Esta ‘app’ pretende detectar si usted padece depresión
January 12, 2019 Noticias , TecnologíaLa ‘start-up’ Mindstrong Health ha desarrollado una aplicación que analiza con aprendizaje automático cómo el usuario interactúa con su ‘smartphone’. Gracias a ello, ofrece pistas claves para ayudar a los pacientes con una amplia gama de trastornos mentales. Su objetivo es realizar un diagnóstico antes de que comiencen .
Solo en Estados Unidos hay aproximadamente 45 millones de personas con enfermedades mentales. Esas enfermedades y sus tratamientos pueden variar enormemente. Pero hay algo que la mayoría de esas personas tienen en común: un teléfono inteligente.
Una start-up fundada en Palo Alto, California (EE.UU.), por un trío de médicos, incluido el exdirector del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., está tratando de demostrar que nuestra obsesión con la tecnología que guardamos en nuestros bolsillos puede ayudar a tratar algunos de los problemas médicos más intratables en la actualidad: depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno por estrés postraumático y abuso de sustancias.
Mindstrong Health utiliza una aplicación de smartphone para recopilar mediciones de la salud cognitiva y emocional de las personas, según la forma en la que usan sus teléfonos. Cuando un paciente instala la aplicación de Mindstrong, se supervisa la manera en la que esa persona escribe, pulsa y navega mientras usa otras aplicaciones. Estos datos se cifran y analizan de forma remota mediante el aprendizaje automático, y los resultados se comparten con el paciente y con el proveedor médico del paciente.
Según la investigación de Mindstrong, las aparentemente insignificantes interacciones con el teléfono ofrecen pistas sorprendentemente importantes de nuestra salud mental, revelando, por ejemplo, una recaída depresiva. Con los detalles extraídos de la aplicación, explica Mindstrong, el médico de un paciente u otro administrador de atención médica recibe una alerta cuando algo puede estar mal y luego tiene la posibilidad de comunicarse con el paciente enviando un mensaje a través de la app (los pacientes también pueden usarla para enviar mensajes a su proveedor de atención médica).
La evaluación incluyó pruebas neuropsicológicas que se llevan utilizado durante décadas, como el test cronometrado en el que se deben conectar letras y números dispersos en el orden correcto
Desde hace años, un sinnúmero de compañías ha ofrecido de todo, desde terapias basadas en aplicaciones hasta juegos que ayudan con el estado de ánimo y la ansiedad, esfuerzos para rastrear las actividades de teléfonos inteligentes o la voz y el habla en busca de signos de depresión. Pero Mindstrong es diferente, porque tiene en consideración cómo las interacciones físicas de los usuarios con los teléfonos (no lo que hacen, sino cómo lo hacen) pueden dar signos de enfermedad mental. Eso puede llevar a modos mucho más precisos de encontrar estos problemas con el tiempo. Si el método de Mindstrong funciona, podría ser el primero en lograr que la tecnología que llevamos en nuestro bolsillo se convierta en la clave para ayudar a los pacientes con una amplia gama de trastornos mentales crónicos, e incluso podría dar opciones de diagnosticarlos antes de que empiecen.
Huellas digitales
Antes de crear Mindstrong, su fundador y CEO, Paul Dagum, encargó dos estudios en el área de la bahía de San Francisco (EE. UU.) para determinar si podría haber una medición sistémica de la capacidad cognitiva o de la discapacidad, oculta en la forma en la que usamos nuestros teléfonos. Ciento cincuenta sujetos de la investigación llegaron a una clínica y se sometieron a una evaluación neurocognitiva estandarizada que analizó la memoria episódica (cómo se recuerdan los acontecimientos) y la función ejecutiva (habilidades mentales que incluyen la capacidad de controlar los impulsos, gestionar el tiempo y concentrarse en una tarea). Se trata de funciones cerebrales del tipo superior que son débiles en las personas con enfermedades mentales.
