La misteriosa sociedad que moró en la Isla de Pascua quizá no tuvo un final trágico

Mucha gente conoce la Isla de Pascua como “el lugar de las cabezas de piedra gigantes”. Esta remota isla, a 3.700 kilómetros de la costa de Chile, ha sido vista desde hace mucho tiempo como un lugar misterioso.

Ejemplos de estatuas de la Isla de Pascua, o moáis. / Dale Simpson, Jr.

Las primeras personas que llegaron a la Isla de Pascua (o, en el lenguaje local, los Rapa Nui) lo hicieron hace unos 900 años. La población fundadora, según la tradición oral, llegó en dos canoas encabezadas por el primer líder de la comunidad en la isla. Con el paso de los años, la población ascendió hasta alcanzar varios miles, formando una sociedad compleja que talló las estatuas por las que la Isla de Pascua es conocida hoy en día. Estas estatuas, o moáis, llamadas a menudo “Cabezas de la Isla de Pascua”, son en realidad figuras de cuerpo completo que han quedado enterradas parcialmente con el paso del tiempo. Los moáis, que representan a antepasados importantes de los Rapa Nui, ascienden a casi un millar, y el mayor tiene más de 20 metros de alto.

Se ha venido creyendo que la sociedad allí establecida se acabó autodestruyendo debido a luchas intestinas y por la sobreexplotación de los recursos naturales.

Sin embargo, una nueva investigación, realizada por el equipo de Laure Dussubieux, del Museo Field de Chicago en Estados Unidos, y Dale Simpson Jr., de la Universidad de Queensland en Australia, sugiere una historia muy distinta y más compleja.

Analizando la composición química de las herramientas usadas para crear las enormes esculturas de piedra, estos arqueólogos han hallado evidencias de una sociedad sofisticada donde las personas compartían información y colaboraban. No parece, por tanto, que esa comunidad acabase del modo que se ha venido suponiendo.

NCYT