La flora intestinal sabe que no comes suficiente proteína animal y tu cerebro lo va pagar

Un estudio de la UNAM reafirma el íntimo vínculo entre la dieta, la microbiota intestinal y la salud mental.

Una vez más se fortalece el dicho “eres lo que comes” / Andry Onufriyenko / Getty Images

No puede existir un cerebro óptimo sin una microbiota intestinal saludable. En un estudio reciente, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descubrieron una nueva conexión entre la dieta, el sistema nervioso y cada uno de los microorganismos que residen en el sistema digestivo humano.

La investigación realizada por la UNAM reveló que una baja ingesta de proteínas y lípidos de origen animal durante la infancia puede provocar una pérdida de conectividad en las redes intestinales y cerebrales. A lo largo del tiempo, la falta de estos nutrientes puede generar vulnerabilidades frente a perturbaciones en el entorno y aumentar la propensión a afectaciones en los sistemas digestivos y nerviosos. El informe, que cuenta con la participación de especialistas en matemáticas, psicobiología y neuroecología, concluye que una mejor alimentación se traduce en una mejor salud mental en general.

Para llevar a cabo el estudio, los científicos trabajaron con grupos indígenas de los estados de Guerrero, Morelos y Ciudad de México; analizaron la dieta de su población infantil y la compararon. Se observó que los niños de la comunidad indígena Me’phaa en la región de la montaña alta de Guerrero, que consumían mayores cantidades de proteínas y grasas animales, presentaban un mejor desarrollo de las oscilaciones cerebrales. Según la UNAM, este tipo de actividad cerebral es fundamental para funciones cognitivas como la atención y la inhibición de distracciones.

Además, se descubrió que el ecosistema de bacterias benéficas que habitan en el intestino se comunica y conecta de manera más efectiva cuando se incluyen alimentos ricos en grasas y proteínas animales. El hallazgo aporta datos para afirmar que lo importante en la flora intestinal no es la cantidad de microorganismos, sino la conexión interna y el grado de simbiosis que se desarrolla entre ellos.

“Este paralelismo encontrado es un paso importante para entender que no puede haber un cerebro sano si no hay una microbiota intestinal sana, de tal forma que el significado de una buena dieta debe ir más allá de contar calorías o nutrientes; se debe considerar la salud de la microbiota intestinal” explicó Isaac G. Santoyo, investigador del Laboratorio de Neuroecología Cognitiva de la Facultad de Psicología de la UNAM.

El estado de ánimo y las bacterias del intestino

La relación entre las bacterias del colón y la salud mental va más allá de la concentración en la escuela o el trabajo. Los estados de ánimo y los trastornos asociados a ellos, como la depresión y la ansiedad, también pueden ser una respuesta a una mala salud de la microbiota. Según Santoyo, en una entrevista para UNAM Global, se ha descubierto que existen bacterias intestinales que sintetizan triptófano, que es la base de la serotonina y otros neurotransmisores clave como el GABA y la DOPA.

Los responsables del estudio enfatizan que los resultados obtenidos no deben ser simplemente almacenados en bases de datos para fines estadísticos. En cambio, instan a utilizar estos hallazgos para crear políticas públicas que aborden las necesidades nutricionales no resueltas en las comunidades. “Las políticas de salud pública deberían tener una mayor injerencia sobre el conocimiento y el enriquecimiento de la cultura del uso de esta terminología para promover una salud futura”, concluyó Isaac Santoyo.

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