La vida después de la muerte de Biggie Smalls en el metaverso

Un avatar del cantante, que murió en 1997, actuó con otros raperos en directo en el festival virtual Horizon Worlds de Meta.

El pasado viernes, Biggie Smalls fue el único hombre en el escenario durante un momento. Un reflector lo iluminó con su traje de terciopelo rojo y, en medio de vítores pregrabados, el cantante rapeó la letra de Mo Money Mo Problems, siguiendo el ritmo con sus zapatillas naranjas.

No es raro estar confundido. Smalls murió de un disparo a los 24 años, en 1997, dejando un enorme legado musical y cultural como uno de los mejores raperos de la historia. Smalls, cuyo nombre real era Christopher Wallace, estaba el pasado viernes en el metaverso Horizon Worlds de Meta: jadeando entre estrofas, levantando su puño el unísono, parecía muy vivo. La actuación puede verse aquí, previo inicio de sesión en Facebook.

El avatar hiperrealista de Smalls no es solo una impresionante hazaña técnica. También es una prueba crucial de dos grandes preguntas a las que pronto nos enfrentaremos, si las plataformas del metaverso ganan terreno: ¿La gente pagará para ver cómo actúa al avatar de un cantante muerto? ¿Es un negocio ético?

Smalls no es el primer cantante muerto y resucitado. Las actuaciones de hologramas han sido una forma controvertida pero popular de reanimar a músicos que habían fallecido: Buddy Holly, Whitney Houston, Michael Jackson y Amy Winehouse se convirtieron en hologramas para conciertos post mortemUno de los espectáculos más destacados fue el del rival de Smalls, Tupac Shakur, quien murió en 1996 pero “actuó” en Coachella (EE UU) en 2012.

Sin embargo, los hologramas son limitados. Requieren que el público esté en un ángulo específico para tener la impresión de ver al cantante en 3D. El metaverso ofrece una forma de ver un avatar más realista e incluso interactuar con él, el equipo detrás del concierto de Smalls espera ofrecer esto en un futuro cercano.

Lo más impresionante de la actuación de Smalls fue el realismo. Sus movimientos, peculiaridades y expresiones faciales eran muy auténticos.

No obstante, hubo algunos contratiempos que hicieron recordar a los espectadores que Smalls era un avatar. Cuando otros raperos cantaban en directo, Smalls parecía que se tropezaba con sus compañeros. Y cuando estos seguían sus letras, Smalls a veces salía del círculo central donde estaba, sin responder a sus compañeros como lo haría un cantante vivo.

El avatar de Smalls era más natural fuera de la pantalla, en segmentos pregrabados donde su imagen recorría el Brooklyn (EE UU) de los años 90. Sus movimientos no eran antinaturales, su ropa estaba arrugada, su cabeza giraba y movía sus manos de manera que hacía difícil decir que el cantante era una creación digital.

La tecnología detrás de esta hazaña visual lleva años desarrollándose, según afirma Remington Scott, director de VFX y responsable de crear el avatar de Smalls. Scott es el fundador de Hyperreal, el estudio detrás de la captura de movimiento que dio vida al Gollum de Andy Serkis en El Señor de los Anillos. En ese caso, se usó un actor, pero el avatar incorporó las mismas técnicas. “Cuando usábamos esta tecnología en películas, se tardaba seis meses y costaba millones de dólares. Ahora podemos hacerlo en seis semanas y con menor coste”, admite Scott.

El equipo reunió docenas de horas de vídeos caseros y fotos familiares para crear el avatar de Smalls, según Scott. Estas imágenes de referencia se usaron para incorporar pequeños detalles en el avatar, como las esquinas de los ojos o la forma en la que su piel se arrugaba con ciertas expresiones.

Scott cuenta cómo el equipo creó una base de datos de “materiales de referencia de microexpresión”, analizó “imágenes de resolución a nivel de poros” y estudió la elasticidad de las capas subcutáneas para comprender cómo se movía la piel del rostro de Smalls. Esos pequeños cambios en la expresión facial fueron cruciales para crear un avatar lo más realista posible.

Toda esa investigación valió la pena. “He visto el avatar durante todo el proceso de creación… y me parece muy real. Veo las características de mi hijo en los detalles”, escribió Voletta Wallace, su madre, por correo electrónico . “El avatar resultó ser todo lo que esperaba”. Scott resalta que, cuando el equipo le mostró el avatar de Smalls, Voletta dijo: “Ese es mi Christopher”.

“Todos en la sala lloramos “, recuerda Scott. “En ese momento, superamos cualquier logro técnico esperado y estábamos en el ámbito de las simulaciones emocionalmente reales”.

La razón por la que Smalls fue candidato principal para un concierto de realidad virtual fue que era una estrella sin actuaciones grabadas en vivo. “Biggie tuvo dos álbumes y nunca salió de gira”, señala Elliot Osagie, fundador de la empresa de medios digitales Willingie, quien colaboró en el evento. La actuación virtual fue una oportunidad para que los fans vieran a su héroe en directo y presentar a un rapero legendario a una nueva generación.

