La predicción de que el 65 % de la población mundial vivirá en ciudades en 2050 está enfrentando a gobiernos e instituciones a numerosos desafíos. Estos retos incluyen el favorecer los ciclos productivos sostenibles que contribuyan a la prosperidad de sus habitantes sin distinción, abordar los problemas climáticos y ambientales que nos acechan, y garantizar servicios urbanos de calidad para el conjunto de la ciudadanía. Esto no solo convierte a los centros urbanos en un gran campo de batalla, sino también en su mayor esperanza.
Para diseñar y construir ciudades capaces de resolver estos desafíos es imprescindible comprender las dinámicas involucradas en su desarrollo y evolución. Desafortunadamente, el conocimiento actual de estas dinámicas se basa en una ciencia parcialmente desarrollada y atomizada en multitud de pequeñas áreas de conocimiento, en apariencia desconectadas entre sí. En consecuencia, los profesionales y colectivos que deben abordar tales retos no disponen de herramientas adecuadas para resolver los problemas de nuestras urbes, sus áreas de influencia y sus habitantes.
¿Por qué es tan difícil comprender cómo funcionan las ciudades? La respuesta es sencilla: por la complejidad de las dinámicas que rigen las relaciones entre los diferentes sistemas que operan en ellas. Estos sistemas incluyen el diseño urbano y de infraestructuras, de agua y energía, de telecomunicaciones, de movilidad y logística, sanitario, de educación, económico, científico y de conocimiento, así como una larga lista de servicios urbanos. Sencillamente, se trata de entes de tal complejidad y sofisticación que los métodos analíticos tradicionales no bastan para establecer un método de análisis sólido ni los criterios de diseño necesarios para resolver los problemas a los que se enfrentan, sin incurrir en drásticas simplificaciones no exentas de riesgos por su parcialidad e imperfección conceptual y analítica.
Sin embargo, la humanidad ahora está ante el umbral de una revolución tecnológica auspiciada por la consolidación de modelos conceptuales como la ciencia de la complejidad y la teoría de redes, así como por la aparición de herramientas metodológicas como la inteligencia artificial (IA). Estos grandes avances están permitiendo desarrollar nuevos enfoques científicos, hipótesis de trabajo y modelos analíticos y predictivos de mayor potencia y precisión. Gracias a ellos se puede comprender mejor cómo desarrollan las ciudades. Así que ha llegado la hora de dar paso a una nueva ciencia de las ciudades.
Para contribuir al esfuerzo colectivo de dar forma y estructura a esta nueva ciencia de las ciudades, hemos llevado a cabo una tesis en el campo de Ingeniería de Diseño en la Universidad de Harvard (EE. UU). Nuestro objetivo era dar respuesta al reto que supone el auge de la robótica, la automatización de procesos y la inteligencia artificial, que amenazan con destruir entre 2015 y 2030 cerca del 14 % de lugares de trabajo en todo el mundo, y eventualmente reemplazar cerca de un 35% de los puestos de trabajo a escala planetaria hacia 2050.
Queríamos comprender cómo diseñar ciudades más humanas y contribuir a la creación de ciclos virtuosos económicos que generen una prosperidad distribuida entre el conjunto de la población. Dado que el factor que rige la prosperidad de los países y las regiones es el conjunto colectivo de conocimientos de la comunidad, y que el vector principal que permite avanzarlo es la innovación, nos propusimos el analizar qué ingredientes y dinámicas favorecen la innovación como motor del desarrollo de una economía más próspera e igualitaria.
El proyecto de investigación se ha centrado en el análisis de los distritos de innovación de los EE. UU.. Nuestros resultados revelan que dichos ecosistemas urbanos generan numerosos beneficios para el conjunto de la sociedad. Destacan la creación de empleo de alta cualificación, la generación de ambientes urbanos vibrantes y de gran atractivo cultural, y la concentración de talento capaz de desarrollar soluciones a problemas complejos. En último término, los distritos de innovación contribuyen de forma decisiva a generar soluciones a muchos de los problemas presentes en las grandes urbes (ver Cinco claves para impulsar el éxito de los distritos de innovación).
Dicha investigación condujo a la creación del primer Atlas de Distritos de Innovación de Estados Unidos. Este Atlas tiene el potencial de convertirse en una herramienta fundamental para entender en profundidad cómo funcionan los ecosistemas de innovación urbana dentro de las ciudades. También sirve para fomentar la reflexión y debate público acerca de cómo una nueva ciencia de las ciudades, impulsada por la ciencia de los datos y el modelado de la complejidad, puede mejorar la vida de las personas a lo largo y ancho del mundo. Asimismo, nos planteamos colaborar con otras personas y equipos para replicar la investigación y análisis en otras regiones del planeta. Uno de los principales hallazgos del estudio es que la innovación, que durante mucho tiempo se ha tratado como una caja negra inescrutable, es en realidad un fenómeno susceptible de ser descrito, analizado, y en último término, potenciado.
Al publicar el Atlas de Distritos de Innovación, esperamos auspiciar un debate público acerca de cómo una nueva ciencia de las ciudades, impulsada por la ciencia de los datos y el modelado de la complejidad, puede mejorar la vida de las personas. Asimismo, esperamos colaborar con otras personas y equipos para expandir el Atlas de Innovación a otras regiones del mundo.
En definitiva, si se integran correctamente, estas nuevas herramientas conceptuales y metodológicas presentan una oportunidad única para describir el fenómeno urbano en toda su complejidad, y brindar soluciones de calidad a los problemas que acechan a la humanidad. Iniciativas como el Atlas de Distritos de Innovación pueden servir de acicate, estímulo e inspiración para otros proyectos que contribuyan a construir una nueva ciencia de las ciudades, para concebir una sociedad más libre, igualitaria y humana.