estados Unidos. Murieron 5 personas y una veintena resultó afectada.
Se trata de una enfermedad muy contagiosa causada por la bacteria llamada Francisella tularensis. Esta bacteria se transmite por vía aérea y provoca una grave neumonía y una infección sistémica. Puede encontrarse en la naturaleza y en forma de aerosol se convierte en un arma biológica poderosa, también para los humanos, aunque los conejos y otros roedores salvajes son las especies animales más afectadas. Los humanos pueden contraer la tularemia mediante el contacto directo con animales infectados, mediante aerosoles, la ingesta (oral) de alimentos o agua contaminados, o también a través de la picadura de un insecto infectado (vector).
La viruela, una enfermedad infecciosa grave provocada por el Variola virus es otro agente potencial del bioterrorismo. A diferencia del ántrax, puede propagarse de persona a persona y, aunque ya no es una enfermedad de preocupación en el mundo natural, porque se considera erradicada desde 1980, sí que es cierto que si alguien tuviera acceso al virus -pues sigue existiendo en dos laboratorios, uno en Rusia y otro en EE. UU.-, podría ser un arma letal, pues la enfermedad se propaga rápida y fácilmente entre humanos.
El botulismo es una enfermedad grave causada por una toxina producida por la bacteria Clostridium botulinum. Es relativamente fácil de producir y tiene una potencia y letalidad extremas. Es tan peligrosa que apenas un gramo de esta toxina puede matar a más de un millón de personas. Se puede distribuir por aerosol o por contaminación del agua y suministros de alimentos. Suele encontrarse de forma natural en los suelos forestales o en los sedimentos del fondo de lagos. ¿Cuándo se ha utilizado esta neurotoxina como arma biológica? Se sabe que un grupo japonés infectó a los prisioneros de guerra chinos con toxinas botulínicas C durante la ocupación de Manchuria a principio de la década de 1930 con fines bélicos. Y es que las armas biológicas sufrieron un desarrollo importante durante la Segunda Guerra Mundial.
El virus del ébola (Ebolavirus) produce una fiebre hemorrágica viral de la misma categoría que la fiebre de Marburg o el dengue. Es una enfermedad mortal inducida por la infección con una de las formas del virus del ébola que se transmite a los humanos a partir de animales salvajes. Tiene una tasa muy alta de letalidad y, supuestamente, fue producida como arma biológica por la Unión Soviética entre 1986 y 1990, pero no se ha encontrado evidencia de que se haya utilizado. Dicha nación también llegó a tener capacidad para fabricar en masa la variante U del virus de Marburgo, denominado el virus “gemelo” del ébola. Los científicos soviéticos preferían Marburgo a Coxiella burnetii (fiebre Q) ya que Marburgo tiene una alta tasa de letalidad de hasta el 90%.
La bacteria Yersinia pestis produce en el ser humano la peste pulmonar, la peste bubónica y también la peste septicémica. La bacteria se transmite a los humanos a través de la picadura de una pulga que se ha alimentado de roedores infectados y una vez que la persona está infectada, la enfermedad puede convertirse en peste bubónica o peste neumónica, que se desarrolla rápidamente y no responde bien a los antibióticos. La capacidad de producción en masa y diseminación en aerosoles y la alta tasa de mortalidad y propagación, la convierten en un arma biológica preocupante.
La peste ha sido utilizada de forma intencionada como arma desde el siglo XIV. Sin ir más lejos, el ejército japonés arrojó pulgas infectadas en zonas de China y Manchuria de nuevo en la Segunda Guerra Mundial y los científicos soviéticos produjeron grandes cantidades de organismos de la peste resistentes a antibióticos, listos para ser usados como arma biológica en la década de 1980.
La familia de virus Bunyaviridae incluye tres virus a tener en consideración: Nairovirus, Phlebovirus y Hantavirus. Aunque no se ha encontrado evidencia directa de su empleo como arma biológica, durante la Guerra de Corea, se estima que la fiebre hemorrágica coreana causada por el Hantavirus afectó a 3.000 soldados estadounidenses y coreanos que se infectaron con la enfermedad. El Bunyavirus provoca infecciones como la fiebre del Valle del Rift o el Síndrome Pulmonar Hanta (SPH) que causa una tasa de mortalidad de hasta el 50%.
Debido a que es una enfermedad gastrointestinal potencialmente grave y a veces mortal, el cólera tiene el potencial de ser utilizado como arma biológica. La única salvedad con esta enfermedad diarreica aguda que si no se trata puede provocar la muerte en horas, es que no se propaga fácilmente de individuo a individuo. En el pasado, la bacteria responsable del cólera, Vibrio cholerae, fue empleada por EE. UU., Japón, Sudáfrica e Irak, entre otros. Por ejemplo, en la guerra de Paraguay en 1867, los soldados tiraban cadáveres afectados por el cólera a los pozos de agua para contagiar a sus enemigos y conseguir así diezmar sus tropas.
–A través del aire mediante aerosoles. Para estar infectada, una persona debe respirar una cantidad suficiente de partículas para provocar la enfermedad.
–En explosivos (artillería, misiles, detonación de bombas). Emplear un dispositivo explosivo para administrar y difundir agentes biológicos no es tan efectivo como con aerosoles, pues los agentes tienden a ser destruidos por la explosión.
–A través de comida o agua: la contaminación de los suministros de agua de una ciudad requiere una cantidad increíblemente grande de un agente infeccioso.
–Absorbido o inyectado en la piel: este método es eficaz para el asesinato, pero no es probable su utilización para causar bajas masivas.
Un informe presentado en agosto de 2019 del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial de la Universidad de Cambridge (Inglaterra) afirmaba que las armas biológicas del futuro, armadas con inteligencia artificial y manipulación genética tendrían el poder de atacar un ADN específico y potencialmente eliminar únicamente ciertas razas en concreto sin afectar a las demás. Los autores advertían que: “La tecnología se está volviendo cada vez más sofisticada a precios cada vez más baratos, democratizando la capacidad de hacer daño de manera más rápida y letal. En un caso particularmente negativo, podría construirse un arma biológica para atacar a un grupo étnico específico en función de su perfil genómico”. El desfavorable informe también advierte que una IA podría convertirse en un arma “extremadamente dañina y potencialmente imparable”.