¿Hay vida en Venus? Esta sonda buscará la respuesta en cinco minutos
September 1, 2022 El Universo , NoticiasRocket Lab ha desarrollado una pequeña nave espacial, bautizada como Photon, para lanzar una sonda que inspeccionará las nubes del planeta. La misión puede mostrar el papel de la empresa privada en la ciencia planetaria y transformar la búsqueda de vida extraterrestre.
Mientras la pandemia de COVID-19 tomaba fuerza a finales de 2020, por un instante, todos los ojos apartaron la mirada de nuestro mundo para colocar su atención en Venus. Los astrónomos habían detectado algo sorprendente en la parte superior de sus nubes: fosfano, un gas que en la Tierra se crea mediante procesos biológicos. La especulación se descontroló mientras los científicos luchaban por entender lo que estaban viendo.
La misión que se lanzará el próximo año podría por fin comenzar a responder a la pregunta que ha entusiasmado a los astrónomos desde entonces: ¿Podría la vida microbiana estar expulsando el gas?
Aunque algunos estudios posteriores cuestionaron la detección de fosfano, el estudio inicial reavivó el interés por Venus. A raíz de ello, la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) seleccionaron tres nuevas misiones para ir al planeta e investigar, entre otras cuestiones, si sus condiciones pudieron albergar vida en el pasado. China e India también tienen planes para enviar sus misiones a Venus. “El fosfano les recordó a todos lo poco que se sabía sobre este planeta”, afirma uno de los científicos principales adjuntos de la misión europea a Venus (EnVision) Colin Wilson de la Universidad de Oxford (EE UU).
Sin embargo, la mayor parte de esas misiones no ofrecerían resultados hasta más tarde en la década de 2020 o hasta la década de 2030. Los astrónomos querían algunas respuestas ya. Por suerte, también lo quiere el CEO de la empresa de lanzamientos Rocket Lab, con sede en Nueva Zelanda, Peter Beck. Fascinado por Venus durante mucho tiempo, Beck fue contactado por un grupo de científicos del MIT sobre una misión audaz que usaría uno de los cohetes de la compañía para buscar vida en Venus mucho antes, con el lanzamiento en 2023, aunque hay una posibilidad de lanzamiento de respaldo prevista para enero 2025.
Con fosfano o sin él, los científicos creen que, si existe vida en Venus, podría ser en forma de microbios dentro de pequeñas gotas de ácido sulfúrico que flotan muy por encima del planeta. Si bien la superficie parece en gran medida inhóspita, con temperaturas tan altas como para derretir el plomo y presiones similares a las del fondo de los océanos de la Tierra, las condiciones entre 45 y 60 kilómetros sobre el suelo en las nubes de Venus son significativamente más moderadas.
“Siempre me ha parecido que Venus tiene mucho atractivo”, admite Beck. “El descubrimiento del fosfano fue el catalizador. Debemos ir a Venus para buscar vida”, añade.
Los detalles de la misión, la primera a otro planeta financiada de forma privada, se acaban de publicar. Rocket Lab ha desarrollado una pequeña nave espacial multipropósito denominada Photon, del tamaño de una mesa de comedor, que se puede enviar a varias ubicaciones en el sistema solar. En junio se lanzó en una misión a la Luna para la NASA. Para esta misión a Venus, se utilizará otra nave espacial Photon para lanzar una pequeña sonda a la atmósfera del planeta.
Esa sonda está siendo desarrollada actualmente por un equipo de menos de 30 personas, dirigido por Sara Seager, del MIT. Si se lanza en mayo de 2023, debería tardar cinco meses en llegar a Venus, hasta octubre de 2023. Con menos de 10 millones de dólares o euros, la misión, financiada por Rocket Lab, MIT y filántropos no revelados, es de alto riesgo, pero de bajo coste. Equivale solo 2% del precio de cada una de las misiones a Venus de la NASA.
“Es lo más simple, económico y lo mejor que se puede hacer para intentar lograr un gran descubrimiento”, asegura Seager.
