Hallados 11 cocodrilos momificados de hace 2.000 años en el Valle de los Príncipes de Egipto
August 28, 2020 El Mundo , NoticiasLos investigadores, de la Universidad de Jaén, horadan desde hace más de una década en Asuán, a 900 kilómetros de El Cairo, donde han aparecido 11 reptiles que debieron ser una ofrenda al dios Sobek.
Cuando ya no esperaban nada, un hallazgo volvió a ampliar los límites conocidos de Qubbet el Hawa, la necrópolis de gobernadores y nobles del antiguo Egipto que una misión española horada desde hace 12 años en Asuán, a unos 900 kilómetros al sur de El Cairo.
“Sinceramente no creíamos que fuéramos a encontrar nada porque era ya el borde de la colina pero justo allí, de buenas a primeras, nos apareció la entrada a unas cámaras intactas”, relata a Alejandro Jiménez, profesor de la Universidad de Jaén y director del proyecto que excava la colina de Qubbet al Hawa en Asuán, a orillas del Nilo.
“Comenzaron a salir cráneos de cocodrilos. En principio estaban empaquetados. Los habían descarnado o habían sido expuestos para que se pudrieran”, confirma. Realizado el inventario, el descubrimiento arrojó 11 osamentas de reptil. Todas reducidas a bultos de huesos salvo una, que fue embalsamada y recubierta de vendas.
“En el caso de las diez, se empacaron los esqueletos sin respetar su forma anatómica original. Aún no sabemos si los animales fueron descarnados en vida o si se les retiró la carne una vez que murieron. Ni siquiera sabemos si fueron sacrificados. La razón de este almacenamiento no está clara y podría responder a la necesidad de economizar recursos a la hora de enterrar. Un animal alargado consume muchas más vendas”, desliza el arqueólogo.
El descubrimiento -localizado a unos cinco metros al este del acceso a la tumba de Shemai, hermano de uno de los gobernadores más notables de Elefantina de la dinastía XII- abre nuevos interrogantes. “Ahora deberá ser un arqueozoólogo quien determine, por ejemplo, si los cocodrilos murieron por un golpe en el cráneo o date su época. Lamentablemente aparecieron sin restos de ajuar, lo que nos hubiera ayudado a datarlos, pero posteriormente investigando el modo en el que fueron almacenados y comparándolo con referencias textuales que pudimos buscar nos atrevemos a decir que la tumba es del período romano”, añade.
El enterramiento de los cocodrilos es uno de los primeros vestigios de animales momificados localizados en los confines del yacimiento por la universidad jiennense. “Hasta ahora sólo habíamos encontrado un perro momificado que probablemente fuera la mascota de uno de los difuntos enterrados en el siglo VI a.C. y su misión sería la de proteger al finado en el más allá pues estaba colocado en la entrada de una cámara. Era cuestión de tiempo que encontrásemos este tipo de enterramiento porque son muy comunes. Lo que yo no esperaba es que fueran cocodrilos”, confiesa Jiménez.
Los reptiles debieron ser ofrendas dispensadas por habitantes devotos de la zona a Sobek, la deidad cocodrilo que creó el Nilo y que se halla ligada a la fertilidad, suplicando su favor. “Sobek no es una divinidad a la que se tuviera mucho fervor en la zona de Asuán. Es cierto que en época romana sí hemos visto capillas y en una de ellas se denomina ‘señor de Asuán’ a Sobek pero no era uno de los gran dioses de la región. Lo común hubiera sido hallar carneros en honor al dios Jnum o antílopes de la diosa Satet”, apunta el arqueólogo, en busca ahora de nuevos detalles sobre el hallazgo.
El único cocodrilo que fue agasajado con la momificación ha reaparecido con algunos achaques, tras siglos guarecido de cazatesoros en un estrecha y árida oquedad. “Por desgracia, las termitas se comieron las vendas de lino en las que fue guardado. Salvo algunos pequeños fragmentos de venda adheridos a la piel, no tenemos más para poder compararlos con los ejemplares aparecidos en otros yacimientos como los de Kom Ombo y el Fayum”, precisa.
Los cocodrilos, unas criaturas temidas y al mismo tiempo veneradas, son el hallazgo de época faraónica más tardía que se ha rescatado entre los pliegues de la colina. “Creíamos que el yacimiento se había abandonado en favor de otras zonas. El descubrimiento amplia ahora la cronología del lugar y, sobre todo, refuerza la idea de que los antiguos egipcios no veían la orilla oeste como varios cementerios sino como uno solo, en el que podían enterrarse humanos y animales que representaban a varias deidades. Nos confirma, además, que la religiosidad en la zona es mucho más compleja de lo que pensábamos”.
Junto a los reptiles que aguardan aún un pormenorizado examen, el equipo ha desempolvado dos ataúdes policromados también carcomidos por las termitas y el enterramiento de un niño de principios del Reino Nuevo, resultado de una reocupación. Qubbet el Hawa, uno de los proyectos con más solera de la Egiptología española en tierras egipcias, está financiado por las fundaciones Palarq y Gaselec y el grupo Calderón.
Como otras expediciones patrias y a pesar de estar avalada por los resultados científicos, sufre la precariedad y la negligencia gubernamental. “Nos han denegado un proyecto I+D+i del ministerio de Ciencia, pese a que todas las evaluaciones destacaban la excelencia y su calidad. Dos de nuestros investigadores llevan en paro desde el pasado diciembre”, lamenta Jiménez. “Es un proyecto reconocido internacionalmente pero en España nos llevamos estas sorpresas”, concluye.