El espacio está dominado por fuerzas electromagnéticas invisibles que normalmente no sentimos. También está repleto de extraños tipos de materia que nunca experimentamos en la Tierra. El Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA ha identificado cinco fenómenos sobrenaturales que ocurren únicamente en el espacio, y que obligan a los científicos a ampliar su comprensión para poder entenderlos en profundidad.
Los misterios del cosmos nos cautivan desde siempre, pero al mismo tiempo la ciencia y la tecnología, y especialmente la astronomía, han avanzado tanto en los últimos siglos que han logrado explicar y demostrar muchos de los enigmas que años atrás parecían imposibles de descifrar. Sin embargo, ciertos fenómenos aún continúan desafiando nuestro entendimiento y provocan nuevos esfuerzos para que el conocimiento científico amplíe sus límites.
Un artículo publicado en el sitio web del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA describe cinco cuestiones que podrían considerarse como “sobrenaturales” en nuestro planeta, ya que no tendrían una explicación racional en nuestro contexto, pero que en el espacio suceden con cierta asiduidad. ¿Cuáles son esos fenómenos y cómo trabaja la ciencia para poder comprenderlos?
El plasma y las temperaturas extremas
Uno de esos misterios es el plasma. En la Tierra, la materia asume uno de tres estados: sólido, líquido o gaseoso. En el espacio, sin embargo, el 99,9% de la materia normal se encuentra en una forma completamente distinta, denominada plasma. Se trata de una sustancia compuesta por iones y electrones sueltos: todas las estrellas, incluido el Sol, están hechas principalmente de plasma. En la Tierra, aparece ocasionalmente en forma de rayos y en signos de neón.
Su comportamiento es asombroso, ya que interactúa con campos magnéticos invisibles que logran controlar los movimientos de las partículas cargadas en el plasma y crear ondas que aceleran dichas partículas a velocidades inmensas.
El segundo fenómeno son las temperaturas extremas en el espacio: si la Tierra experimenta un amplio rango de temperaturas, aquello que consideramos extremo en nuestro planeta es el promedio en el espacio. En planetas sin una atmósfera aislante, las temperaturas fluctúan de forma dramática entre el día y la noche. Mercurio, por ejemplo, vive días con temperaturas que llegan a los 449 grados Celsius y noches gélidas que alcanzan los 171 grados Celsius bajo cero.
En tanto, cuando la sonda solar Parker de la NASA concrete su aproximación más cercana al Sol, experimentará diferencias térmicas de más de 2.000 grados.
Fusión, enormes explosiones y ondas de choque
Otro gran misterio cósmico es la fusión: se trata del proceso en el cual los elementos ligeros se “exprimen” bajo una inmensa presión y temperatura, convirtiéndose en nuevos elementos más pesados. En sus momentos iniciales, el universo contenía principalmente hidrógeno y helio, además de una pequeña porción de un par de otros elementos ligeros.
Desde ese momento, la fusión en estrellas y supernovas han proporcionado al cosmos más de 80 elementos nuevos, algunos de los cuales hacen posible la vida. El Sol, por ejemplo, fusiona alrededor de 600 millones de toneladas métricas de hidrógeno por segundo.
Los campos eléctricos y magnéticos pueden agregar y eliminar energía de las partículas, cambiando sus velocidades. / NASA/Goddard Space Flight Center Scientific Visualization Studio/YouTube.
El cuarto fenómeno identificado por la NASA son las enormes explosiones que ocurren en el espacio a cada momento, en el área cercana a la Tierra. Cuando el viento solar, la corriente de partículas cargadas del Sol, colisiona contra el “escudo magnético” que protege a la Tierra, denominado magnetosfera, se generan eventos explosivos que provocan, por ejemplo, las auroras que embellecen los cielos de nuestro planeta. Estas interacciones magnéticas “explosivas” ocurren en todo el espacio y son objeto de proyectos como la misión Magnetospheric Multiscale de la NASA.
Por último, los astrónomos también intentan explicar el fenómeno conocido como ondas de choque. En el espacio exterior, las partículas pueden transferir energía sin necesidad de tocarse. Esta extraña transferencia energética tiene lugar en estructuras invisibles conocidas como “choques”. El contenido energético se transfiere a través de ondas de plasma, campos eléctricos y magnéticos.
Las ondas de choque pueden formarse solamente cuando las cosas se mueven a velocidades supersónicas, o sea más rápido que la velocidad del sonido. Un escenario posible es alrededor de supernovas activas que expulsan nubes de plasma. Sin embargo, en casos muy extraños estos “choques” pueden crearse súbitamente en la Tierra, por ejemplo cuando los aviones viajan más rápido que la velocidad del sonido.
¿Tendrá la ciencia algún día una comprensión real y profunda de estos extraños fenómenos? Por el momento, nos continuarán asombrando e indicando que existen fuerzas y realidades que nos exceden.