La startup que quiere reemplazar las frías apps por chatbots de IA empática

Sierra espera que todas las empresas utilicen sus chatbots de IA empática para las interacciones con los clientes.

Cofundadores de Sierra, Bret Taylor y Clay Bavor / Carlos Chavarría / Sierra

Puede que haya insultado sin querer a Bret Taylor y Clay Bavor cuando les entrevisté sobre su nueva empresa de inteligencia artificial. Su nueva startupSierra, desarrolla agentes basados en IA para “elevar la experiencia del cliente” de grandes empresas. Entre sus primeros clientes se encuentran WeightWatchers, Sonos, SiriusXM y OluKai (una empresa de ropa de inspiración hawaiana). El mercado final de Sierra es cualquier empresa que se comunique con sus clientes, lo que supone una gran oportunidad. Su plan me parece una validación de la predicción generalizada de que 2024 será el año en que los modelos de inteligencia artificial por fin deriven en productos reales. Así que cuando saludé a estos cofundadores, a los que conozco desde hace años, comenté que su empresa parece “muy de tuercas y tornillos”.

¿Fue un error decir esto? “No sé si es un cumplido, una crítica o simplemente un hecho”, dice Taylor, que dejó su puesto como codirector ejecutivo de Salesforce para fundar Sierra. Le aseguré que lo veía más como lo segundo: “¡No es como si estuvieras construyendo novias de IA!”, señalé.

¿Quiénes están detrás de Sierra?

Es significativo que dos de los líderes más visionarios de Silicon Valley estén creando una startup de IA no para perseguir el raro trofeo de la superinteligencia, sino para utilizar los recientes avances en IA para llevar al futuro a las corporaciones no tecnológicas. Su experiencia les sitúa a la altura de figuras más conocidas del sector: Taylor fue uno de los principales desarrolladores de Google Maps en los años ochenta y Bavor dirigió los esfuerzos de Google en el campo de la realidad virtual. No dudan en asegurarme que sus corazones siguen en modo ambicioso, apuntando lo alto y abstracto. Ambos creen que la IA conversacional es un avance equiparable a la interfaz gráfica de usuario o al smartphone, y que tendrá al menos el mismo impacto en nuestras vidas. Resulta que Sierra se centra en un aspecto específico y empresarial de esto. “En el futuro, el agente de IA de una empresa –básicamente, la versión de IA de esa empresa– será tan importante como su sitio web”, dice Taylor. “Va a cambiar por completo la forma en que las empresas existen digitalmente”.

¿Cómo funcionan los chatbots de Sierra?

Para construir sus bots de forma que cumplan esa tarea con eficacia, amabilidad y seguridad, Sierra tuvo que urdir algunas innovaciones que harán avanzar la tecnología de agentes de IA en general. Y para abordar el problema más preocupante –los “delirios” o “alucinaciones” propios de las IA que podrían dar a los clientes información errónea– Sierra utiliza varios modelos de IA diferentes a la vez, con un modelo que actúa como “supervisor” para asegurarse de que el agente de IA no se desvía hacia el territorio de la fantasía. Cuando está a punto de ocurrir algo con consecuencias reales, Sierra recurre a su enfoque de superioridad numérica y fuerza bruta. “Si chateas con el agente de WeightWatchers y escribes un mensaje, se invocan unos cuatro o cinco grandes modelos de lenguaje diferentes para decidir qué hacer”, dice Taylor.

Gracias a la potencia, el vasto conocimiento y la asombrosa comprensión de los potentes modelos de lenguaje IA de gran tamaño (LLM), estos agentes digitales pueden captar los valores y procedimientos de una empresa tan bien como un ser humano, y quizá incluso mejor que un trabajador descontento en una sala calurosa de Dakota del Norte. El proceso de formación se asemeja más a la incorporación de un empleado que a la introducción de reglas en un sistema. Y lo que es más, estos robots son lo suficientemente capaces como para que se les conceda cierta autonomía a la hora de atender las necesidades de la persona que llama. “Nos dimos cuenta de que muchos de nuestros clientes tenían una política, y luego tenían otra política detrás de la política, que es la que realmente importa”, dice Bavor. Los agentes de Sierra son lo bastante sofisticados como para saberlo, y también lo bastante listos como para no desvelar la verdad de inmediato y conceder a los clientes un trato especial solo si presionan. El objetivo de Sierra no es otro que conseguir que las interacciones automatizadas con los clientes pasen del infierno a la felicidad.

Esto era ambrosía para los oídos de uno de los primeros clientes de Sierra, WeightWatchers. Cuando Taylor y Bavor le dijeron a Sima Sistani, Directora Ejecutiva, que los agentes de IA podían ser auténticos y cercanos, se quedó intrigada. Pero lo decisivo, según me contó, fue cuando los cofundadores le dijeron que la IA conversacional podía lograr “empatía a escala”, y ahora WeightWatchers utiliza agentes creados por Sierra para sus interacciones con los clientes.

Ok, pero, ¿son empáticos?

