Esta simulación de Marte pondrá a prueba el temperamento de esta tripulación

Cuatro personas cohabitarán en un pequeño prototipo de vivienda marciana, imitando el aislamiento y las tensiones de la vida en Marte.

¿Cómo será vivir en Marte? / NASA / Getty Images

El 25 de junio, cuatro tripulantes se pondrán el traje de astronauta y se embarcarán en una misión a Marte. Vivirán durante todo un año en un pequeño hábitat impreso en 3D, aislados del resto del mundo. Pero estos exploradores espaciales no abandonarán la Tierra. Su entorno marciano simulado se encuentra en un gran hangar del Centro Espacial Johnson de la NASA, en Houston, y está diseñado para poner a prueba los retos psicológicos y sociales a los que se enfrentarán los primeros visitantes del Planeta Rojo, donde la lejanía y la dureza del terreno harán que la vida sea muy difícil.

El programa se llama CHAPEA, acrónimo de Crew Health and Performance Exploration Analog. La NASA espera que las enseñanzas extraídas de este experimento social único puedan ayudar a los futuros astronautas cuando pisen de verdad la rojiza tierra marciana. Por ejemplo, entenderán cómo puede la agencia espacial hacer que la tripulación se sienta cómoda y ayudarles a llevarse bien entre ellos, o a hacer frente a la soledad. “Si llegamos al final del año y la tripulación está completa, y no hemos tenido ninguna deserción, eso sería, para mí, algo enorme. Parece factible, pero en realidad será muy duro”, asegura Kelly Haston, investigadora biomédica y comandante de la misión. “Sabemos que podemos irnos. Somos voluntarios, así que hay una señal de salida. En Marte no tendrás eso”.

¿Cómo será vivir en ‘Marte’?

Al igual que el primer grupo de astronautas marcianos, Haston y sus compañeros de tripulación, Ross Brockwell, Nathan Jones y Alyssa Shannon, vivirán en un espacio reducido sin contacto con otras personas. Podrán comunicarse con el control de la misión, pero con 20 minutos de retraso, como si estuvieran a 160 millones de kilómetros de casa. Al igual que los visitantes reales de Marte, solo verán un paisaje austero y sin vida, que la NASA está simulando con un espacio cerrado cubierto de imágenes murales marcianas y un arenero de 1,200 pies cuadrados (111 metros cuadrados) lleno de arena roja. Cada semana, tendrán varias oportunidades de salir al exterior para dar “paseos por Marte“, pero con los trajes espaciales puestos.

La estructura de 1,700 metros cuadrados en la que vivirán está impresa en 3D utilizando regolito marciano simulado. Tiene muebles tipo Ikea, espacios limpios e iluminación brillante, como un albergue de alta gama para trabajadores espaciales. El hábitat incluye pequeñas habitaciones individuales para la tripulación, un espacio común con una mesa para cenas y reuniones de equipo, sillas y un sofá, una zona de trabajo, una cocina, dos baños y una sala de ejercicios. El objetivo de la misión CHAPEA es recopilar datos sobre la salud y el rendimiento de la tripulación en un entorno realista y con el estilo de vida que cabría esperar de los astronautas en Marte”, explica Raina MacLeod, subdirectora del proyecto.

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Aunque la idea de meter a cuatro personas en una misma estructura durante mucho tiempo y ver cómo les va suena como un reality show, aquí la tripulación será disciplinada y tendrá tareas que cumplir. En muchos aspectos, su día a día será similar al de los astronautas de la Estación Espacial Internacional, pero con un poco más de espacio, y sin flotar. En Marte, que es más pequeño y menos masivo que la Tierra, las personas se sentirán más ligeras, pero eso es difícil de simular. Durante las horas de trabajo de la tripulación, realizarán operaciones de la misión, como los “paseos por Marte”, cultivarán plantas, harán ejercicio, limpiarán el hábitat y mantendrán los equipos. La cocina está equipada con un pequeño horno y una nevera, y tendrán que recurrir a alimentos deshidratados reconstituidos, entre lotes limitados de alimentos frescos, suministrados por las infrecuentes misiones de reabastecimiento de carga. Los baños disponen de regadera, inodoro y lavamanos con agua corriente, una gran ventaja con respecto a la vida en microgravedad, aunque el agua para cada miembro de la tripulación estará racionada, ya que en Marte la disponibilidad del líquido será muy limitada.

