La «cara tóxica» de la Luna

Un equipo de expertos analiza los riesgos de una exposición prolongada al polvo lunar, muy diferente del de la Tierra.

El astronauta Harrison Schmitt recoge muestras durante la misión Apolo 17, en 1972 / NASA

Cuando los astronautas de las misiones Apolo regresaban a la Tierra, el polvo acumulado en sus trajes tras su estancia en la Luna les provocaba fuertes dolores de garganta e irritaciones en los ojos. El polvo lunar está hecho de pequeñas y ásperas partículas abrasivas, que pueden resultar tóxicas para los humanos. ¿Pero hasta qué punto?

La “fiebre del heno lunar”, tal como la describió el astronauta de la NASA Harrison Schmitt durante la misión Apolo 17, generó diversos síntomas a cada una de las 12 personas que hasta ahora han puesto el pie en nuestro satélite natural. Desde simples estornudos a fuertes congestiones nasales, en más de un caso tuvieron que pasar varios días para que las reacciones se desvanecieran. Dentro de los módulos, los astronautas afirman que el polvo lunar tenía un penetrante olor a pólvora quemada.

Pero las misiones lunares dejaron en el aire una pregunta, una que podría afectar muy seriamente a los siguientes pasos de la Humanidad en su exploración del Sistema Solar: ¿Podría el polvo lunar poner en riesgo la salud humana?

Un ambicioso programa de investigación de la Agencia Espacial Europea (ESA), que incluye a expertos de todo el mundo, se ha puesto ahora en marcha con el objetivo de responder a esa pregunta.

Según Kim Prisk, fisiólogo pulmonar de la Universidad de California con más de 20 años de experiencia en vuelos espaciales tripulados y uno de los 12 científicos que participan en el programa de la ESA, “No sabemos cómo de dañino puede resultar ese polvo. Tenemos que hacer un esfuerzo por estimar el grado de riesgo existente”.
El polvo de la Luna contiene silicato, un material que normalmente se encuentra en todo cuerpo planetario con actividad volcánica. Aquí, en la Tierra, los mineros sufren inflamaciones pulmonares a causa de su inhalación. Pero en la Luna, el polvo es tan abrasivo que llegó a comerse varias capas de las botas de los astronautas, y destruyó incluso los sellos de vacío de los contenedores de muestras.

Una muestra del afilado y cortante polvo lunar- / NASA/JSC

Fino como el polvo, pero afilado como el cristal. Además, la escasa gravedad de la Luna, apenas una sexta parte de la terrestre, permite que esas diminutas partículas permanezcan en suspensión durante mucho tiempo y puedan, por lo tanto, penetrar más profundamente en los pulmones.

“Esas partículas -explica Kim- son 50 veces más pequeñas que el grosor de un cabello humano, y pueden permanecer durante meses en el interior de los pulmones. Y cuanto más tiempo permanezcan las partículas dentro del organismo, mayor será la posibilidad de efectos tóxicos”.

Se desconoce cual es el daño potencial que podría producir la inhalación de ese polvo, pero la investigación muestra que las simulaciones de suelo lunar son capaces de destruir las células pulmonares y del cerebro tras una exposición lo suficientemente larga.

Afilado como el cristal

En la Tierra, las partículas muy finas tienden a redondearse debido a la erosión provocada por el viento y el agua, pero en la Luna las cosas son muy diferentes y el polvo lunar no es redondo, sino agudo y muy puntiagudo. Además, la Luna no dispone de una atmósfera y su superficie sufre el bombardeo constante de la radiación solar, lo que hace que el suelo se cargue electrostáticamente.

Dicha carga puede llegar a ser tan fuerte que el polvo, en lugar de posarse, levita sobre la superficie, lo que facilita aún más su penetración tanto en el equipamiento como en los pulmones de los astronautas.

Para probar tanto los equipos como el comportamiento del polvo lunar, los expertos de la ESA trabajarán con polvo simulado y extraído de una región volcánica en Alemania.

Pero trabajar con esa simulación no resulta una tarea sencilla. Según Erin Tranfield, bióloga y experta en toxicidad por polvo, “la rareza del material lunar, similar al vidrio, lo convierte en un tipo muy especial de polvo. Tenemos que moler el material de origen, pero eso significa también eliminar sus bordes afilados”. Lo cual dista de ofrecer unas condiciones realmente comparables a las que se darían estando en la Luna.

El equipo lidia actualmente con estas y otras cuestiones para garantizar que, en un futuro cercano, nuestro regreso a la Luna se pueda llevar a cabo en las máximas condiciones de seguridad.

ABC