El diccionario Merriam-Webster define la empatía como “la acción de comprender, ser consciente de, ser sensible a y experimentar indirectamente los sentimientos, pensamientos y experiencias de otro”. Le pregunté a Sistani si no sería una contradicción decir que un robot puede ser empático. Tras una pausa en la que casi pude oír los engranajes de su cerebro, balbuceó una respuesta. “Es interesante cuando lo planteas así, pero vivimos en mundos 2D. Los algoritmos nos ayudan a determinar la próxima conexión que vemos y la relación que establecemos. Como sociedad ya estamos más allá de eso”. Aquí, “eso” significa que la interacción con un robot no puede ser auténtica. Por supuesto, en la vida real es lo ideal, se apresura a decir, y los agentes son más un complemento para la vida real que un sustituto. Pero no abandona la idea de la empatía.

Cuando le pido ejemplos, Sistani me habla de una interacción en la que un miembro de WeightWatchers dijo que tenía que cancelar su afiliación por dificultades. La agente de IA la bombardeó y le dijo cosas como “siento mucho oír eso… Esas dificultades pueden ser tan difíciles… Déjame ayudarte a solucionarlo”, y luego, como un hada madrina, la agente la ayudó a explorar alternativas. “Tenemos muy claro que es un asistente virtual”, dice Sistani. “Pero si no lo hubiera sido, no creo que se notara la diferencia”.

Antes de seguir por este camino, tengo que dar un llamado de atención. Por muy auténticos o empáticos que sean los agentes de software, su trabajo se solapa con tareas que antes o ahora realizan seres humanos. Los trabajadores de carne y hueso cobran un sueldo, se van a casa después de sus turnos e incluso pueden sindicarse. Los agentes de IA no presentan ninguno de esos “inconvenientes”. Por eso las empresas utilizan constantemente sistemas de atención telefónica y sitios web para interactuar con los clientes, y por eso las corporaciones a menudo toman medidas extremas para dificultar la conexión con los seres humanos que siguen siendo necesarios para aquellos cuyos problemas no pueden resolverse con la elección de un menú, o que simplemente necesitan que se les responda a sus preguntas en lenguaje natural. Para algunas empresas, es más fácil descifrar algoritmos de encriptación que simplemente conectar con un humano. La historia es tan vieja como la tecnología.

Cada vez que se introduce una nueva forma de automatización que desplaza la carga de los humanos a las máquinas, las empresas deben tener cuidado y suavizar el golpe para los clientes. Soy lo bastante mayor para recordar la llegada de los cajeros automáticos a principios de los años setenta. Era estudiante de posgrado en State College, Pensilvania. Toda la región estaba inundada de anuncios –en vallas publicitarias, en el periódico, en la emisora de radio– sobre la bienvenida a “Rosie”, nombre que recibían las máquinas que se instalaban en el vestíbulo del banco más grande. (Incluso entonces, se consideró necesario el antropomorfismo para suavizar el golpe.) La gente acabó apreciando las ventajas, como la banca 24 horas y la ausencia de colas. Pero tomó años confiar en esas máquinas lo suficiente como para depositar dinero real en una de ellas.

Taylor y Bavor creen que la magia transformadora de la IA es tan buena que no necesitamos suavizarla. Ya nos hemos atascado con sistemas de pesadilla como la asistencia telefónica y los sitios web que ofrecen opciones de elección múltiple que no responden a nuestras preocupaciones. Ahora tenemos una alternativa que es mucho mejor. “Si haces una encuesta a 100 personas y les preguntas ‘¿te gusta hablar con un chatbot?’, probablemente nadie diría que sí”, dice Taylor. “Pero pregunta a las mismas 100 personas: ‘¿te gusta ChatGPT?’, y 100 de cada 100 dirán que sí”. Por eso Sierra cree que puede ofrecer lo mejor de ambos mundos: interacciones eficaces que los clientes adoran con las ventajas de un robot que no necesita seguro social.

Sigo luchando con lo que significa que un modelo informático sea empático, así como con el uso igualmente desconcertante del término “autenticidad” para describir las interacciones agente-cliente. Pero quizá sea solo cosa mía. Los primeros datos indican que esas preocupaciones no son realmente un obstáculo sobre el terreno. Los robots no tienen empatía, pero pueden mostrarla, y en la práctica esto parece igual de bueno para muchas personas. En los ejemplos compartidos por WeightWatchers, la gente envía emojis de corazón a los agentes Sierra, descritos como “un miembro más del equipo de WeightWatchers”, e incluso algo tan sencillo como decir “gracias” a una pieza de código, como en un ejemplo, pone de manifiesto la voluntad de los humanos de dejar de lado sus prejuicios de especie e interactuar de persona a persona con algo que saben que no es realmente una persona.

Visto así, los planes de Sierra van más allá de las tuercas y los tornillos. Bavor y Taylor se suben a una gigantesca ola de IA conversacional para cambiar la forma en que todos vemos e interactuamos con los lugares con los que hacemos negocios. “Ahora mismo, la aplicación de una empresa es un pequeño icono en la pantalla de un celular”, dice Taylor. “Pero, ¿en qué momento ocurrirá que el principal artefacto digital de una empresa sea su IA?”.

Sierra ha dado en el clavo. Después de todo, esos cajeros automáticos funcionaron bastante bien. Excepto para los cajeros y cajeras de los bancos.

Wired