Esta labor doméstica refleja la salud y posible longevidad de tu relación de pareja

Vivir con otra persona puede tener sus dificultades…

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La vida en pareja tiene sus propios desafíos, emocionales en su mayor parte y otros que podríamos llamar prácticos o cotidianos, una distinción quizá imprecisa, pues a fin de cuentas el fundamento de toda dificultad amorosa es la coincidencia de dos personas que por definición siempre están en desencuentro una con otra.

Sin embargo, también es cierto que no todas las diferencias se resuelven de la misma manera en una relación. Dependiendo de la madurez emocional de cada uno de los implicados, de sus ideas de vida y del amor y de otros factores, habrá algunas que pasen sin mayores contratiempos ni consecuencias; otras, en cambio…

Recientemente, la organización estadounidense Consejo de Familias Contemporáneas (CCF, por sus siglas en inglés) realizó un estudio en torno a las dinámicas habituales de la vida en pareja, con énfasis en el trabajo doméstico, la manera en que éste se reparte y el nivel de felicidad o estabilidad de la relación que podría asociarse a partir de aquello que se vive cotidianamente.

De acuerdo con los resultados, de todas las posibles labores que conlleva vivir en pareja –cocinar, limpiar, cuidar a un hijo, hacer las compras, etc.–, aquella que genera más tensión es… lavar los trastes. Pero no por sí misma, sino cuando ocurre en una condición muy particular: cuando es la mujer quien lo hace siempre.

Las mujeres heterosexuales que viven en pareja y respondieron al reporte manifestaron mucho mayor conflicto con sus respectivos compañeros en relación con lo anterior, una relación de pareja menos satisfactoria e incluso relaciones sexuales de peor calidad; esto en comparación con las mujeres que viven con un hombre con quien comparten tanto la tarea de lavar los trastes sucios como otras de la vida doméstica, quienes en general dijeron sentirse más satisfechas con su relación.

La situación podría parecer trivial, pero si, como dice la frase, “el Diablo se esconde en los detalles”, es posible que la renuencia de una persona a cooperar en una actividad doméstica tan simple sea una manifestación de otros rasgos de su forma de ser que posiblemente no sean los más adecuados para sostener una relación de pareja longeva y relativamente feliz.

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