La NASA vigilará a la tripulación de CHAPEA con cámaras situadas en el interior del hábitat, y habrá alguien a la disposición en el control de la misión las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Al igual que los astronautas en órbita terrestre, la tripulación mantendrá conferencias privadas con profesionales médicos para controlar su salud mental y física, y estas serán las únicas comunicaciones que no estarán sujetas al retraso habitual. También llenarán encuestas sobre su estado de ánimo y su temperamento. La tripulación podrá mantenerse en contacto con amigos y familiares, pero aunque podrán enviar y recibir mensajes de vídeo y correos electrónicos, las conversaciones en tiempo real con ellos serán imposibles.

Si bien los alojamientos se ven bien, el relativo aislamiento puede afectar con el tiempo a los miembros de la tripulación, y es importante ver cómo les va. “La NASA hace bien en estudiarlo, porque lo que hemos aprendido es que el aislamiento social es una toxina psicológica muy peligrosa“, asegura Craig Haney, psicólogo de la Universidad de California en Santa Cruz, quien investiga el aislamiento solitario. Haney ha documentado los efectos debilitantes y a veces permanentes del aislamiento en los presos, efectos que pueden aparecer en solo un par de semanas. Las situaciones no son iguales, por supuesto. Aunque los dormitorios de CHAPEA tienen un tamaño similar al de una celda de aislamiento, la tripulación también dispone de otros espacios para realizar actividades, y se tienen los unos a los otros. Sin embargo, seguirán estando más aislados de lo normal, como muchos de nosotros lo estuvimos durante los primeros días de Covid-19. Durante Covid “se nos han negado las interacciones sociales normales de las que hemos aprendido a depender. Para muchas personas, ha resultado ser extremadamente estresante y ha generado formas de malestar psicológico que no se habían previsto al principio de la pandemia”, afirma.

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Un silencio que enloquece

Con la simulación de Marte, Haney sugiere que la NASA vigile a la tripulación en busca de señales de peligro, como síntomas de depresión, mayor irritabilidad y mal humor, y cambios en los patrones de sueño y en la alimentación. Para la tripulación, recomienda crear rutinas, incluidos rituales sociales, y para disminuir los sentimientos de aislamiento, tratar de salir al mundo exterior, no solamente al control de la misión de la NASA.

Por su parte, y anticipándose a la inquietante falta de sonido en el entorno simulado de Marte, Haston planea llevar consigo videos de lugares familiares y grabaciones de audio, de sonidos y música que tengan significado para ella. También piensa meditar para combatir la ansiedad.

CHAPEA se basa en experimentos anteriores similares a Marte, como la simulación Hi-SEAS, financiada por la NASA y situada en la ladera norte del volcán Mauna Loa de Hawai. Hi-SEAS realizó seis experimentos entre 2013 y 2018, y el último se abortó tras solo cuatro días, cuando un miembro de la tripulación tuvo que ser trasladado a un hospital tras sufrir una descarga eléctrica.

Kate Greene, autora de Érase una vez que viví en Marte, formó parte de la primera tripulación de Hi-SEAS, que vivió en el hábitat durante cuatro meses. Una de sus compañeras de tripulación fue Sian Proctor, geocientífica y artista quien más tarde voló en órbita en el Inspiration4 de SpaceX. Greene cree que estos programas son útiles: “Lo que hace que valgan la pena es un diseño experimental meditado”, opina, “creo que es de suma importancia tener en cuenta los factores humanos que intervienen en una misión espacial de larga duración”. Como suele decir Kim Binsted, jefe de Hi-SEAS: ‘Si algo va mal psicológica o sociológicamente con la tripulación, puede ser tan desastroso como si explotara un cohete'”.

Ashley Kowalski, quien participó en un simulacro de Marte de ocho meses de duración, llamado SIRIUS-21, dirigido por la NASA y las agencias espaciales rusa, francesa y alemana, comenta que también son buenos para ayudar a las futuras tripulaciones a prepararse psicológicamente de antemano. “Hasta que no estás en ese tipo de entorno, no sabes realmente cómo reaccionarás ante los problemas y las situaciones que surjan”, destaca.

En última instancia, una misión real a Marte será mucho más dura que cualquier simulación en la Tierra. Los astronautas tendrán que enfrentarse a amenazas como la radiación espacial, los efectos de la microgravedad sobre la salud, y la falta de agua, alimentos, energía y aire respirable. Y, a diferencia de los voluntarios de CHAPEA, si se hartan de sus compañeros de tripulación, no podrán abandonar.

Pero Haston también señala el lado positivo de esta situación única: “Ahí está la gente negativa que menciona: ‘van a ser cuatro personas que se van a poner los nervios de punta las unas a las otras’. Pero también nos vamos a convertir en una unidad tremenda que puede hacer cosas y entenderse de una manera que la mayoría de la gente no tiene en su lugar de trabajo”, indica, y añade que “ver ese resultado será increíble”.

Wired