Estudios en diferentes países confirman que el ser humano es cada vez menos inteligente

El coeficiente intelectual (IQ) se encuentra en picada a nivel global.

Lo que ya parecía evidente por sentido común, o por un juicio cultural, se puede afirmar ahora científicamente: las personas se están haciendo cada vez menos inteligentes. Esto es un hecho global. Hace unos meses se dio a conocer un estudio alarmante. Un grupo de investigadores de Noruega tomó en cuenta más de 730 mil pruebas de IQ realizadas en hombres de dicho país de 1970 al 2009; los científicos descubrieron que existe una disminución de casi 7 puntos por generación, y la última es la menos inteligente.

Nuevos exámenes han encontrado un patrón similar de disminución de la inteligencia  en países como Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia, Alemania, Francia y Australia. En general se encuentra un declive desde el inicio del siglo 21 en los países considerados como más desarrollados. El mismo Flynn, el científico que dio nombre al “efecto Flynn“, el cual sugería que en el siglo 20 hubo un incremento de inteligencia a nivel global, ha aceptado que el coeficiente intelectual está en decadencia.

Existen muchas especulaciones para explicar este evento global. Algunos han culpado a las migraciones, pero el estudio en Noruega notó que existe una caída pronunciada en las mismas familias. Es decir, los hijos de padres de alto IQ están teniendo menos inteligencia pese a no mezclarse con inmigrantes y demás. Otras hipótesis sugieren factores ambientales como la contaminación o el cambio climático. Una de las teorías más interesantes tiene que ver con que las personas están trabajando en empleos que son menos demandantes intelectualmente. Quizá esto va de la mano del declive en las humanidades en la academia. Otra posibilidad importante es el uso excesivo de aparatos tecnológicos que amputan nuestras facultades -como la memoria y la atención- a la vez que amplifican otras -la comunicación a distancia-.

De cualquier manera es apremiante descubrir cuáles son las causas antes de que seamos demasiado estúpidos para darnos cuenta y sea demasiado tarde. Quizá esto también explica por qué hemos confiado nuestras vidas a los algoritmos y hoy en día dejamos que decidan por nosotros y que incluso manipulen nuestro comportamiento.

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