Wallace también gestiona el patrimonio de su hijo, estimado en unos 160 millones de dólares (150 millones de euros). Aunque fue un proyecto emotivo, no hay duda de que también era una oportunidad de negocio: Scott indica que Wallace había estado buscando “oportunidades para traer [a su hijo] de vuelta para volver a interactuar con sus fans y construir una nueva base de seguidores“. Lo segundo es importante: los compañeros de Smalls son miembros de la Generación X que están envejeciendo. Colocar a Smalls en el metaverso, un campo dominado por las generaciones más jóvenes podría aumentar su audiencia. Wallace lo confirma: “Me imagino más conciertos, vídeos de su música, anuncios, animación, películas y más oportunidades en el metaverso”.

Wallace, Hyperreal, Willingie y Meta no han querido revelar cuánto se pagó por el avatar del patrimonio de Wallace, o cuánto pagó Meta por albergar de forma exclusiva ese concierto de realidad virtual. Meta tampoco respondió a las preguntas de MIT Technology Review sobre su papel en el concierto, pero insistió en que el evento, transmitido en su plataforma insignia del metaverso, Horizon Worlds, no se realizó en el metaverso sino en realidad virtual. Cuando se pidió que aclarara qué era el metaverso, Meta no respondió.

No obstante, Scott destaca que la diferencia de sus avatares respecto a los tradicionales es la propiedad. Señala que con otros avatares “los actores e intérpretes no tienen derechos posteriormente”, y puntualiza: “Nuestro modelo quiere cambiar eso. Creamos identidades digitales para el talento y luego seguimos adelante”. En el caso de Smalls, sus herederos participaron en la creación de su gemelo digital.

¿Cómo se asegura de que un músico tenga voz sobre lo que se puede reproducir o no? “Esa es la pregunta del millón, o debería decir de miles de millones de dólares”, afirma Theo Tzanidis, profesor titular de marketing digital de la Universidad del Oeste (Escocia), quien ha escrito sobre el negocio de hologramas y el metaverso para la industria musical.

En la mayoría de los casos, las celebridades y los músicos no incluyen cláusulas en los contratos o testamentos sobre cómo les gustaría que se usara su imagen en el metaverso o con la inteligencia artificial, pero a Tzanidis no le sorprendería que esa práctica comenzara pronto.

Sin embargo, no hay forma de saber si Smalls habría consentido este uso de su imagen, y es imposible que pudiera haber concebido una plataforma como Horizon Worlds.

Para Osagie, es importante asegurarse de que un avatar sea fiel a la era de un músico determinado y no haga nada que esa persona no haya podido concebir. El profesor utiliza como ejemplo un próximo proyecto del metaverso con una leyenda del jazz: “Miles Davis tuvo una carrera que duró décadas. Si quisieran contar una historia sobre su música, eso está bien. Si la idea es animar su avatar y hacer que juegue a las cartas con Drake, eso no podría haber sucedido. Para mí, la línea a seguir es que el músico haga lo que hacía”.

Esto tiene sentido. Pero en un futuro donde los avatares se vuelven cada vez más realistas, los negocios se expanden y la línea entre el metaverso y la vida real se vuelve borrosa, es posible que Miles Davis juegue a las cartas con Drake, con o sin la aprobación del patrimonio de cualquiera de las dos personas.

Incluso los creadores del concierto de Smalls se tomaron algunas libertades creativas. Una escena mostraba el avatar de Smalls en el balcón de su supuesto apartamento; la cámara recorre un retrato del expresidente Barack Obama abrazando a Smalls, un hecho ficticio, ya que Obama fue elegido más de 10 años después de la muerte del músico. Y al menos dos veces Smalls habla por un smartphone, que no existía cuando él vivía.

Tzanidis cree que el problema es la falta de un marco legal, y va más allá de los límites tradicionales del arte. En su opinión: “¿Qué pasaría si pudiéramos regresar al pasado y preguntarle a la gente [figuras históricas] qué hacían? ¿Qué pasaría si pudiéramos obtener formación de personas en nuestro campo [de estudio]? ¿Qué pasará cuando podamos recrear líneas temporales anteriores?”

Eso ya está pasando: una versión digital de Jack Nicklaus, jugador de golf estadounidense,  pronto se lanzará en una plataforma virtual aún no revelada. Los fans podrán interactuar con él y ofrecerá consejos de golf e historias de sus victorias.

Nicklaus participó de lleno en la creación de su avatar. Pero Smalls no. Y no hay forma de confirmar si sus deseos coincidieron con los de su madre. “Para el metaverso, no hay un libro de reglas, no hay reglas. Debería haberlas”, advierte Tzanidis.

Osagie asegura que este concierto no es el final para el avatar de Smalls.  Scott y él están explorando la posibilidad de expandirse a otros conciertos y videojuegos, además de realizar una actuación de Smalls en Coachella. Scott está entusiasmado con ello, y asegura que “el metaverso es otra realidad y, dentro de ella, Biggie sigue vivo y a mí me encanta ese mundo. Creo que a muchos fans les encantará ese mundo”.

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