La evaluación incluyó pruebas neuropsicológicas que se llevan utilizado durante décadas, como el test cronometrado en el que se deben conectar letras y números dispersos en el orden correcto. Es una forma de medir cómo las personas pueden intercambiar las tareas ya que los que tienen un trastorno cerebral que debilita su atención podrían presentar más dificultades con esta prueba.
Los sujetos se fueron a casa con una aplicación que medía las formas en las que tocaban la pantalla de su teléfono (movimientos, toques y tecleo), que Dagum esperaba que fuera una manera discreta de registrar estos tipos de comportamiento en un teléfono inteligente. Durante todo el año siguiente, la aplicación se iba ejecutando en un segundo plano, reuniendo datos y enviándolos a un servidor remoto. Luego, los sujetos volvieron para otra ronda de pruebas neurocognitivas.
Como resultado, los comportamientos que los investigadores midieron pueden desvelar mucho. “Había indicadores que medían, predecían y correlacionaban las mediciones de la función neurocognitiva que el neuropsicólogo había tomado”, cuenta Dagum.
Por ejemplo, los problemas de memoria, que son características comunes de los trastornos mentales, se pueden detectar al observar la rapidez con la que se escribe y los errores que se cometen (como la frecuencia con la que se borran los caracteres), así como la rapidez con la que se busca en una lista de contactos. (Mindstrong puede determinar su punto de partida mirando cómo usa su teléfono y combinando esas características con las medidas generales). Incluso cuando solo estamos usando el teclado del teléfono inteligente, Dagum explica que estamos cambiando la atención de una tarea a otra todo el rato, por ejemplo, cuando insertamos la puntuación en una frase.
Eso le convenció de que las conexiones presentaban una nueva forma de investigar la cognición y el comportamiento humano a lo largo del tiempo, de una manera que simplemente no sería posible con el tratamiento típico, como visitar a un terapeuta u obtener un nuevo medicamento, tomarlo durante un mes y luego volver al médico. El tratamiento de trastornos mentales se ha estancado en parte porque los médicos simplemente no saben que alguien tiene estos problemas hasta que llegan a un estado muy avanzado. Dagum cree que Mindstrong puede resolverlo mucho antes y vigilarlo las 24 horas al día.
En 2016, Dagum visitó Verily, la compañía de las ciencias de la vida de Alphabet, donde presentó su trabajo a un grupo que incluía al psiquiatra que había pasado 13 años como director del Instituto Nacional de Salud Mental antes de unirse a Verily en 2015, Tom Insel.
Verily estaba tratando de averiguar cómo usar los teléfonos para aprender sobre la depresión u otras enfermedades de salud mental. Pero Insel cuenta que al principio, lo que presentó Dagum, más un concepto que una muestra de datos reales, no parecía gran cosa. “Las alarmas no se activaron con lo que había hecho”, comenta.
Sin embargo, durante varias reuniones, Insel se dio cuenta de que Dagum podía hacer algo que creía que nadie en el campo de la salud mental había podido lograr. Había descubierto las señales de los teléfonos inteligentes que se correlacionaban estrechamente con el rendimiento cognitivo de una persona, que era generalmente posible solo a través de largas pruebas de laboratorio. Además, estuvo recogiendo estas señales durante días, semanas y meses, lo que hacía posible, en esencia, observar la función cerebral de una persona de forma continua y objetiva. “Es como contar, en el mundo de la diabetes, con un continuo monitor de glucosa “, explica Insel.
¿Por qué alguien debería creer que lo que está haciendo Mindstrong podría funcionar? Dagum afirma que miles de personas están usando la aplicación, y la compañía ahora cuenta con cinco años de datos de ensayos clínicos para confirmar su ciencia y tecnología. Continúa realizando numerosos estudios, y en marzo pasado comenzó a trabajar con pacientes y médicos en clínicas.
En su forma actual, la aplicación de Mindstrong que ven los pacientes es bastante escasa. Existe un gráfico que se actualiza diariamente con cinco señales diferentes que se recogen de los toques y movimientos con el teléfono inteligente. Cuatro de estas señales son mediciones de la cognición que están estrechamente ligadas a los trastornos del estado de ánimo (como la capacidad para tomar decisiones basadas en objetivos), y la otra mide las emociones. También existe la opción de chatear con un médico.