La sonda es pequeña, pesa solo 20 kilogramos y mide 38 centímetros de ancho. Su diseño en forma de cono lleva un escudo térmico en la parte delantera, que soportará la peor parte del intenso calor generado cuando la sonda, ya liberada por la nave Photon, entre en la atmósfera de Venus a 40.000 kilómetros por hora.
Dentro de la sonda habrá un único instrumento que pesará solo 907 gramos. No habrá una cámara a bordo para tomar imágenes mientras la sonda desciende por las nubes de Venus; simplemente no habrá energía de radio ni tiempo para que se transmita mucho contenido a la Tierra. “Tenemos que ser muy moderados con los datos que enviamos”, explica Beck.
Sin embargo, el objetivo de los científicos no son las imágenes, sino una inspección de cerca de las nubes de Venus. Eso se llevará a cabo por un nefelómetro autofluorescente, un dispositivo que disparará un láser ultravioleta en las gotas en la atmósfera de Venus para determinar la composición de las moléculas de dentro. A medida que la sonda desciende, el láser brillará hacia el exterior a través de una pequeña ventana. Estimulará las moléculas complejas, que posiblemente incluyan compuestos orgánicos, en las gotas y provocará que emitan fluorescencia.
“Vamos a buscar partículas orgánicas dentro de las gotas de las nubes”, indica Seager. Tal descubrimiento no sería una prueba de vida: las moléculas orgánicas se pueden crear de formas que no tienen nada que ver con los procesos biológicos. No obstante, si se encontraran, sería un paso “para considerar a Venus como un entorno potencialmente habitable”, señala Seager.
Solo las mediciones directas en la atmósfera pueden buscar los tipos de vida que creemos que aún podrían existir en Venus. Las naves espaciales en órbita pueden decirnos bastante sobre las características generales del planeta, pero para entenderlo realmente debemos enviar sondas para estudiarlo de cerca. El intento de Rocket Lab y del MIT es el primero con un enfoque tan claro en la vida, aunque la Unión Soviética y EE UU ya enviaron sondas a Venus en el siglo XX.
La misión no buscará fosfano en sí porque un instrumento capaz de hacerlo no cabría en la sonda, resalta Seager. Ese podría ser un trabajo para la misión DAVINCI+ de la NASA, que se lanzará en 2029.
La misión de Rocket Lab y MIT será corta. Durante el descenso de la sonda, tendrá solo cinco minutos en las nubes de Venus para realizar su experimento, enviando sus datos por radio a la Tierra mientras cae en picado hacia la superficie. Se podrían tomar datos adicionales debajo de las nubes, si la sonda sobrevive. Una hora después de entrar en la atmósfera de Venus, la sonda tocará tierra. Las comunicaciones probablemente se perderán en algún momento antes de eso.
La investigadora que dirigió el estudio inicial de fosfano en Venus, Jane Greaves, admite que está deseando ver la misión. “Estoy muy emocionada”, confiesa, y añade que existe una “gran oportunidad” de detectar materiales orgánicos, y eso “podría significar que ahí hay vida”.
Seager espera que esto sea solo el inicio. Su equipo está planeando futuras misiones a Venus que podrán dar seguimiento a los resultados de este vistazo tentativo a la atmósfera. Una idea es colocar globos en las nubes, como los globos soviéticos Vega en la década de 1980, que podrían llevar a cabo otras investigaciones más largas.
“Necesitamos más tiempo en las nubes”, defiende Seager, idealmente con algo más grande que tenga más instrumentos a bordo. “Una hora sería suficiente para buscar moléculas complejas, no solo para ver su huella”, asegura.
Esta primera misión podría mostrar el papel que la empresa privada puede tener en la ciencia planetaria. Mientras las agencias como la NASA siguen enviando máquinas multimillonarias al espacio, Rocket Lab y otros pueden llenar un nicho para vehículos más pequeños, tal vez en respuesta rápida a los descubrimientos como el del fosfano en Venus.
¿Podría este pequeño y poderoso esfuerzo ser el primero en encontrar evidencia de vida extraterrestre en el universo? “Las posibilidades son bajas, pero vale la pena intentarlo”, concluye Beck.