Danzas, juegos de pelota, rituales en favor de una serpiente sagrada hecha de agua y recuentos de guerra quedaron inscritos en las paredes que alzaron los Sak Tz’i’. No sólo eso: los arqueólogos asumen que ésta fue una ciudad importante en el periodo Clásico. Además de edificios ceremoniales, los investigadores encontraron evidencia de una cancha de pelota, pirámides, palacios un mercado y una plaza de dimensiones considerables.

Al interior del complejo palaciego, se han encontrado habitaciones de élite, templos y espacios para reuniones. Para erigir estos espacios, se modificó el cerro central del sitio arqueológico. Este tipo de edificaciones arrojan luz sobre cómo pudo haber sido la vida para los Sak Tz’i’ entre los años 250 y 600 d.C.

Aunque se sabe que fue un reino pequeño, estaba rodeado por otras poblaciones más grandes, lo que implicó una constante amenaza de guerra. Para defenderse, los pobladores alzaron muros de mampostería que se conservan hasta la actualidad, a pesar de las inclemencias del clima y el tiempo. Estos elementos sugieren cómo se llevaban las relaciones políticas entre los pueblos del actual sureste mexicano en ese entonces.