Hallan organismos de hace 830 millones de años que podrían seguir vivos
May 28, 2022 El Mundo , NoticiasSe encuentran en el interior de bolsas de líquido preservadas en el interior de antiquísimos cristales de sal.
Hace alrededor de 830 millones de años, una serie de microorganismos quedaron atrapados en cristales de sal en lo que hoy es Australia Central. Y es posible que algunos de ellos aún sigan con vida.
Esa es la extraordinaria posibilidad que plantea en la revista ‘Geology’ un equipo de investigadores dirigido por Sara I. Schreder-Gomes, de la Universidad West Virginia. Según el estudio, los organismos se encuentran en el interior de pequeñas bolsas de líquido, menores que el ancho de un cabello, dentro de los cristales de sal (halita) de una antigua formación de rocas sedimentarias. Se trata de criaturas unicelulares que vivieron hace casi mil millones de años en aguas saladas y poco profundas, puede que en el mar o en un lago rico en sal.
Los investigadores descubrieron esas antiquísimas formas de vida al observar los cristales de sal al microscopio. Durante su trabajo, tuvieron el máximo cuidado para no alterar las diminutas bolsas de líquido que las contienen, aunque por ahora desconocen si alguna de esas criaturas sigue viva. Sin embargo, en investigaciones anteriores sí que fue posible resucitar microorganismos primitivos que estaban dentro de cristales de sal, aunque nunca tan antiguos como estos.
Según explica Schreder-Gomes un buen ejemplo son los organismos hallados en cristales de sal del período Pérmico, hace unos 250 millones de años y los más antiguos hasta ahora. Pero la mayoría de las técnicas para estudiar estos cristales implican su destrucción, y se basan en extraer los fluidos con una jeringa o, directamente, triturándolos o disolviéndolos para acceder a su interior, de modo que resulta difícil establecer la edad de los microorganismos dentro del líquido.
Las bolsas de líquido se forman al mismo tiempo que el propio cristal, lo que significa que cualquier cosa que esté atrapada en su interior tendrá su misma edad. Sin embargo, más tarde se forman nuevas bolsas, que van rellenando las fracturas del cristal. Por lo tanto, al triturar la muestra resulta muy difícil evitar que las bolsas de líquido primarias no se mezclen con las secundarias.
Una técnica no destructiva
Para evitar el problema, Schreder-Gomes y su equipo utilizaron una nueva técnica que no destruye los cristales. Primero tomaron muestras de halita a una profundidad de entre 1.481 y 1.520 metros bajo la superficie actual, y las cortaron en láminas de un milímetro de grosor. Después, examinaron la halita al microscopio tanto con luz visible como ultravioleta, sin romper las bolsas de líquido y ampliándolas hasta 2.000 veces. Por supuesto, se centraron en los cristales primarios, formados hace 830 millones de años.
En su interior, los investigadores descubrieron tanto eucariotas (algas y hongos con núcleos celulares bien definidos) como procariotas (bacterias y arqueas sin núcleo), aunque por ahora no han podido determinar con precisión a qué especies pertenecen. Lo que sí se sabe, explica la investigadora, es que los microorganismos que viven en sal son auténticos supervivientes, capaces de permanecer inactivos durante largo tiempo y de alterar su metabolismo para seguir con vida cuando el agua que los rodea se seca.
Ya en el año 2000, se afirmó haber revivido con éxito una bacteria de 250 millones de años, aunque los científicos no pudieron probar de forma definitiva que su hallazgo no era fruto de la contaminación de las muestras con bacterias modernas. Por ahora, Schreder-Gomes no ha roto los cristales para comprobar si sus microorganismos de 830 millones de años serían capaces de revivir. “Pero si pudieron sobrevivir durante 250 millones de años -afirma- ¿por qué no unos cientos de millones de años más? Ciertamente es una posibilidad para el futuro tratar de cultivarlos”.
Buscando vida en otros planetas
La técnica utilizada por el equipo de científicos también podría aplicarse a muestras de otros planetas para buscar antigua vida extraterrestre. De hecho, las rocas estudiadas en Australia se formaron en un entorno similar al que probablemente existió en el antiguo Marte, y los métodos no destructivos usados por Schreder-Gomes y sus colegas también podrían servir para buscar organismos ya desaparecidos del planeta rojo.
El rover Perseverance está almacenando rocas marcianas que en unos años se traerán a la Tierra, y entonces se necesitarán técnicas no destructivas para comprender el contexto de la formación de esas rocas. “Necesitamos -concluye Schreder-Gomes- hacer este tipo de análisis antes de aplicar cualquier otra técnica destructiva con cualquier muestra traída de allí”.