Las abejas coordinan la estrategia de defensa de las colmenas

Las abejas sin aguijón angelitas o yateís (Tetragonisca angustula) exhiben una estrategia de defensa de sus nidos diferente a la que se observa en otras especies de insectos sociales. Además de las guardias establecidas en la entrada, las colonias de esta especie también cuentan con abejas guardianas que sobrevuelan cerca de la abertura del nido.

@Cristiano Menezes

En un estudio a cargo de investigadores del Departamento de Entomología y Acarología de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), en Brasil, y de la University of Sussex, en Inglaterra, se verificó que esas abejas guardianas en sobrevuelo se ubican cerca de la colonia en forma no aleatoria.

Existe una fuerte tendencia en esas guardianas a distribuirse en cantidades iguales a ambos costados de la entrada del nido. De esta forma, esas abejas “drones” logran detectar e interceptar más rápidamente a los intrusos que se acercan al nido antes de llegar a la entrada e iniciar un ataque. De este modo, las abejas yateís logran incrementar y mejorar la vigilancia de sus nidos, según constataron los científicos.

Este estudio, producto de un proyecto que contó con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP, salió publicado en la revista Behavioral Ecology.

“Observamos que las guardianas yateís coordinan la estrategia de vigilancia de sus nidos contra las abejas ladronas y otros posibles predadores”, declaró Denise de Araujo Alves, posdoctoranda en la Esalq-USP y una de las autoras del estudio.

Los investigadores filmaron y analizaron 15 colonias de abejas yateís, una especie considerada ligeramente agresiva entre las especies de abejas sin aguijón, pero cuyas guardianas son especialmente defensivas con relación a la abeja limón (Lestrimelitta limao), la principal ladrona de sus nidos y cuyos ataques pueden ser destructivos.

Se contaron las abejas guardianas que sobrevolaban en la entrada de cada colonia y se registró la cantidad de aquéllas que se ubicaban a la izquierda y a la derecha para los grupos con 2, 3 y 4 guardianas. En esos grupos con 2, 3 y 4 abejas guardianas, también se comparó la frecuencia con que los insectos se encontraban distribuidos en todos los posibles ordenamientos posicionales a la izquierda y a la derecha de la entrada del nido con una distribución aleatoria esperable.

Los resultados de los análisis indicaron que las abejas guardianas sobrevolando a la entrada de los nidos estaban distribuidas más uniformemente a ambos costados de la entrada de los nidos que lo esperable si cada una estuviese posicionada aleatoriamente.

Las mediciones del ángulo de cada abeja guardiana en sobrevuelo con relación a la entrada de su nido, tomadas con base en filmaciones de las colonias, también revelaron que la coordinación de las guardianas en sobrevuelo en proporción uniforme incrementó la vigilancia colectiva del grupo. Sucede que esa organización de posicionamiento les permite a las abejas guardianas tener un campo visual colectivo más amplio.

Asimismo, el aumento de tamaño del grupo de guardianas trajo aparejada una disminución de la vigilancia individual (medida a través del ángulo de rotación de los cuerpo), lo que puede ser beneficioso, debido a la economía de energía destinada a dicha actividad.

“Los beneficios de la vigilancia coordinada con relación al tamaño del grupo aún son desconocidos. Si bien hemos estudiado grupos de entre una y cuatro guardias sobrevolando, dicha cantidad puede llegar a 15. Estimamos que a medida que el tamaño del grupo aumenta, disminuye la importancia de la coordinación de la vigilancia. Uno de los motivos de esto puede ser que el posicionamiento aleatorio de muchas guardianas probablemente cubra todas las direcciones aproximándose a los 360°”, dijo De Araujo Alves.

Con el objetivo de evaluar la capacidad de las abejas guardianas en sobrevuelo para detectar e interceptaren a una abeja ladrona volando en dirección a la entrada de un nido, se realizaron experimentos tendientes a simular el ataque de abejas limón a nidos de yateís con una y con dos abejas guardianas.

Para realizar los experimentos se empleó una bolita de plastilina negra tratada con citral, un compuesto que es uno de los principales componentes de las glándulas mandibulares de la abeja limón y que, al detectárselo, provoca la reacción defensiva de las yateí guardianas.

El “maniquí” de la abeja limón quedó posicionado en forma perpendicular a la entrada de la colonia, directamente delante o detrás de las abejas guardianas en sobrevuelo, y se lo movió a una distancia de 20 centímetros de la entrada de la colonia a una velocidad promedio de 1 cm por segundo.

Los resultados de los análisis indicaron que las guardianas solitarias se mostraron tres veces más proclives a detectar y atacar al intruso ficticio cuando se acercaba por delante de ellas que por detrás antes de que éste llegase a la entrada del nido. Cuando se le mostró el maniquí a dos guardianas, una de cada lado de la entrada, éste fue dos veces más atacado por la guardiana que se encontraba de frente hacia el mismo, en contrapunto con la que estaba de espaldas al maniquí.

“Como esas abejas guardianas sobrevuelan a la derecha y a la izquierda de la entrada, tienen un ángulo de visión que las abejas guardianas posicionadas a la entrada de la colonia no logran enfocar. Si un predador o un cleptoparásito como la abeja limón se acerca por los costados y no por delante del nido, éstas logran detectarlo e interceptarlo más rápidamente”, explicó De Araujo Alves.

A juicio de la investigadora, los resultados del estudio permiten entender mejor de qué manera coordinan su vigilancia contra predadores y cleptoparásitos los insectos sociales.

En la mayoría de los estudios existentes hasta ahora se investigó el efecto del tamaño del grupo sobre el nivel de vigilancia de los insectos sociales contra los predadores, partiendo del supuesto de que el nivel de vigilancia de esos animales disminuiría a medida que el tamaño del grupo aumentase, toda vez que los miembros del grupo dedicarían menos tiempo a la vigilancia. Pero la forma en que un vigilante se posiciona con relación a otro en el grupo y cómo esto afecta a la vigilancia colectiva han sido objetos de menor atención que el efecto del tamaño del grupo.

“Es escasa relativamente la investigación destinada a evaluar si el nivel de vigilancia colectiva de un grupo de insectos sociales aumentaría si el grupo coordinase sus esfuerzos de vigilancia, como en el monitoreo en distintas direcciones, tal como lo constatamos ahora en este estudio con las abejas yateís”, dijo.

De acuerdo con De Araujo Alves, la vigilancia de los insectos sociales difiere con respecto a la mayoría de los vertebrados que viven en grupos. Al contrario que los grupos de peces, aves o mamíferos, que pueden huir de sus predadores, los insectos sociales deben proteger sus nidos porque en éstos se encuentran los ejemplares reproductivos, las crías y sus existencias de alimentos. De este modo, la detección precoz de predadores resulta importante para los insectos sociales porque los primeros predadores que llegan son a menudo otras especies de insectos sociales que suelen lograr el reclutamiento de compañeras para efectuar un ataque masivo.

“En contraste con los ejemplares de un rebaño o de un cardumen, por ejemplo, que suelen no estar relacionados genéticamente, las guardias en entre los insectos sociales deben estar siempre alertas. Como la supervivencia de las guardianas se encuentra más supeditada a la colonia que a su seguridad personal, el altruismo de los insectos sociales probablemente ‘facilitó’ la evolución de la vigilancia coordinada de sus nidos, que contienen su patrimonio genético [su madre y sus hermanas] y las existencias de alimentos”, comparó.

NCYT