Por ahora, cuenta Insel, la compañía está trabajando principalmente con personas gravemente enfermas que corren el riesgo de recaer por problemas como la depresión, esquizofrenia y abuso de sustancias. “Esto está dirigido a las personas con discapacidades más severas, que realmente necesitan alguna innovación”, comenta. “Hay personas que requieren mucho la asistencia médica y no están recibiendo sus beneficios, por lo que tenemos que encontrar la manera de conseguir algo que funcione mejor”. Predecir que un paciente se dirige hacia una espiral descendente, en realidad es una tarea aún más difícil, pero Dagum cree que el aumento del número de personas usando la aplicación a lo largo del tiempo ayudará a consolidar los patrones en los datos.
“No sabemos cuántas enfermedades diferentes hay en la categoría de depresión”, explica Insel. Pero con el tiempo, Mindstrong puede utilizar los datos de los pacientes para averiguarlo
Hay temas espinosos a considerar, por supuesto. La privacidad, por ejemplo. Si bien Mindstrong afirma que protege los datos de los usuarios, la recopilación de esos datos podría ser un asunto aterrador para muchas de las personas a las que pretende ayudar. Las compañías podrían estar interesadas en incluirlo como parte de un plan de bienestar para los empleados, pero la mayoría de nosotros no querríamos que nuestros empleadores estuvieran cerca de nuestros datos de salud mental, por muy protegidos que estén.
Detectar los problemas antes de que comiencen
Un estudio de la Universidad de Michigan (EE.UU.) está evaluando si Mindstrong podría ser beneficioso para las personas que no tienen una enfermedad mental pero sí cuentan con un alto riesgo de depresión y de suicidio. Dirigido por el profesor de psiquiatría y neurociencia, Srijan Sen, el estudio busca los estados de ánimo de los médicos de primer año en todo el país. Es un grupo que se sabe que experimenta estrés intenso, falta de sueño frecuente y tasas muy altas de depresión.
Los participantes hacen constar su estado de ánimo cada día y usan un rastreador de actividad Fitbit para registrar los datos de sueño, actividad y ritmo cardíaco. Cerca de 1.500 de los 2.000 participantes también permiten que una aplicación de teclado de Mindstrong se ejecute en sus teléfonos inteligentes para recopilar datos sobre las formas en las que escriben y así descubrir cómo cambiaría su cognición a lo largo del año.
Sen plantea que los patrones de memoria y la velocidad del pensamiento de las personas cambian de manera sutil antes de darse cuenta de que están deprimidos. Sin embargo, dice que no sabe cuánto tiempo durará ese retraso o qué patrones cognitivos predecirán la depresión.
Insel también cree que Mindstrong puede llevar a diagnósticos más precisos que los generalmente definidos trastornos de salud mental en la actualidad. En este momento, por ejemplo, dos personas con un diagnóstico de trastorno depresivo mayor podrían compartir solo uno de los numerosos síntomas: ambos podrían sentirse deprimidos, pero uno podría tener ganas de dormir todo el tiempo, mientras que el otro apenas dormiría. No sabemos cuántas enfermedades diferentes hay en la categoría de depresión, explica Insel. Pero con el tiempo, Mindstrong puede utilizar los datos de los pacientes para averiguarlo. La compañía está explorando cómo aprendiendo más sobre estas distinciones podría posibilitar la personalización de las recetas de medicamentos para un tratamiento más efectivo.
Insel explica que aún no se sabe si existen marcadores digitales específicos de, por ejemplo, alucinaciones auditivas que una persona con esquizofrenia podría experimentar, y la compañía todavía está trabajando en cómo predecir los problemas futuros como el trastorno de estrés postraumático. Pero confía en que el teléfono será la clave para realizarlo con discreción. “Queremos ser capaces de hacerlo de una manera que se ajuste a la vida normal de alguien”, concluye.